En medio de la desesperanza por el aumento de la temperatura global, los desastres naturales, el escepticismo de los científicos y la poca voluntad de solución de los líderes de las grandes naciones (los más contaminantes) ―varios ausentes―, la COP 27 va hacia un nuevo fracaso en Egipto.
Los Representantes de 200 países reunidos en la 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se desarrollará hasta el 18 de noviembre, respiran un ambiente contaminado, tóxico y cada más caliente, debido al poco interés por reducir el dióxido de carbono producido por una indetenible carrera industrial y comercial por parte de China, los Estados Unidos, Rusia, Japón, la Unión Europea y otras potencias, más preocupadas por el liderazgo en el mercado mundial y con ansias de dominio político. Bien ha resumido el presidente de Colombia Gustavo Petro: “es la hora de la humanidad y no de los mercados (…) la COP ya no da respuestas (…) y el tiempo se agotó”.
El cambio climático es el gran reto y amenaza del siglo XXI. Sus efectos se sienten en todos los niveles y estructuras globales, siendo los más afectados los países pobres, que esperan en la COP una ayuda técnico-financiera por parte de las superpotencias, que ―por lo visto― nunca llegará.
La crisis económica y la recesión mundial, agravada por la pandemia del Covid 19, el conflicto Rusia-Ucrania y la menor producción mundial de alimentos y generación de energía, ha motivado a las grandes potencias utilizar nuevamente el carbón, petróleo y otros insumos fósiles altamente dañinos al medio ambiente y que aceleran el aumento de la temperatura, acelerando el efecto invernadero.
Este retroceso energético sumamente contaminante y atentatorio a la supervivencia humana, la biodiversidad y el planeta: primero, no hará posible cumplir el objetivo de reducir el calentamiento global a 1,5 grados centígrados a final del siglo y alcanzar la neutralidad climática al 2030; segundo, hará aún más difícil cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados al 2030; y, tercero, los compromisos climáticos se están yendo al tacho de basura, simple y llanamente porque los que tienen la mayor responsabilidad no los cumplen.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres ha hecho un llamado a los países desarrollados y economías emergentes para tener un Pacto de Solidaridad Climática, a fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Este punto es importante. Perú debería liderar con una diplomacia verde, conjuntamente con Brasil y Colombia, dada sus riquezas de bosques, agua y biodiversidad e incidencia en el clima mundial, una reunión multilateral para adoptar acuerdos regionales vinculantes para crear resiliencia ante el cambio climático, y contribuir con el ejemplo el evitar sí o sí el peligroso punto de no retorno.