Para construir gobernanza hídrica en el marco de un ecosistema saludable qué duda cabe que la política tiene el papel clave y fundamental, y que de ella depende el desarrollo de las sociedades y la conservación del planeta.
Pese a que existe restricción de la movilidad social en casi todos los países debido a dos años de pandemia, lo que ha incidido como nunca antes en la recuperación del medio ambiente, los políticos y actores decisorios siguen ignorando esta coyuntura verde favorable, que exige no solo cambios profundos en las políticas ambientales mundiales, sino la reingeniería organizacional de las grandes instituciones del sector, así como un cambio de postura y compromiso efectivo de los gobiernos de las naciones poderosas, que ¡oh¡ son las mayores irrespetuosas con el medio ambiente y los derechos humanos, so pretexto del desarrollo industrial y tecnológico, cuando lo cierto es el tema del dominio del mundo.
El común de las decisiones ―que, o no son vinculantes o no pueden ser ejecutadas o los países pobres no pueden cumplir o estratégicamente están mal diseñadas y alejadas de la nueva realidad y el tiempo― proviene de actores políticos que aún no comprenden o no quieren comprender por intereses políticos mayores, que somos nosotros los seres humanos quienes contaminamos el planeta y lo estamos degradando, y quienes hemos acelerado los terribles efectos del cambio climático.
El factor político en la gestión del agua y el medio ambiente es el mayor obstáculo que tenemos. Y no queremos reconocerlo. Y no queremos abordarlo. Y tenemos temor de hablar las cosas claras. Acaso el considerar solo el factor técnico y ecológico, es nuestro mayor error, cuando en realidad deberíamos de partir de dos ejes fundamentales fundidos en uno solo: la ciencia y la política, para gestionar con mayor seriedad y objetividad el destino de la humanidad y la Tierra.
Ciencia-política-sociedad-medioambiente es una cadena de valor que aún no es digerido por nuestros políticos, y que se agrava profundizandose más en los países en vías de desarrollo, aquejados por un fuerte impacto económico debido al Covid 19, por gobiernos ineficaces, desinterés de la empresa privada, corrupción, pobreza, fuentes naturales de agua contaminadas, informalidad, tecnología de bajo nivel, escaza investigación, recursos verdes y ecosistemas degradados carencia de cultura del agua y ecológica, entre otros males sociales de vieja data. Y pensar que somos los mayores afectados por la contaminación, el consumismo y la variabilidad climática.
Espero que este nuevo año 2022 sea de reflexión y de verdadera y efectiva acción de todas aquellas personas y organizaciones que tienen en sus manos el futuro del planeta. No debemos tener miedo al cambio ni a decir la verdad. Sin agua, bienestar social y medioambiente sostenible, no hay política que valga.