Gestionar eficientemente y estratégicamente los recursos hídricos es complejo, porque intervienen múltiples variables geosocioecológicas (y políticas) y más aún cuando se tiene grandes reservas de agua en un país de mayúscula biodiversidad, etnicidad y multiculturalidad como el Perú, en un entorno internacional donde progresivamente está escaseando el agua dulce, tanto así que desde el año pasado ya se cotiza en la Bolsa de valores de Nueva York, en los Estados Unidos de América.
Mauro Gutiérrez, nuevo presidente ejecutivo de la SUNASS, hace poco ha alertado en un diario capitalino[1] “tenemos el pronóstico preocupante de la disminución progresiva de la disponibilidad de agua hacia el futuro, como producto del cambio climático y la degradación de los ecosistemas hídricos.”, resaltando que unos tres millones de peruanos no tienen acceso al servicio de agua potable. Un grave problema en las actuales circunstancias de pandemia, recesión económica e inestabilidad política dentro y fuera del país.
Por su parte, el doctor Hugo Jara, nuevo jefe de la Autoridad Nacional del Agua, ha declarado pocos días después de su designación: “nos apoyaremos en la fortaleza de un buen factor humano y sus valores, cuidando que nuestra estructura orgánica sea cubierto por los mejores cuadros; en donde debe primar la integridad y capacidad de las personas, con los cuales construiremos equipos de primer nivel, capaces y confiables en todos los estamentos, a fin de lograr resultados eficientes, eficaces y de gran beneficio para la comunidad. Con el recurso humano adecuado, volveremos a posicionar el ANA, afianzando la aplicación de la Ley de Recursos Hídricos y la normativa vigente.
Ambas autoridades tienen una gran responsabilidad sobre sus hombros: cuidar, proteger y gestionar sostenida y responsablemente el agua y sus servicios ecosistémicos, para beneficio de todos los ciudadanos sin distinción alguna e impulsar las actividades comerciales, industriales, turísticas y otras, de la mano con la inversión privada y pública, y el apoyo internacional.
Una correcta administración de los recursos hídricos para enfrentar con éxito esta problemática es interrelacionar, coordinar, interaccionar, complementar y unificar las administraciones, tanto de las fuentes naturales de agua como del servicio de agua potable y alcantarillado. Los caminos paralelos se superponen, contradicen e incluso se anulan, tanto en funciones, objetivos y políticas hídricas, además de la dispersión de recursos económicos y financieros.
Si entendemos realmente lo que significa la gestión integrada y sostenida de los recursos hídricos, deberíamos gestionar con inteligencia estratégica creando una organización que incluya a todas aquellas entidades públicas relacionadas a la gestión del agua, además de reformar el marco jurídico, dejando atrás para siempre el viejo paradigma naturaleza-objeto para dar el paso a naturaleza-sujeto, titular de derechos y garantías.
Mar, ríos, lagos, lagunas, manantiales, cochas, entre otros cuerpos de agua superficiales y subterráneas deben ser reconocidas por el derecho ambiental, respetando integralmente su existencia, mantenimiento, conservación, resiliencia y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos, con mayor razón ante los efectos del cambio climático, la contaminación progresiva y la ambición de grandes grupos de poder.
Reemplacemos la visión clásica antropocéntrica del agua por una ecocéntrica, donde todos los ecosistemas son sujetos de derecho, como ya lo están haciendo muchos países en el mundo, reformando su óptica, visión y misión en su gestión y legislación.
Perú con un capital hídrico natural de un millón 768 mil 172 hectómetros cúbicos de agua, es el octavo país en el mundo con mayor reserva hídrica. Gestionémosla entonces como tal y en su real dimensión en un mundo globalizado y altamente competitivo.
[1] Gestión (01.07.2022) “Nuevo modelo regulatorio: enfocando en quienes no tienen agua potable”.