Pese al portentoso desarrollo de la ciencia y la tecnología, muy pocos países han logrado la seguridad hídrica; vital para el desarrollo ecosostenido de una determinada sociedad. Los incas, en Sudamérica, lo lograron hace ocho siglos, en un territorio de dos millones y medio de kilómetros cuadrados, que abarcó Ecuador, Chile, Bolivia, Argentina y Perú, con 15 millones de habitantes aproximadamente.
En costa, sierra y selva con una envidiable red hidráulica amigable a la naturaleza (precursores de la infraestructura verde) y regulando los microclimas, irrigaron más de 700 mil hectáreas de cultivo, logrando seguridad alimentaria, nuevos hábitats, previendo y mitigando daños por fenómenos climatológicos como El Niño, La Niña, demostrando alta eficiencia en la gestión del agua y sus fuentes naturales.
El culto al yaku y la mamapacha (agua y madre tierra, en quechua) alcanzó niveles místicos y religiosos, tanto que atentar contra el medioambiente, era castigado con la muerte. Se dice que Machu Picchu habría sido un lugar de culto al agua, por su portentosa ingeniería hidráulica. Hoy, en algunos puntos de Perú, se mantienen obras incas, como los andenes, con casi 500 mil hectáreas.
Este conocimiento hídrico-agrícola ancestral tiene una expresión –entre otras muchas‒ en el Sistema Tradicional de Jueces del Agua de Corongo[1], en Áncash, que recientemente ha sido reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)
Su origen deviene cuando el Inca, a recomendación de los curacas[2], gobernadores de los ayllus[3], designaba al Yacucamayoc (superintendente de las aguas), para administrar los sistemas hidráulicos para el correcto, oportuno, racional y sostenido abastecimiento de agua ‒proveniente del río Corongo‒, tanto para el consumo humano, como la actividad agrícola y ganadera.
Hoy, este Juez de Aguas, elegido por la comunidad, continúa esta ancestral administración del recurso hídrico y pone en valor la memoria histórica, teniendo como base la minka (trabajo comunitario obligatorio), velando por el cuidado, protección, conservación y productividad del agua y los suelos, rotando cultivos, repartiendo equitativamente parcelas, habilitando canales, etc.
A la usanza inca, el Juez de Aguas, además, organiza un calendario festivo popular religioso en Corongo, por Pascua de Reyes, Carnavales, Semana Santa y la Fiesta de San Pedro, agradeciendo colectivamente al agua, la tierra y la naturaleza por
su trascendental incidencia en el bienestar de esta comunidad andina
[1] Provincia a 591 km al norte de Lima, ubicada a 3.141 m.s.n.m.