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Perú: cultura Mochica sucumbió ante el cambio climático

Sobre el blog

Luis Luján Cárdenas
Sociólogo y Periodista, Magíster en Administración, especialista en Comunicación para el Ecodesarrollo, articulista en diversos medios escritos de Perú.
  • Perú: cultura Mochica sucumbió cambio climático

En Perú, dos culturas preincas sucumbieron a los efectos del cambio climático: la cultura Nazca famosa por sus gigantescas y enigmáticas figuras geométricas en las pampas al sur de Lima; y la cultura Mochica (del idioma muchik, que llegaron a conocer los españoles) que floreció entre los años 100 y 800 d.C, en el norte, en los departamentos de Piura, Ancash, Lambayeque y La Libertad. Fue descubierta por el estudioso alemán Max Uhle.

Datos arqueológicos recientes postulan la teoría que en el año 650 d.C, el norte peruano sufrió terribles y prolongadas lluvias que provocaron el desborde de una decena de ríos, que barrieron las ciudades de adobe mochicas. Ni el sacrificio en Pampa La Cruz de decenas de niños (fardos descubiertos en el 2018) cuyos corazones fueron ofrendados al felino dios Ai apaec (proveedor de agua y alimentos y dios de la guerra) pudo detener las inundaciones.

De esta antigua sociedad que se distinguió por sus artísticos huacos retratos antropomorfos policromados (e incluso con escenas sexuales), únicos en el mundo, sobreviven en Trujillo como mudos testigos los templos religiosos administrativos de las Huacas del Sol y de la Luna, con forma de pirámide trunca.

Siendo los mochicas una estirpe de guerreros y famosos agricultores y expertos en hidráulica, no previeron –como sí lo hicieron los incas— que sus canales, acueductos, reservorios, templos, almacenes de alimentos, caminos y viviendas fueran destruidos por las aguas. Los campos de cultivos se perdieron, y la hambruna y las enfermedades se extendieron en todo el reino. Muchas poblaciones emigraron hacia los Andes o a la costa central y sur de Perú, y más aún porque se presentó una feroz sequía de treinta años.

Los wachaques (chacras hundidas, actualmente operativos en algunas zonas de La Libertad) eran una sofisticada técnica prehispánica para ampliar la frontera agrícola en el desierto costero, extrayendo agua subterránea y creando pequeñas especies de oasis, con microclimas y micro ecosistemas con especies silvestres, que permitía el asentamiento de comunidades cuyos pequeños campos de cultivo (con maíz, maní, papa, pepino, camote, yuca, chirimoya, papaya, algodón, etc.) y ganado recurrieron al agua salada. Incluso crearon lagunillas donde criaron peces para consumo humano.

Estos wachaques que desaparecieron con el fenómeno El Niño, también fueron fuente de producción de totora o junco, con el que construían sus famosos caballitos de totora con los que surcaban el mar, pescaban, guerreaban y recogían guano de las islas Chincha para el cultivo; además de tejer artículos para el quehacer diario doméstico y portar agua. Incluso fue alimento para los animales (llamas) y medicina para la fiebre y la diarrea. Hoy los pescadores de Huanchaco (Trujillo) aún los utilizan en sus faenas diarias y son un atractivo turístico.

Según estudios y teorías científicas, esta repentina variabilidad climática extrema que afectó socioeconómicamente a la cultura Mochica, confluyó con revueltas populares por la situación crítica extrema, luchas por el poder, y por cuestiones ideológicas, situación que se agravó con la invasión de los wari, primer imperio que se dio en Perú.