Estamos en el mes del agua. El 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua, instaurado en 1993 por las Naciones Unidas y que este año lleva el lema: Soluciones para el agua basadas en la naturaleza, con el objetivo de crear conciencia sobre la necesidad de políticas verdes en la gestión integrada de los recursos hídricos y el medio ambiente.
El concepto de Soluciones basadas en la naturaleza es relativamente nuevo. En los Países Bajos, por ejemplo, la desarrollan a través de la Ley y el Programa Delta “creando soluciones integradas y flexibles que salvaguarden la economía y mejoren la ecología”, promoviendo un país más seguro y atractivo para vivir.
La gobernanza moderna respeta los productos y servicios que nos ofrece la naturaleza (aire, agua, tierra, vegetación, alimentos, remedios, salud, energía, diversidad biológica y ambiente para el hábitat humano en sociedad) Nuestra actividad económica y productiva debe ser proactiva, estratégica, responsable e inteligente, afectando lo menos posible al ecosistema, en una convivencia de respeto y protección mutua.
En el Perú, hemos perdido el respeto a la naturaleza, y no somos capaces de asimilar el conocimiento de los incas y la Pachamama (Madre tierra) y sus increíbles obras hidráulicas, que hasta hoy siguen operativas en muchos puntos del Perú, y son ejemplo de infraestructura verde; obras en perfecta armonía con la naturaleza, mimetizadas en base a piedra y entorno verde.
Este nuevo paradigma promovida por la ONU demanda un soporte interdisciplinar de expertos, que generen innovación permanente en la gestión de los recursos hídricos y en la ingeniería y arquitectura ambiental, con un toque más humano respetando el ecosistema.
No solo vivimos en un entorno social sino también ambiental, donde el agua enfrenta grandes amenazas: contaminación por causas antropogénicas, aumento de la población, mayor cantidad de deshechos, crecimiento de las ciudades, demanda industrial, necesidad de alimentos, saneamiento y energía, sequía, inundaciones, calentamiento global, cambio climático, entre otros. La sociedad debe dar una respuesta a estas amenazas.
Debemos asumir y gestionar no solo el conocimiento de nuestra historia, sino también de los avances en otros países. Rescatemos la sabiduría inca en la gestión del agua y la tierra, y construyamos con la naturaleza; práctica que debe ser asumida ya por el Estado ‒en sus tres instancias‒, la empresa privada, la comunidad científica y la ciuddanía.
Vivimos el siglo XXI de la globalización y las sociedades del conocimiento y la información, donde el agua fluye por las venas de toda la sociedad, impulsando el desarrollo ecosostenible y el bienestar general. Construir con la naturaleza es construir gobernanza con inteligencia social.
* Publicado en diario Expreso, Lima-Perú, 21.03.2018