Con una población mundial en continuo crecimiento, que se espera que aumente hasta los 9.700 millones de personas en 2050, y teniendo en cuenta el papel que juega el regadío en la producción de alimentos, conseguir un regadío sostenible en todas las zonas de regadío del mundo es fundamental para alimentar a la población mundial de forma sostenible.
Hay que destacar que el regadío, representando el 20% de la superficie total de tierra cultivada a nivel mundial (328 millones de hectáreas aproximadamente) produce el 40% de los alimentos producidos en todo el mundo, estimándose que utiliza para ello el 70% del agua a nivel global. Por tanto, sin el regadío no sería posible alimentar a toda la población mundial.
Sin embargo, como consecuencia de la combinación de los efectos del cambio climático, el aumento de la explotación de los recursos naturales y el incremento de la población mundial, existe una disminución en la disponibilidad de agua tanto en cantidad como en calidad. Las zonas donde se espera que se intensifiquen estos efectos coinciden con las zonas donde la importancia del regadío es mayor, como es el caso de España, donde los periodos de estrés hídrico y de inundaciones serán cada vez más acentuados en caso de no actuar con determinación contra el cambio climático.
Situación del regadío y estrés hídrico
En el mundo hay 328 millones de hectáreas de regadío aproximadamente, según la Comisión Internacional de Riego y Drenaje, con China a la cabeza (75 millones) seguida de India (70), EE. UU. (27), mientras la UE riega unos 25 millones. España tiene casi 4 millones de hectáreas de regadío, de las cuales según los datos disponibles, 2,4 millones de hectáreas se riegan con sistemas de riego que tienen una eficiencia alta (riego localizado y riego por aspersión y automotriz), representando el 77% del área regada total, mientras que el resto (0,89 millones de hectáreas) corresponde a superficie que se riega mediante el sistema de riego por gravedad.
En la mayoría de las zonas de regadío de España, las dotaciones de riego son inferiores a las necesidades hídricas del cultivo y, por tanto, aunque se consiga la máxima eficiencia en los sistemas de riego tenemos que profundizar en las soluciones, especialmente en las zonas con cultivos que no es viable técnica y económicamente regar con dotaciones inferiores a las necesidades hídricas del cultivo.
Respecto al estrés hídrico, los datos que maneja la FAO revelan que las extracciones mundiales de aguas subterráneas para la agricultura de regadío se estiman en 820 km³ al año. Esto supone un aumento del 19% entre 2010 y 2018. La FAO recalca que las zonas de regadío en condiciones de estrés se relacionan estrechamente con el uso intensivo de aguas subterráneas y el agotamiento de los acuíferos. Los datos constatan que el estrés hídrico es alto en todas las cuencas, con una agricultura de regadío intensa y ciudades densamente pobladas, donde los recursos de agua son escasos debido a las condiciones climáticas.
Disminuir el estrés hídrico, clave para asegurar el desarrollo sostenible
La FAO aboga por incrementar el uso de la regeneración, para dar una segunda vida al agua, y la desalinización. Esto tiene especial importancia en las zonas litorales, donde permite un aumento de los recursos hídricos. Entre las ventajas del uso de las aguas regeneradas destaca el hecho de que ofrece la posibilidad de contar con un abastecimiento constante, además de un aporte de nutrientes. Por su parte, la desalinización lleva años desarrollando avances e innovaciones que le permiten incrementar la viabilidad y reducir el coste energético (supone el 35-50% del coste total operativo). Asimismo, las energías renovables, en especial, la solar fotovoltaica, se erige como una opción válida para abaratar el coste.
Es fundamental tanto la instalación de sistemas de riego eficientes, especialmente de riego por goteo, como su óptima gestión y mantenimiento para garantizar la máxima productividad con la mayor eficiencia hídrica posible, paliando así la escasez de agua que estamos padeciendo. Desde hace tiempo, el sector agrícola está apostando cada vez más por sistemas de riego más eficientes, modernizando y digitalizando la agricultura de regadío. En este sentido, hay que recordar que a nivel global solamente el 6% de la superficie total de regadío cuenta con sistemas de riego de alta eficiencia. Además, en la parte de manejo del riego se debe avanzar en la aplicación de técnicas de gestión de riego adaptadas a la escasez de recursos, como son el riego deficitario controlado en aquellos cultivos donde se pueden aplicar con éxito.
Adicionalmente, a la instalación de sistemas de riego eficientes está la implementación de sistemas de cultivo eficientes, seleccionando el cultivo, variedad, etc. en función de la disponibilidad de recursos hídricos y diseñando la plantación (en caso de que se trate de cultivo leñoso) en función de la disponibilidad de estos. Es importante seguir avanzando en la mejora genética de las plantas, buscando plantas mejor adaptadas al estrés hídrico. Por último, sería recomendable en una zona regable adaptar la planificación de cultivos a la disponibilidad de los recursos hídricos.
El empleo de energías renovables y el análisis del ciclo de vida de las producciones agrícolas en las explotaciones agrícolas de regadío tendrán cada vez más importancia, el primero por producir una reducción en los costes de producción y el segundo por ser la garantía sostenible de las producciones agrícolas ante los mercados nacionales e internacionales.
La superficie de regadío debe estar adaptada a la disponibilidad de agua, estudiando y valorando a nivel particular en cada región la realización de infraestructuras que permitan aumentar los recursos hídricos en ciertas zonas donde sea viable para el aprovechamiento de recursos de agua no convencionales (reutilización y desalación), como se reflejaba anteriormente, o infraestructuras que permitan trasvases de cuencas excedentarias a cuencas deficitarias. Todo esto, siempre que sea viable a nivel técnico, económico y medioambiental, tiene un gran impacto positivo en el desarrollo socioeconómico de la región.
Por último, el Agua No Registrada (ANR), es decir, aquella que no es consumida, registrada o autorizada, se minimice o elimine, supone un gran volumen y se debe trabajar para minimizarla o eliminarla.
En resumen, debemos impulsar un modelo de producción agrícola más sostenible, moderno y digitalizado para reducir el estrés hídrico en el regadío y hacer frente a los grandes retos del sector agrícola.