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¿Por qué el fracking NO es ni puede ser la opción?

Sobre el blog

Maria Eugenia Rinaudo Mannucci
Analista Ambiental e investigadora del cambio climático en América Latina. Actualmente trabajo en el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Bogotá, Colombia.

El planeta ha estado en constantes y graves riesgos desde la aparición “Homo tecnologicus”, ese ser humano envuelto en la industrialización, la tecnología y la insostenibilidad. A partir del impulso de la Revolución Industrial, ha sido evidente el saqueo de recursos naturales que ha realizado la civilización. El crecimiento de la humanidad se ha hecho a expensas del territorio, acabando poco a poco con la naturaleza y con los ciclos naturales del planeta. Estamos inmersos en una especie de involución, donde existen por doquier crisis ecológicas originadas por el hombre: cambio climático, contaminación, deforestación y ahora el fracking.

Pero, ¿en qué consiste esta técnica? La misma permite aprovechar al máximo los pozos de gas natural, sin embargo, las repercusiones en el medio ambiente y en la salud, ha formado enormes controversias a nivel mundial, teniendo más preguntas que respuestas.

Con el uso de esta técnica, existen innumerables preocupaciones globales y una de las principales es respecto al agua residual

Desde el “boom” del fracking, he relacionado a esta técnica con el uso de la energía nuclear. Si miramos en retrospectiva y nos vamos hacia los años 70 y 80, recordaremos que en aquel entonces, la energía nuclear se impuso como “la solución a todos los problemas energéticos del mundo”. En esa época, los ecologistas se alzaron y alertaron sobre los peligros del uso de la energía nuclear (sobre todo haciendo alusión a los impactos que generan los residuos de los reactores nucleares). A pesar de que la energía nuclear no produce CO2, muy personalmente jamás he creído en que ésta sea la energía del futuro (teniendo a nuestro alrededor innumerables formas energéticas completamente verdes: solar, eólica, mareomotriz, biomasa, entre otros). Ya hemos sido testigos de numerosos accidentes en las plantas nucleares que dejan secuelas por decenas y decenas de años (los casos más sonados: Chernobyl y Fukushima). Actualmente, el uso de la energía nuclear va en descenso y muchos países están eliminando proyectos nucleares de sus agendas. Sin embargo, ¿el fracking tendrá las mismas o peores consecuencias que ha tenido la energía nuclear?.

Hace tan solo pocas semanas, Colombia le dijo “si” al fracking y aunque aún no está escrita la última palabra ya que varias organizaciones han hecho la petición de una moratoria, es sin lugar a dudas muy alarmante que este país tan rico en diversidad natural, quiera concretar acuerdos con esta alternativa. Para poder comprender esta situación compleja y ver con un poco más de claridad todo esto, hay que hacerse varias preguntas: ¿qué hay detrás del fracking? ¿qué tiene de positivo y negativo? y (a mi modo de ver la más importante), ¿estará Colombia (y el resto de la región) lista para el fracking?

Con el uso de esta técnica, existen innumerables preocupaciones globales y una de las principales es respecto al agua residual que queda de estas extracciones petroleras, las cuales tienen innumerables químicos peligrosos para la salud y calidad del medio ambiente. ¿Qué hacer con estas aguas peligrosas?, ¿a dónde van a parar?, ¿cómo reducir el impacto de las mismas?

Hacer una reflexión política, económica y ecológica de los riesgos de este método es esencial para la región latinoamericana pues el fracking produce gravísimos daños a los ecosistemas y recursos naturales, originando contaminaciones químicas en acuíferos (reservas de agua subterránea) y otros cuerpos de agua, así como también movimientos telúricos de gran magnitud. En cuanto al tema de la salud, se están certificando diversos casos de personas con cáncer originado por los fuertísimos tóxicos químicos que se implementan en dicha extracción, sin contar además, que la calidad de vida de los ciudadanos se ve visiblemente reducida.

Tal es el caso de California (Estados Unidos), donde el fracking ha sido utilizado durante décadas para “mejorar” la extracción de gas y petróleo. A pesar de que las autoridades ambientales de este estado “aseguran que en todo este tiempo, no se han observado anomalías o danos hacia el medio ambiente o la salud de sus ciudadanos”, lo que si es cierto es que últimamente (y cada vez con mayor insistencia), las comunidades sufren a diario por estas extracciones: escasez de agua, pésima calidad del agua, enfermedades y perdidas económicas (se calcula que las construcciones, tanto viviendas como comercios, se han devaluado en un 70% debido a los intensos problemas originados por el fracking).

¿Qué hacer con estas aguas peligrosas? ¿A dónde van a parar? ¿Cómo reducir el impacto de las mismas?

El objetivo de Colombia al usar el fracking, es el de aumentar las reservas nacionales de gas natural en el país. A pesar de que al momento de dicho anuncio, se asevero que el reto será proteger al medioambiente por medio de técnicas de máxima seguridad para evitar riesgos al momento de hacer las perforaciones, la interrogante que surge es ¿tendrá Colombia la capacidad para evitar riesgos ecológicos al realizar fracking?.

Personalmente considero que Colombia es un país hermoso, con una diversidad de vida increíble que debe ser protegida y no puede ser “vendida al mejor postor”. Creo que debe realizarse un estudio exhaustivo de las consecuencias ambientales y sociales que tendrán estas perforaciones para uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo.

El fracking no es la opción. Ni en Colombia ni en ningún otro país del mundo…