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La sostenibilidad es el pilar en la conservación del agua

Sobre el blog

Maria Eugenia Rinaudo Mannucci
Analista Ambiental e investigadora del cambio climático en América Latina. Actualmente trabajo en el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Bogotá, Colombia.
  • Agua, ese recurso que mueve todo y a todos
    Agua, ese recurso que mueve todo y a todos

La naturaleza cortoplacista del ser humano nos ha llevado a graves dificultades globales, producto de la peligrosa crisis de valores y conocimientos. Los problemas ambientales de hoy no pueden verse como una suma de estos, sino como la interacción de todos ellos. El holismo que existe en esta interrelación es absoluto y merece que nosotros, como especie “élite” le prestemos atención.

En los años 90 no teníamos suficiente habilidad para cuantificar la influencia humana en el clima global, ahora si la tenemos. ¿Cuál es nuestra excusa?. Diversos son los desafíos a los cuales nos enfrentamos que destruirán la visión del mundo actual que tenemos. El cambio climático, la contaminación, la deforestación, la pérdida masiva de biodiversidad, entre otros tantos factores, hacen que uno se siente y piense ¿cómo es posible que hayamos llegado hasta aquí?.

Ciertamente resulta más fácil conservar que revertir procesos cuando el daño ya fue causado y en este contexto, quisiera mencionar a un recurso vital, usado a diario por todos nosotros (¡no sabemos la dicha que tenemos!) y el cual sin él, no podríamos estar hoy y aquí: el agua.

La pobreza se asocia a falta de este vital recurso y a los impactos del cambio climático. Este vínculo es fuerte y estrecho. Muchos pobres del mundo ya comienzan a sentir los efectos negativos de este fenómeno global y la escasez del agua es un punto lamentablemente principal dentro de toda esta historia.

Es necesario que países en vías de desarrollo analicen estrategias para no repetir errores de los países desarrollados

A pesar de que el ser humano en su afán de querer “controlarlo todo”, quiera intervenir también al agua, transformando ríos, humedales, mares, océanos; será una tarea muy difícil puesto que el agua no puede controlarse y en virtud de nuestra dependencia es necesario pasar de caminar a correr.

El mensaje de esto es clave, está en la misma sociedad. Ha llegado la hora de emprender planes de sostenibilidad y estrategias de adaptación que permitan conservar, manejar adecuadamente y prevenir los impactos causados por el cambio climático. Sin embargo, para lograr esto debe existir una transformación en nuestra cultura.

Y es que esa cultura se transforma cuando somos capaces de mirar como especie, de pensar como comunidad y de actuar como planeta. Nuestros ancestros tenían una cultura y relación mucho más estrecha con la naturaleza y con el agua. Debemos dejar que el tema ambiental nazca del corazón porque necesitamos de todos los servicios ambientales para sobrevivir.

Desastres naturales afectan a más de 200 millones de personas cada año y muchos de estos fenómenos podrían evitarse si existiera la proposición de cada ciudad en hacerse “verde” (por cierto, ninguna ciudad ha fracasado cuando se ha propuesto esto). La cobertura vegetal, los bosques y plantas brindan una especie de colchón a muchísimos impactos del clima y garantiza de una forma u otra, el abastecimiento del vital recurso agua para las comunidades aledañas.

La cobertura de bosques a nivel global es un buen indicador de biodiversidad y salud climática. La misma disminuyo en 1.4 millones de km2 entre 1990 y 2010. Se estima que el costo  global de esta pérdida oscila entre 2 y 5 billones de dólares al año. En parte, detener la deforestación debe ser prioridad para mitigar el cambio climático y asegurar agua para el planeta. La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de tres arboles por habitante. La ecología dinamiza la economía.

En virtud de esto, necesitamos innovar económicamente. Debemos centrarnos en una economía basada en el conocimiento y esto se logra si la comunidad es protagonista de la transformación que se necesita para mejorar su propia calidad de vida y la calidad del ambiente que le rodea.

Sabiendo todos los efectos que el cambio climático tiene sobre el planeta, es vital formular programas de desarrollo VS. los escenarios futuros y sus consecuencias directas como la sequía, las inundaciones y el desabastecimiento de agua y alimentos, entre otros.

La capacidad de autorregulación de la Tierra se está quedando “corta” frente a la grave crisis ambiental que presenciamos hoy día

Para esto, es necesario que países en vías de desarrollo analicen estrategias para no repetir errores de los países desarrollados. Los políticos no deben ver las políticas climáticas y ambientales como gastos, sino más bien como inversiones: por ejemplo innovar en planes de adaptación al sector hídrico y gestión de riesgos.

Necesitamos prepararnos ahora como sociedad y humanidad, para los cambios que vendrán dentro de 20 o 30 años, pero se nos dificulta mucho ver los cambios que podría haber en el planeta en ese tiempo. ¿Cómo cambiar nuestra actitud?. ¿Cómo pasar de la conveniencia a la convicción?.

Fritjof Capra, un reconocido físico austriaco dijo hace tiempo: “la principal tarea en el nuevo siglo, será aplicar nuestro conocimiento ecológico y pensamiento sistémico al rediseño fundamental de nuestras tecnologías e instituciones sociales, para así cerrar la brecha actual entre el diseño humano y los sistemas ecológicamente sostenibles de la naturaleza”.

La capacidad de autorregulación de la Tierra se está quedando “corta” frente a la grave crisis ambiental que presenciamos hoy día. Debemos entender que no podemos traspasar los umbrales límites del planeta, los cuales significan en algunos casos cambios lentos pero con acciones fuertes.

La sostenibilidad de los servicios ecosistémicos debe ser un eje central en las decisiones que se tomen sobre la gestión del territorio y en general del planeta. Los ecosistemas y recursos naturales deben verse como fuentes de eco-sostenimiento para la vida y para el desarrollo.

La humanidad ya casi se ha quedado sin tiempo de abordar el cambio climático y los graves retos socio-ambientales que vienen con él. Debemos reaccionar ahora y me siento orgullosa de una generación juvenil que ha venido haciendo esfuerzos importantísimos, innovadores y mundiales para sensibilizar a la gente que aún le cuesta creer que nuestro planeta esté en riesgo (-y nosotros con él-).

El año 2015 tiene que ser un año ejemplar. Un momento en el que definamos las estrategias necesarias para la salud climática que necesita el planeta. La sostenibilidad está frente a nosotros, basta tomarla en serio.

La COP-21 que se desarrollara en Paris a finales de este ano, debe ser un punto de inicio crucial para que los políticos, científicos y sociedad civil se unan en pro de un común denominador: la Tierra. No podemos esperar más. Tomemos los avances que se han hecho hasta ahora, trabajemos en ellos y formulemos esperanzas para la humanidad y el planeta. No quedemos como la generación que supo todo lo que ocurría y no hizo nada para detener el “bullying ambiental”.

Si la gente está dispuesta a repensar los paradigmas, se pueden lograr grandes cambios. Pasemos de victimas a protagonistas. A la hora de la verdad, dependemos de la naturaleza…