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Gestión eco-hidrológica y bosques de cabecera: una alianza de éxito

Sobre el blog

María González Sanchis
Doctora Ingeniera de Montes Grupo ReForest IIAMA-UPV
  • Gestión eco-hidrológica y bosques cabecera: alianza éxito

Los bosques juegan un papel fundamental en la regulación del ciclo hidrológico, derivado fundamentalmente de su efecto directo en procesos como evapotranspiración, infiltración y escorrentía. Son por tanto capaces de amortiguar fenómenos meteorológicos, pudiendo llegar a mitigar los fenómenos extremos y reducir los efectos del cambio climático en los recursos hídricos.

Este rol es de sobra conocido tanto en el mundo académico como en el de la explotación de los recursos hídricos, ya que una gran parte del agua potable mundial proviene precisamente de zonas forestales.

El estado de conservación de las zonas de cabecera tiene una enorme influencia en la disponibilidad y calidad de los recursos hídricos aguas abajo

Estas áreas se sitúan en su mayoría en las partes altas de las cuencas hidrográficas, y se caracterizan por ser terrenos abruptos donde la expansión urbanística e industrial resulta compleja, lo que reduce sus posibilidades de ocupación y desarrollo en comparación con los tramos medio y bajo de la cuenca. El estado de conservación de las zonas de cabecera tiene por tanto una enorme influencia en la disponibilidad y calidad de los recursos hídricos aguas abajo.

De hecho, incide directamente en el incremento o disminución de la disponibilidad de agua, ya que no nos olvidemos de que el efecto directo que ejerce el bosque sobre la evapotranspiración lo convierte también en un importante consumidor de recursos hídricos.

Disponer de unas zonas de cabecera con densidades y estados de vegetación óptimos, resulta fundamental para hacer frente al nuevo escenario que augura el cambio climático

Por ello, disponer de unas zonas de cabecera con densidades y estados de vegetación óptimos resulta fundamental, no sólo para el abastecimiento actual de agua, sino para hacer frente al nuevo escenario que augura el cambio climático.

El papel de las administraciones en la gestión de los bosques de cabecera

En este sentido, cabría esperar que las administraciones prestaran una especial atención a estas zonas boscosas de cabecera por ser una de las principales abastecedoras de agua. Sin embargo, por desgracia esto no siempre es así, o al menos no lo es en el caso del territorio español.

Desde los años 60, el alejamiento de la población de las zonas rurales ha provocado una expansión y densificación del bosque

Desde aproximadamente la década de los años 60, los cambios culturales y socio-económicos surgidos en España y en otras zonas del Mediterráneo, han ido paulatinamente alejando a la población de las zonas rurales, provocando una expansión y densificación del bosque en las mismas. Dicho crecimiento, si bien ha sido capaz en muchos casos de reducir la erosión del suelo, también ha generado un descenso del aporte hídrico a zonas bajas de la cuenca Mediterránea y un incremento del riesgo de incendios.


Imagen aérea de una parcela de la Sierra Calderona (Valencia)

La administración debería promover una gestión forestal que valore, además del riesgo de incendio o la regulación hidrológica, otros bienes como la resiliencia frente al cambio climático, la productividad o el valor paisajístico

Ante esta situación, la administración debería promover una gestión forestal que regule la densidad de los bosques de cabecera, atendiendo además no sólo al riesgo de incendio o a la regulación hidrológica, sino a otros bienes y servicios tales como la resiliencia frente al cambio climático (del bosque y de la cuenca), la productividad, el valor paisajístico, etc.

En definitiva, se trata de poner en valor el papel protector de estos bosques de una forma práctica, y evitar así la necesidad de abandono de estas zonas rurales por la falta de actividad económica. No obstante, la realidad es otra, y la mayor parte de estos ecosistemas carecen de gestión forestal, limitándose ésta a la creación y mantenimiento de áreas cortafuegos.

La gestión forestal se enfrenta a dos desafíos: el factor de la baja productividad y la percepción que la sociedad tiene de la propia gestión forestal

Los desafíos de la gestión forestal

Es necesario reconocer, que la gestión forestal no resulta fácil para la administración, la cual se enfrenta a dos importantes desafíos:

Por un lado, nos encontramos con el factor de la baja productividad de estos bosques, sobre todo aquellos localizados en áreas áridas y semi-áridas. Dichas zonas se sitúan en una estación con baja capacidad de producir un volumen de madera suficiente, como para que la gestión si no resulta rentable, al menos no produzca un déficit económico.

El alejamiento paulatino del mundo rural, nos hace contemplar el bosque como un elemento sagrado en el que cortar un árbol resulta tremendamente impopular

Por otro lado, se encuentran con la percepción que la sociedad tiene de la gestión forestal, más allá de la campaña de prevención de incendios forestales. El alejamiento paulatino del mundo rural, nos hace contemplar el bosque como un elemento sagrado en el que cortar un árbol resulta tremendamente impopular.

El problema de la productividad puede mitigarse si se realiza una gestión multi-objetivo real que incluya, cuantifique y valore otros beneficios además de los actualmente incluidos en el mercado

Soluciones

Ambos desafíos requieren la actualización de conceptos y enfoques a la hora de plantear las políticas medioambientales.

El problema de la productividad puede mitigarse si se cambia el enfoque de la gestión forestal y sus beneficios, realizando una gestión multi-objetivo real que incluya, cuantifique y valore otros beneficios además de los actualmente incluidos en el mercado (madera, corcho, pulpa, etc).

En este sentido, existen iniciativas como la que estamos desarrollando en el proyecto LIFE RESILIENT FORESTS, que persiguen el diseño y desarrollo de una herramienta de soporte a la decisión para la gestión forestal multi-objetivo de zonas de cabecera incluyendo, cuantificando y valorando económicamente beneficios como productividad, riesgo de incendio, producción de agua, resiliencia climática, etc, tratando además de crear oportunidades económicas a las poblaciones colindantes.


Parcela ubicada en la Sierra Calderona (Valencia) donde se realiza gestión forestal.

En cuanto a la percepción social, es un problema bastante arraigado en las zonas poco productivas, en las que precisamente por no existir apenas gestión forestal la sociedad no normaliza el concepto y lo percibe como algo negativo. Por tanto, es necesario realizar un esfuerzo y explicar a la sociedad, los beneficios derivados de realizar dicha gestión y que ayudaría en gran medida, a cambiar el enfoque e incluso incentivaría su demanda.

Para hacer frente a estos retos, es imprescindible que los diferentes agentes sociales nos coordinemos para ayudar a cambiar la visión de la gestión forestal

Para hacer frente a estos retos, es imprescindible que los diferentes agentes sociales - sector académico, administrativo, técnico y de educación- nos coordinemos e involucremos para ayudar a cambiar la visión sobre la gestión forestal, desde las edades más tempranas hasta el adulto con derecho a voto.

En definitiva, nos encontramos en un cambio de paradigma acerca de la relación con nuestros ecosistemas forestales, por lo que es necesario actuar y desarrollar estrategias para mejorar su conservación y mitigar los impactos del cambio climático sobre los mismos. Hoy los bosques nos piden ayuda, mañana tal vez sea tarde.

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