A los primeros filósofos de Grecia se les suele llamar “filósofos de la naturaleza” porque, ante todo, se interesaban por la naturaleza y por sus procesos; es la Filosofía quien se encarga de darnos a conocer lo que nos rodea de una manera diferente a como todos la vemos.
“Filosofar es pensar en el mundo y pensarse en él-nos dice Sergio Sinay- como parte del mismo y de sus fenómenos. Es pensarse entre otros, con otros. Es asombrarse de ser parte de un misterio y es responder a ese asombro haciendo de la propia vida una respuesta a las preguntas que se nos abren cuando vivimos despiertos.”
Los primeros pensadores griegos tenían en común la creencia de que existía una materia primaria, que era el origen de todos los cambios. De esta manera, la filosofía se independizó de la religión.
Podemos decir que los “filósofos de la naturaleza” dieron los primeros pasos hacia una manera científica de pensar, desencadenando todas las ciencias naturales posteriores.
El primero del que oímos hablar es Tales, de la colonia de Mileto, en Asia Menor quien opinaba que el agua es el origen, principio o arché (arjé) de todas las cosas, es la fuerza vital.
Su teoría contribuiría a la elección del agua como sustancia primordial, capaz de transformarse en los diferentes estados: líquido, gaseoso y sólido, como dedujo al observar la transformación del fluido en mármol dentro de las cavernas.
El segundo es Anaximandro, que también vivió en Mileto. Pensaba que nuestro mundo simplemente es uno de los muchos mundos que nacen y perecen en algo que él llamó «lo Indefinido», el áperion, en su sentido etimológico el á- peiron, es lo que no puede limitarse, y por lo mismo no tiene forma.
Un tercer filósofo de Mileto fue Anaxímenes (aprox. 570-526 a. de C.) que opinaba que el origen de todo era el aire o la niebla.
Los tres filósofos de Mileto pensaban que tenía que haber una -y quizás sólo una- materia primaria de la que estaba hecho todo lo demás.
Retomando la mirada de Tales, el agua es una materia primordial, de la que ha surgido la abigarrada y polimorfa multiplicidad de los seres. Hoy sabemos que ella es el componente más abundante de la superficie terrestre. Nos permitimos enaltecerla poética y filosóficamente. La colombiana Pilar Velez, nos dice que la poesía y la filosofía tienen lazos muy estrechos donde se cosen el pensamiento, la razón, la metáfora, la imaginación, los sueños, la inspiración y la realidad .Esta visión es la que nos ofrece Octavio Paz en su obra “Pasado en claro” donde la épica, la religión y la filosofía se convierten en los ejes primordiales de su obra:
“…Atónita en lo alto del minuto
la carne se hace verbo —y el verbo se despeña.
Saberse desterrado en la tierra, siendo tierra,
es saberse mortal. Secreto a voces
y también secreto vacío, sin nada adentro:
no hay muertos, sólo hay muerte, madre nuestra.
Lo sabía el azteca, lo adivinaba el griego:
el AGUA es fuego y en su tránsito
nosotros somos sólo llamaradas.
En la antigüedad, se razonaba sobre la verdad y el amor a la sabiduría. Se le dio a la poesía un carácter influyente, porque se entendía que estaba más cerca de la verdad.