La preparación de la comuna de París para lograr sanar el río Sena tomó años y millones de dólares en infraestructura sanitaria. El objetivo era no solo lucirse ante el mundo utilizando al río como parte de la decoración el día de la inauguración, sino también usarlo para llevar allí las pruebas de natación como parte del triatlón. Qué mejor lugar para hacer las competencias de natación que el icónico río Sena, escena de tanta historia.
Tal era la confianza de las autoridades ante las obras realizadas, que el 17 de julio, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, nadó en el río para demostrar a propios y extraños que la calidad de las aguas era tal que no le daba ningún temor adquirir algún tipo de enfermedad de origen hídrico y así vencer una prohibición emitida desde el año 1923 de no nadar en el río. En esos días, transcurría el verano francés y el sol salía radiante, de tal manera que el caudal del río se mantenía constante y bajo. La medición de los parámetros indicaba en la última semana de junio que las concentraciones de la bacteria fecal Escherichia coli estaban por debajo de los umbrales reglamentarios en los cuatro puntos de control.
Semanas antes, solamente un punto de control mostraba una concentración superior al umbral de las 1.000 unidades de colonias por cada 100 ml, límite fijado por las federaciones deportivas internacionales para dar luz verde a las pruebas. La concentración de enterococos, la otra bacteria fecal que se mide para autorizar o no las pruebas deportivas y el baño, estaba por debajo de los umbrales reglamentarios.
Pero toda la preparación minuciosa no contó con la presencia de una actriz impredecible: la lluvia. El día de la inauguración de los Juegos el 26 de Julio y el día siguiente, París fue azotado por una lluvia torrencial que no estaba en los planes. ¿Pero para qué preocuparse? Las autoridades e ingenieros de la ciudad estarían confiando en que la infraestructura construida no permitiría que el agua de exceso cayera en el río. Esta obra consistió en un gigantesco cilindro de hormigón de 50 metros de diámetro a una profundidad de 30 metros con una capacidad de 50,000 metros cúbicos. Los ingenieros sanitarios franceses habrán diseñado esta obra de contención o amortiguamiento en las afueras de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, contando con periodos de retorno factibles económicamente. Contar con una lluvia extraordinaria precisamente en los pocos días que duran unas olimpiadas era impensable. Sin embargo, el volumen de aguas de lluvia superó el volumen de contención y el exceso de agua se vertió en el río, contaminándolo. Pero además, hubo desbordes por los pozos de visita del alcantarillado y barrido de las lluvias por las calles parisienses.
La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) explicó lo siguiente: “Los episodios de lluvia intensa (más de 20 mm en un día) aumentan el riesgo de mala calidad de las aguas de baño debido a la movilización de la contaminación procedente de desbordamientos de alcantarillado, inundaciones o escorrentías superficiales, con los correspondientes posibles impactos en la salud de los bañistas”.
Y eso fue precisamente lo que sucedió. Claire Michel, la atleta belga que participó en una prueba de triatlón el 31 de julio durante los Juegos Olímpicos 2024 realizados en París, Francia, tuvo que ser internada en un hospital durante cuatro días manifestando un cuadro de diarreas y vómitos. Tyler Mislawchuck, triatleta canadiense, afirmó a la prensa que no vomitó una sino diez veces, en los últimos 4 kilómetros de la prueba sobre el río Sena y Ángela Martínez Guillén, de España, afirmó que se estaba preparando mentalmente para sumergirse en un río contaminado y “plagado de ratas y cadáveres”.
El malestar de los atletas hizo que se procediera al plan “B” y se trasladaran las pruebas a albercas con agua no contaminada, pero ya el “glamour” de haber hecho las competencias en el río se había esfumado.
Al decir de varias organizaciones ambientalistas francesas, “Lo que tiene que quedar claro es que este caso puntual y de mucha visibilidad por los Juegos Olímpicos no es una excepción, es frecuente en muchos ríos. No hay saneamiento ni tecnología que pueda asegurarnos aguas limpias ante un cambio climático que empieza a exponer la vulnerabilidad de los sistemas hídricos”, reflexionó Rafael Seiz, coordinador del Programa de Agua de la organización conservacionista WWF.
Por su parte, las autoridades francesas, continúan con su plan de conseguir que en el futuro se abran varios espacios para que los turistas nacionales y extranjeros puedan bañarse en el Sena, lo que requerirá seguramente una inversión cuantiosa y sostenible.
Ojalá que logren sus objetivos y así ninguna persona más se enferme, por ingerir aunque sea sorbos de agua contaminada del río, pues esto es suficiente para producir diarreas y vómitos.