El acceso a agua y saneamiento es un derecho humano y un Objetivo del Milenio (ODS 6). Sin embargo, en la actualidad en Argentina al menos unas 5 millones de personas no cuentan con acceso a agua potable en sus viviendas y unos 300.000 hogares no disponen de baño (ni un hueco). En términos relativos, las zonas rurales, las villas de emergencia y los asentamientos de conurbano son las más afectadas. Existieron y existen soluciones a estos problemas, pero cabe preguntarnos: ¿Por qué las soluciones propuestas no resuelven el problema de manera sistémica y estructural?
Según el proyecto de investigación Gestión de Conocimiento sobre Agua en Argentina (GECOA), las formas en que las familias acceden al agua (por red pública, camión cisterna, pozo, sistema de cosecha de agua u otros) presentan una fuerte correlación con los niveles de Necesidades Básicas Insatisfechas. Así, por ejemplo, aquellas familias que acceden al agua por medio de canillas comunitarias, un 51% son pobres estructurales. Cifras similares surgen al analizar formas como la provisión por camión cisterna u otras opciones, donde las personas no acceden a la cantidad de agua suficiente y de calidad para mejorar o sostener un buen nivel de vida.
A partir de un relevamiento nacional de 115 experiencias públicas y privadas orientadas a brindar acceso a agua y/o saneamiento realizado por el proyecto GECOA, encontramos que solo un 10% se refieren a saneamiento (duchas, baños secos, desagües, etc.) y un 70% de las iniciativas son sobre acceso a agua segura o potable en zonas rurales, principalmente. El 20% restante tratan sobre mantenimiento de recursos hídricos, educación ambiental, plataformas virtuales, centros demostrativos de tecnologías, entre otras cuestiones. Es decir, el acceso a agua es priorizado antes que el acceso a saneamiento. Y particularmente, el acceso a agua presenta algunas opciones y formas de gestión social del servicio. Ahora bien, ¿cómo son las soluciones de agua y saneamiento propuestas para las zonas rurales dispersas de nuestro país?
‘Soluciones de plástico’, malas soluciones
Las zonas rurales son las más afectadas por la ausencia de servicios de agua y saneamiento. En las zonas rurales aisladas y/o dispersas de Argentina, la postal típica es ver mujeres, jóvenes y niños acarreando agua con mulas o a pie desde un pozo o canilla comunitaria hasta sus hogares. Esta actividad implica unas 4 a 6 horas diarias (SEDCERO, 2014). Las familias transportan el agua hasta sus casas y la estoquean en diferentes tachos, cisternas o aljibes. Y generalmente, los bidones que se utilizan para trasladar el agua de un punto al otro, fueron previamente usados con agroquímicos.
Particularmente, las ‘soluciones de plástico’ como las cisternas, los bidones y/o los filtros de plástico, son una respuesta rápida y fácil de ejecutar. El Estado nacional y los gobiernos provinciales y locales, algunas ONG y empresas privadas proveen estas soluciones desde hace décadas como forma paliativa para brindar agua (en realidad un medio para que las familias ‘se las rebusquen’ para conseguir ‘algo’ de agua).
La calidad de agua no suele ser trabajada por las instituciones, salvo por algún filtro bacteriológico, que poco y nada puede hacer ante la existencia de arsénico, flúor y otros minerales que existen de forma natural en las fuentes de agua subterráneas y superficiales de Argentina. Las soluciones de plástico en las zonas rurales no duran mucho tiempo. Asimismo, estos artefactos no resuelven los problemas de acceso a agua de calidad y en cantidad, ni solucionan la pérdida de tiempo de las familias para buscar este preciado bien. Sobre el saneamiento…bien gracias!
Y, por si el escenario no fuese suficientemente hostil, estas tecnologías de plástico se han convertido en verdaderos instrumentos de política clientelar, donde las lógicas del poder local o regional negocian estos plásticos por votos.
Soluciones Sistémicas de A&S: ‘hechas para durar’
En contraposición a las soluciones paliativas, puntuales y asistencialistas, existen otras iniciativas que buscan diseñar y planificar soluciones sistémicas a los problemas de acceso a agua y saneamiento en las zonas rurales aisladas y dispersas. En los últimos años, en el marco del Programa SEDCERO, un colectivo de organizaciones públicas y privadas venimos repensando las estrategias para resolver estos problemas desde las realidades locales, y articulando y coordinando capacidades de diferentes universidades, instituciones de I&D, organismos públicos, ONG, movimientos y asociaciones de agricultores, empresas y otros actores sociales.
Esta nueva perspectiva se basa en el concepto de Sistemas Tecnológicos Sociales, es decir, formas de diseñar, producir, implementar y evaluar tecnologías (artefactuales, de proceso y organizacionales) orientadas a la resolución sistémica de problemas sociales y/o ambientales en clave de desarrollo inclusivo sustentable. Se vinculan a la generación de capacidades de resolución integral de los problemas, antes que a la resolución de déficits puntuales y fragmentarios.
Esta concepción ha permitido que comunidades rurales en situación de pobreza estructural puedan construir y gestionar socialmente sus sistemas de agua y saneamiento. Un ejemplo, es el proyecto Derecho de Acceso a Bienes: Agua para el Desarrollo (DAPED) - coordinado por el Consorcio Público INTA-UNQ, financiado por el BID-. En el caso DAPED, se busca que las familias puedan desarrollar nuevas capacidades en tres niveles: (1) de organización comunitaria, (2) de planificación y evaluación colectiva y (3) de construcción de obras de agua y saneamiento. Estos tres niveles se desarrollan a la par, generando mecanismos de organización comunitaria, al mismo tiempo que se capacitan sobre temas como albañilería, electricidad y construcción. El proyecto brinda espacios a la comunidad para que puedan probar y evaluar diferentes tecnologías y debatir sobre cuáles son mejores para su localidad en términos de calidad, cantidad y sustentabilidad. Y, colectivamente, definen mecanismos para la toma de decisiones y para resolver conflictos, se organizan para realizar las construcciones casa por casa (se apunta al 100% de cada comunidad), y para trabajar otros problemas locales como producción y comercialización, mejoramiento habitacional, entre otros temas.
Estas propuestas, a diferencia de las plásticas, buscan no sólo construir infraestructura, sino organizar a los territorios para la solución colectiva de sus problemas. Como resultado, se logra empoderar y autonomizar a las comunidades rurales y generar procesos de desarrollo endógeno, creando condiciones crecientes de resolución de problemas identificados por las mismas comunidades.
En este Día Mundial del Agua es importante contribuir al debate sobre las opciones de solución que estamos generando en los territorios y plantear el diseño estratégico de políticas y acciones que resuelvan de manera sistémica las problemáticas de acceso al agua y saneamiento orientadas a generar procesos de desarrollo inclusivo sustentable en Argentina y la región.
¡El agua es un derecho humano, agua para el desarrollo!