No es un hecho muy conocido fuera de nuestra ciudad que el 19 de junio se van a “conmemorar” cincuenta años de que el Gobierno Civil de Toledo, en cumplimiento de la correspondiente circular de la Dirección General de Sanidad, ordenó a todos los municipios ribereños del Tajo en la provincia de Toledo que prohibieran el baño en el río. El motivo era la contaminación que se llevaba detectando desde hacía unos años, y que provocaba enfermedades cutáneas e intestinales en los bañistas. En ese momento se colocaron carteles bien visibles en cada municipio. En el caso de Toledo, desaparecieron de un plumazo las fotografías veraniegas de familias bañándose en las playas de Safont o de las competiciones del Club Náutico de Toledo, habituales en el río durante décadas.
¿Y qué ha pasado desde entonces? Pues todo y nada. A pesar de que las tecnologías de depuración se han desarrollado mucho en este medio siglo, la calidad del agua del río no parece haber mejorado, dado que no se ha revertido la orden de prohibición. Por ejemplo, la presencia de espumas aguas abajo de los distintos azudes situados en el meandro del Tajo a su paso por Toledo ha dejado de ser un hecho anecdótico, para convertirse en una estampa casi habitual en las imágenes que toman los turistas con sus móviles. Y lo peor es que solo son la punta del iceberg de toda la problemática que sufre el río por su elevado grado de contaminación y su caudal insuficiente.
La presencia de espumas aguas abajo de los azudes del meandro del Tajo a su paso por Toledo ha dejado de ser un hecho anecdótico
En este sentido, ninguno de los estudios realizados ha sabido determinar el origen concreto de esta espuma, proponiéndose una combinación de factores: vertidos industriales puntuales con tensoactivos, vertidos urbanos sin depurar o deficientemente depurados o vertidos agrícolas, con el aporte de burbujas de aire en zonas donde el agua circula en flujo turbulento.
Estas espumas son la señal más visible de que el río Tajo se encuentra al límite de sus posibilidades, debido, según muchos expertos, como los que se engloban en el “Grupo de Investigación del Tajo”, a una gestión deficiente que favorece un alto grado de contaminación y la falta de un régimen de caudales ecológicos real y adecuado. Este grupo de investigadores pretende contribuir desde hace casi una década a la recuperación del buen estado ecológico del río. En consonancia con las tesis de la Directiva Marco del Agua o de los ODS de la ONU, pretende ayudar a convertir el paradigma tradicional hidráulico, en el que el agua es solo un instrumento económico y productivo, dándole un enfoque más participativo, donde los ríos son elementos vertebradores y fuentes de vida. Así, muchos análisis han llegado a la conclusión de que el río Tajo tiene, entre otros, tres impactos principales, como son el ciclo integral del agua en la Comunidad de Madrid, el Trasvase Tajo-Segura y la producción de energía hidroeléctrica. No parece razonable que por determinados usos el río más largo de la Península Ibérica se quede prácticamente inservible en cientos de kilómetros de su tramo medio, no llevando el agua suficiente para garantizar su estado hidrológico y ecológico.
Las soluciones pasan por incrementar sustancialmente los caudales mínimos del río a su paso por Toledo (por encima de los que aparecen en el Borrador del Proyecto del Plan Hidrológico del Tajo 2022-2027), de manera que sean realmente las cantidades mínimas de agua que deben circular por el río en cada época del año para que se mantengan y mejoren los hábitats y especies de la zona. Además, sería casi obligatorio que este aumento de caudal proviniese de los embalses de cabecera, como ocurre en Aranjuez, y no del Jarama, que se encuentra más degradado. También sería deseable que el río pudiera tener un régimen hidrológico natural, alternando crecidas y estiajes. Como prueba de la ausencia del mismo, mencionar que debido a una DANA ocurrida el pasado septiembre en Toledo, hubo un arrastre de sedimentos por parte de un arroyo, y el cono aluvial formado no va a poder ser arrastrado aguas abajo por el río.