La zarina del agua en California: una visión pragmática
El diario Pasadena Now recoge la presentación realizada por la Sra. Felicia Marcus, presidenta del Consejo de Control de los Recursos Hídricos de California, la más alta autoridad en la gestión de los recursos hídricos, ante el Rotary Club de Pasadena, en la que manifiesta su visión global y pragmática de lo que cabe hacer frente a la sequía que afecta al estado. En palabras de la presidenta, la situación de la sequía en California es grave, realmente grave. ¿Hasta qué punto? Es la tercera peor sequía en la historia del estado, sobrepasada solo por las de 1977 y 1924, y es la peor de todos los tiempos en cuanto a su impacto se refiere. Se han abandonado más de 160.000 ha de terreno agrícola, se han perdido más de 17.000 puestos de trabajo agrícolas, el año 2013 fue el más seco de la historia, y el 2014 el más caluroso. Todos los embalses del estado registran unos niveles de agua bajos, y la cubierta de nieve de la Sierra, de donde procede una gran parte del agua, registra unos niveles bajos.
A pesar de todo ello, Felicia Marcus es sobre todo pragmática y un tanto optimista. Propone enfocar la situación con una visión amplia. En su opinión, nadie puede ser calificado de idiota por su forma de gestionar los recursos, por no realizar esta o aquella actuación. En su opinión, lo que cabe hacer es aplicar todas y cada una de esas posibles actuaciones. En su opinión “hemos de enfrentarnos a la realidad, no a la retórica”, indicando que California está haciendo eso, mediante una serie de iniciativas legislativas, un liderazgo local y numerosos planes de actuación hídrica. El estado está tan preparado como se puede estar, gracias a la previsión y la planificación adoptadas, aunque las incertidumbres de la lluvia y del tiempo hacen que la gestión de la sequía sea un asunto muy delicado. En último término, uno puede esperar a que llueva, o puede hacer planes para seguir sin que lo haga.
El último de los episodios más fuertes de El Niño ocurrió en el invierno de 1997-98 y ocasionó la pérdida de 17 vidas y de 550 millones de dólares en propiedades
El Niño provoca una creciente preocupación ciudadana
El diario San Jose Mercury News describe la creciente preocupación entre los habitantes de California ante la posible llegada del fenómeno de El Niño, prevista para el próximo otoño-invierno, especialmente considerando las pérdidas humanas y materiales que ha causado durante sus más recientes apariciones. Entre los desastres apocalípticos para los que los ciudadanos del estado se preparan regularmente (terremotos, sequías, fuegos y Carmageddon) la lluvia es la mejor recibida, a pesar de que fenómenos gigantescos como El Niño que se está gestando actualmente en el Pacífico puede traer su propio conjunto de calamidades: inundaciones, deslizamiento de tierras e hidroplanning.
Aunque tras cuatro años de sequía han hecho que los arroyos y ríos que desembocan en la Bahía de San Francisco solo lleven un hilito de agua, los meteorólogos están registrando en el Pacífico unas temperaturas de las más altas que se han registrado hasta el momento, lo que sugiere que El Niño puede abrir una gran manguera atmosférica en “jet stream” durante este invierno.
En toda la zona de la Bahía, los constructores de tejados y los encargados de la poda de árboles están tan ocupados en la preparación de la ofensiva que muchos de ellos han dejado de aceptar nuevos encargos. Por otra parte, los equipos de obras públicas están reparando las márgenes de los arroyos, limpiando los desagües de escorrentía y almacenando sacos de tierra como precaución. El último de los episodios más fuertes de El Niño ocurrió en el invierno de 1997-98 y ocasionó la pérdida de 17 vidas y de 550 millones de dólares en propiedades. Hizo que el torrente San Francisquito, llegara a la puerta de varios propietarios de Palo Alto. Más de 1700 propiedades de la penínsulas fueros dañadas cuando el torrente desbordó sus márgenes tras un mes de intensas lluvias.
Todo el mundo desea que este sea el diluvio que apague la sequía, aunque demasiada lluvia en un intervalo corto de tiempo puede inundar viviendas en zonas inundables, como las situadas a 2 km de San Francisquito Creek. En el corazón del sofisticado Silicon Valley, un saco rústico de tela y lleno de arena sigue siendo el arma más sofisticada para luchar contra las inundaciones. A menos que se construya una gran infraestructura técnica, los sacos de tierra son la solución más efectiva. Cuatro años de inviernos secos han generado en muchos propietarios el falso sentido de seguridad de que sus tejados aguantarán las intensan lluvias de El Niño, en palabras de un empresario del sector, cuya compañía contratará a 25 trabajadores adicionales, si consigue encontrarlos, razón por la cual sus equipos tienen una lista de espera de 2 meses. Lo que ocurre históricamente es que la gente espera a que comience a llover antes de llamar a la empresa de reparación. Para entonces ya es demasiado tarde. Hará falta de un mes a 6 semanas para poder atenderles.
Con las intensas lluvias y los fuertes vientos de El Niño, techos que nunca llegarían a tener goteras comienzan a tenerlas muy graves
Con las intensas lluvias y los fuertes vientos de El Niño, techos que nunca llegarían a tener goteras comienzan a tenerlas muy graves. Los daños por inundación no están cubiertos por las pólizas de seguro normales. Las gentes hablan de prepararse físicamente para el desastre, pero no hablan frecuentemente de prepararse financieramente. Incluso si no están obligados a ello, por estar en zona inundable, no quiere decir que no sea una buena idea contratar una póliza de seguro contra inundaciones, para lo que se requieren 30 días de anticipación.
Los embalses como solución a la sequía
Un excelente artículo del diario San Francisco Chronicle analiza la gran controversia y los diferentes puntos de vista existente tras las diversas propuestas consideradas en California para resolver las futuros episodios de sequía y muy en particular la construcción de nuevos embalses como forma de regular los recursos superficiales que ahora son regulados de forma natural mediante los espesores de nieve de la Sierra Nevada.
Bajo el impuso de la sequía, California se dispone a construir el sistema hídrico del siglo XXI. Las ideas fluyen en todas direcciones: ahorro, reutilización, desalinización, recarga de acuíferos, restauración de llanuras de infiltración y captación de escorrentía urbana. Pero el elemento más importante, el más caro y el más popular de todos ellos es precisamente el que has sido elemento básico del sistema hídrico del siglo pasado: los embalses. Incluso si las lluvias de El Niño aportan una abundancia de agua sobre el estado durante el próximo invierno, el impulso por construir nuevos embalses difícilmente desaparecerá.
El artículo analiza las ventajas y limitaciones de los 1400 embalses construidos en el estado y que han significado en muchos casos la afectación del medio físico y biológico natural, así como los progresos alcanzados en algunos casos con la regulación de agua en acuíferos, bajo la modalidad de bancos de agua. También describe las exigencias reglamentarias de las nuevas formas de financiación pública de futuros embalses, según las cuales un 50% de los beneficios habrán de corresponder al medio natural, a pesar del escepticismo de diversos estudiosos de la ecología y el medio natural que ven en esas medidas una excusa para compensar la dificultad de los agricultores para sufragar las grandes inversiones de construcción de nuevos embalses.
Los diferentes puntos de vista están sobre la mesa de debate y será cuestión de ver la dimensión que habrán de adoptar las respuestas a la sequía que ahora se registra y que puede seguir registrándose durante algún año más, así como a la afectación prevista de la regulación natural del espesor de nieve en las Sierras. La historia reciente lleva a pensar que el talante negociador de los californianos, aunque influenciado por las opciones políticas y económicas, llegará sin duda a un conjunto de soluciones, planificadas durante un cierto número de años, que dará satisfacción a casi todas las partes. Su tradicional pragmatismo y su firme convicción de que pueden resolver cualquiera de esos retos son ingredientes eficaces para asegurar el éxito.