El realismo mágico le debe mucho al río Mero, la presa de Cecebre y por ende a Aguas de Galicia. En efecto, esa presa ha dado mucho de que hablar, pues arrasó el celebérrimo “bosque animado” que Wenceslao Fernández Flórez hiciera inmortal… y desde que se inauguró en 1976 incumple las cláusulas esenciales de su concesión y, por tanto, la Ley de Aguas. A esta fantasiosa historia se le han añadido los personajes de una hidroeléctrica y un trasvase de aguas emponzoñadas desde la mina de Meirama.
La concesión obliga al Ayuntamiento coruñés a instalar una escala íctica en la presa y a dejar que circule un cierto caudal de agua para que salven el obstáculo el salmón, la lamprea, el reo o la anguila. Como reconocen los tribunales, esta obligación se recoge desde las Leyes de Pesca de 1907, 1913, 1929 y 1942, y por la Ley gallega de 1992. Vaya, un incumplimiento objetivo que es causa de caducidad del permiso, algo que Aguas de Galicia se niega a reconocer y que puede ocasionar responsabilidad a quien corresponda, ya se sabe, la comisión por omisión con todo las "presuntas" y "supuestas" presunciones presumidas de rigor.
El realismo mágico le debe mucho al río Mero, la presa de Cecebre y por ende a Aguas de Galicia
La solución es fácil: cumplir la Ley e instalar la escala y que funcione, pues hasta contamos con un proyecto de la Politécnica de Lugo a un coste de menos de tres euros por usuario, como refleja este informe nuestro: "Con la presa hemos topado: El río Mero bloqueado por la presa de Cecebre desde 1976"
Pero hete aquí que un émulo del bandido Fendetestas planea una lucrativa jugarreta:
En vez de recuperar un río de todos, se pregunta imitando la cara del maestro Alfredo Landa, “¿por qué no una minicentral que me rente unas buenas monedas al turbinar un agua pública, fechoría que forrará mis riñones hasta el año 2061 y que me puede dejar electrizado de placer?” Todo ello sin compasión ni ruegos de beata: “¡Alto, la minicentral o el río, me caso en Soria!”.
Ya no vemos la Fraga de Cecebre por donde se movió Fendetestas, sino los soportales de la plaza de María Pita y sus esquinas consistoriales, cosas del realismo mágico ese, que consigue que la hidroeléctrica aparezca y desaparezca de la agenda municipal por arte de birlibirloque, algo que ni en sus mejores sueños pudo fantasear D. Wenceslao.
El otro personaje es rectilíneo, magro y enjuto de carnes aunque bien lubricado presupuestariamente, con increíbles poderes administrativos. Se llama trasvase de Meirama. Este tubo de la risa ha logrado transformar una contaminante mina de carbón a cielo abierto en todo un “lago”, trasvase que será para consumo de boca de los coruñeses, pócima ponzoñosa que conseguirá que olvidemos la lluvia ácida y sus negros orígenes, pero que entre bombeos, contratas e informes seguro que a alguien le viene de perlas, cuyas carcajadas aumentan al saber que estamos ante un espacio natural protegido y que jamás se ha llegado al límite de seguridad en el abastecimiento desde el pantano de Cecebre, lo que permite aumentar el caudal ambiental para el río Mero que exige la normativa, posibilitando aún más la recuperación del río. Eso sí, como en un cuento de buenas noches, los promotores juran y rejuran por el Niño Jesús que el trasvase está limpio como el agua clara, mientras en el lago se contemplan embelesados de sí mismos
como Narciso.
¡Ah! Diremos que estos dos entrañables personajes no actúan solos y se coordinan muy bien para salirse con la suya… Y aquí se acaba la historia por hoy y puede que continúe con un nuevo personaje nada fabuloso: D. Ministerio Fiscal, representante del realismo a secas. Es algo más serio, pero no deja de tener su gracia (y Justicia).
El maestro Alfredo landa pondría esta cara al saber lo poco que cuesta hacer las cosas bien en Cecebre.
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