No, no hablamos del famoso grupo musical de la Movida madrileña, sino de algo preocupante: la parálisis en la gestión ambiental de nuestros ríos. La cuestión principal, otra vez más, sigue siendo la negativa oficial y de ciertos sectores económicos a darse por enterados de que la Directiva Marco del Agua (DMA) está para cumplirse y que en caso contrario tendremos consecuencias legales y pecuniarias serias.
Adolecemos de un retraso inexplicable e injustificable en la correcta adopción y aplicación de las obligaciones que conlleva la DMA
En efecto, adolecemos de un retraso inexplicable e injustificable en la correcta adopción y aplicación de las obligaciones que conlleva la DMA; presentamos a Bruselas unos documentos de ínfima calidad que solo puede recibir un sonoro y contundente “¡archívese!” que los arrumbe a los sótanos del Ministerio de Agricultura (dicen que de medio ambiente también); tratan de amparar a las especies invasoras contra toda evidencia científica, de descafeinar la Ley de Evaluación de Impacto Ambiental y de emplearla torticeramente para aquilatar contra legem el trasvase Tajo-Segura vulnerando una larga retahíla de sentencias, y de incumplir los compromisos internacionales que hemos asumido; también a los ríos les afecta lo que ocurra en el litoral, cuya demanda de agua residencial pone en serios aprietos los cauces y acuíferos, de ahí nuestra preocupación por la reforma de la Ley de Costas. Estos son solo unos ejemplos de la situación.
Se promueve con denuedo y tesón el crecimiento de la superficie de regadío, la clave del caos fluvial español
Ya tenemos resultados: 200.000 € diarios de multa más otros cien millones ya impuestos anteriormente por incumplir la DMA, dineral que daría empleo y riqueza al emplearse en restauración fluvial y en la reducción de superficie de regadío, quitando así presión a la olla hidráulica nacional. No hay atisbo de querer conseguir el buen estado ecológico de las aguas superficiales ni el buen estado químico de las aguas subterráneas. Al contrario, pese al trabajo de excelentes técnicos de algunos organismos de cuenca, siguen publicándose declaraciones de impacto ambiental positivas para despropósitos como aumentos de caudal que multiplican por veinte lo originalmente concedido. Se promueve con denuedo y tesón el crecimiento de la superficie de regadío, la clave del caos fluvial español, como la locura del pantano del Golondrón (Badajoz) para cultivos de secano de viñedo y olivar en la cuenca hiperembalsada del Guadiana, o la insistencia en los regadíos del Valdavia (Palencia) cuyos pantanos han sido declarados nulos de pleno derecho tras una larga lucha judicial a instancia nuestra, mientras que presenciamos el ansia hormigoneril que vuelve a la cuenca del Duero, que amenaza lo que queda de los ríos leoneses, aunque se les llamen “balsas”, risible manera de tergiversar el lenguaje.
Algunos números de nuestra revista RÍOS CON VIDA
A ello se le suma el que se haya frenado el declarar caducas concesiones abusivas como la del pantano de Almendra, que deja el río Tormes en un hilillo, la incapacidad para vigilar con denuedo las miles de captaciones, construcciones y vertidos clandestinos, o que se impulsen megaproyectos como el recrecimiento de Yesa o se liciten porque sí contratas periódicas para “limpiar” inútilmente los cauces tras las crecidas.
En ciertos despachos oficiales se esfuerzan por inejecutar las sentencias firmes que declaran ilegales ciertas obras hidráulicas públicas
En ciertos despachos oficiales se esfuerzan por inejecutar las sentencias firmes que declaran ilegales ciertas obras hidráulicas públicas, Mularroya a la cabeza, lo que demuestra el poco respeto que algunos políticos le tienen a la magistratura, salvo en los casos en que la sociedad civil se organiza y reclama con tesón ciertas mejoras, todo pese a los tasazos judiciales y la inaplicación de medidas cautelares, aspectos ambos que vulneran el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva. La política ambiental sufre un estado de parálisis al que respondemos con propuestas serias, elaboradas con una sólida base científica y proponiendo alternativas factibles y sensatas, como la declaración de reservas de dominio público hidráulico en las que no puedan otorgarse concesiones ni autorizaciones, siendo el río Almonte (Cáceres) el candidato principal y del que nada se sabe.
Frente a esta parálisis actuamos con decisión, estudio y en la medida de nuestras posibilidades. Como se ve, el movimiento se demuestra andando, algo que llevamos haciendo desde 1979.
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