Las dos depuradoras de Estocolmo, Henriksdal y Bromma, dan servicio a más de un millón de habitantes e industrias en la ciudad y en los municipios adyacentes. En lugar de considerar las aguas residuales como un residuo, se están convirtiendo en un recurso.
Durante el proceso de tratamiento de las aguas residuales, el material orgánico se separa del agua en forma de lodos. En total, las dos plantas producen cerca de un millón de toneladas de lodos al año. Cuando el lodo se trata en los digestores, se forma biogás, lo que resulta en una fuente constante de combustible para vehículos. En la actualidad, se producen unos 17 millones de metros cúbicos de gas bruto que se vende a Scandinavian Biogas, que lo transforma en combustible para vehículos. El biogás que no se convierte en combustible para vehículos se utiliza para calefacción y producción de energía eléctrica. La mayor parte del biogás que se produce en la depuradora de Henriksdal se utiliza para los autobuses urbanos de Estocolmo. Por su parte, el biogás para vehículos de la planta de Broma se vende, en parte desde un depósito fuera de la depuradora y en parte en otras estaciones de servicio en la ciudad, a taxis, turismos privados, autobuses y camiones de la basura. En general, el biogás supone mitigar las emisiones de más de 22.000 toneladas de dióxido de carbono al año.
Fertilizante para agricultura
Los lodos tienen un alto contenido en fósforo y después de su desecación, se obtienen unas 80.000 toneladas de lodos al año que pueden utilizarse como fertilizante. El objetivo es devolver al menos un 70% de los lodos a la agricultura, lo que supone 120 toneladas de fósforo cada año. El 30% restante se utiliza para restaurar los alrededores de minas. Los lodos obtienen certificación por Revaq, un sistema de certificación de la calidad que garantiza que los nutrientes para uso agrícola procedentes de las aguas residuales se producen de forma responsable y no contienen sustancias perjudiciales.
Obtener calor a partir de las aguas residuales
Las aguas residuales ya tratadas de Estocolmo están a una temperatura de entre 7 y 20º C. Antes de su vertido a la bahía de Saltsjön, el calor del agua se aprovecha para calefacción en las plantas de Hammarby y Solna. Este proceso reduce la temperatura del agua a entre 0,5 y 4 ºC.
Conclusión
Las aguas residuales no son un residuo. Son un recurso que proporciona biogás, fertilizante y calor.
Aquí puedes leer el post original publicado en Smart Water Magazine.