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Pan y circo, agua y fútbol

Sobre el blog

Rubén Olalla Salmón
Grado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Alcalá. Máster en Hidrología y Gestión de Recursos Hídricos. Máster en Sistemas Integrados de Gestión. Apasionado de todo lo que gira en torno al mundo AGUA.
  • Pan y circo, agua y fútbol
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Hace unos siglos, en la época de los Romanos, “panem et circenses” (pan y circo) se convirtió en el primer gran eslogan político para tener contenta y organizada la sociedad de la época. Cubrir las dos principales necesidades era clave, y repartir alimentos y organizar batallas de gladiadores aparecían como los grandes reclamos que satisfacían esa necesidad. Hoy en día, veinte siglos después, la circunstancia se mantiene vigente, aunque con otros tintes que bien podrían resumirse en esta frase: “agua y fútbol, fútbol y agua”.

Hace unas semanas, en un descanso de un partido de fútbol, me sugerí a mí mismo la siguiente pregunta: "¿Qué cantidad de agua se consume en el riego de un campo de fútbol?" La cosa está clara, de las grandes ligas europeas (española, italiana, inglesa, francesa y alemana), la que más consume, sin duda, es España. En un contexto geográfico y climático, Reino Unido, Francia y Alemania presentan registros de precipitaciones más altos que favorecen que los campos siempre permanezcan como auténticos mantos verdes sin necesidad de riego artificial. En Italia se favorece que los campos no se rieguen con asiduidad por la gestión del recurso. Y en España, como ya se sabe a nivel doméstico, esa situación es muy variable, aunque hay clubes que parecen dedicarse única y exclusivamente a regar el césped antes, durante y después del partido, con el fin de que el balón ruede más rápido y facilite que el juego de su equipo sea más rápido y vertical.


Pero veamos la situación, analizando el consumo medio de agua en un campo de futbol de césped natural, se estima que se requiere un caudal medio de 1l/s, por cada hectárea a irrigar. Este caudal, 1l/s supone 86.4 m3/día y 1m3 = 1.000 litros con lo que un campo de fútbol que tiene unas dimensiones aproximadas de 6.000 m2 de área (0,6 has) requiere 0,6 l/s = 52 m3/día, o lo que es lo mismo 52.000 litros/día para regar un campo de futbol con césped natural, el equivalente al consumo diario de agua de unas 380 personas.

En el caso del campo de fútbol de césped artificial, al no requerir de un mantenimiento continuo, se toma como tiempo de funcionamiento el periodo de descanso del partido (15 minutos, 900 segundos), unido a un caudal conjunto del sistema de riego de 1 l/s, totaliza 900 litros. Este volumen equivale al consumo diario de 7 personas.

Ante esta situación, surgen varias alternativas que minimizan el abrumante consumo de agua, la primera de ellas es la implantación de césped artificial en todos los campos de fútbol. Como hemos visto, el consumo medio de un campo de fútbol de césped natural requiere de 52.000 litros/día, mientras que uno de césped artificial únicamente 900 litros. A priori, resulta evidente que el cambio de superficie protegería nuestro recurso más preciado, pero habría que preguntárselo a los clubes de fútbol. El césped artificial, constituye una medida segura y eficaz que contribuiría a reducir el consumo de este recurso limitado y poder destinar esa agua a otros usos, independientemente de su origen.

El consumo medio de un campo de fútbol de césped natural requiere de 52.000 litros/día, mientras que uno de césped artificial únicamente 900 litros.  

Otra de las alternativas, ya implantada en el estadio municipal de la localidad barcelonesa de Villanova i la Geltru, es la que consiste en la instalación de un depósito enterrado que reutiliza las aguas grises procedentes de los vestuarios y las aguas pluviales. El agua depurada sirve para abastecer las cisternas de los inodoros y para el riego del campo de fútbol, como instrumento base de regeneración de aguas residuales y aprovechando mejor el recurso agua. 


En conclusión, algo tan mediático como es un partido de fútbol es capaz de mover absolutamente todo, de derribar murallas, unir personas, pero también señoras y señores de derrochar algo que nos une tanto y que es tan limitado, que a veces no valoramos… ¿o sí? Ruede más rápido o más lento el balón, no pongamos en peligro la calidad de nuestro recurso más preciado, hemos comparado dos realidades, fútbol y agua, de diferente escala (el agua lo llevamos dentro, nos da la vida, el fútbol a veces nos la quita…). ¡Abramos los ojos ante el horizonte que se nos viene! ¿Y sabéis qué? El Mundial de Fútbol de 2022 tendrá sede en Catar, (país del golfo pérsico con temperaturas medias de 35ºC durante el año) y para el que ya se están diseñando soluciones para un país en el que todo es posible. Para entonces tendremos que abrir un nuevo capítulo de… “agua y fútbol, fútbol y agua”.