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El regadío ante los retos de la planificación hidrológica: de la competencia a la complicidad

Sobre el blog

Sandra Ricart Casadevall
PhD in Experimental Sciences and Sustainability. Juan de la Cierva Postdoctoral Fellowship at Water and Territory research group (UA). H2020 expert researcher evaluator (EC).
  • El regadío ante los retos de la planificación hidrológica: de la competencia a la complicidad

Artículo participante en el I Concurso del Blogs sobre Planificación Hidrológica en España

Desde la segunda mitad del s.XIX y a lo largo del s.XX, el desarrollo del regadío impulsado a nivel institucional ha emergido como una práctica más en la estrategia política por controlar el territorio, los recursos y la dinámica de la población. Un periodo en el cual ha tenido lugar el salto cualitativo –extensión superficial− y cualitativo –regulación de las aguas mediante la gran obra hidráulica− en la explotación del agua como recurso natural (ORTEGA SANTOS, 2012). En paralelo y a las puertas del s.XXI, la complejidad que conlleva la gestión de los recursos hídricos dada su disponibilidad, presión y competencia han centrado buena parte del debate político, técnico y social ligado a sus usos (HAMDY, 2007; DAVIES Y SIMONOVIC, 2011). En este contexto, la planificación hidrológica, auspiciada en la resolución de problemáticas hídricas, ha sido una constante en el debate sobre el modelo de gestión de los recursos hídricos en España a lo largo de los años y en paralelo a demandas cambiantes en espacio y tiempo. Desde los primeros intentos sistemáticos para gestionar un recurso tildado de escaso y estratégico a partes iguales inaugurando el s.XX (el Plan Gasset, el Plan Nacional de Obras Hidráulicas para regadío de 1933, el Plan General de Obras Públicas (1939) y los Planes de Desarrollo Económico y Social de los años 50 y 60) a la promulgación de la Ley de Aguas de 1985 (refundida por el R.D.L 1/2001) y la trasposición en el ordenamiento jurídico nacional de la Directiva Marco del Agua de 2000.

En poco más de cien años se han difuminado y/o substituido discursos y conceptos de largo recorrido: del agua como recurso eminentemente productivo a la multifuncionalidad de los bienes comunes; del dominio sectorial a la integración de demandas transversales; del protagonismo de la política al reparto de notoriedad con las partes interesadas y la sociedad civil; del regeneracionismo a la Nueva Cultura del Agua. Todo ello ha revertido en la aparición de nuevos conceptos y variables afines al recurso agua pero también al impacto, repercusión y servicios asociados de su práctica: contaminación, sobreexplotación, agua excedentaria, caudal ecológico, gestión de la oferta, trasvases, eficiencia, modernización, participación, plataformas ciudadanas, pacto nacional, gobernanza… vocablos ya familiares y de recorrido notorio en políticas, normativas y ordenanzas diversas que a lo largo de las últimas dos décadas han situado el agua en el punto de mira que difiere entre lo público y lo privado y entre lo partidista y lo colectivo (BRUNSTAD ET AL., 2005; DUFOUR ET AL., 2007).

Resulta difícil el querer planificar el recurso agua sin la implicación de su máximo usuario

A resultas, nuevos retos acechan la dinámica de la planificación hidrológica: desde la consecución del buen estado y la protección del dominio público hidráulico a la satisfacción de la diversidad de demandas en necesario equilibrio para la armonización del desarrollo territorial; del incremento de las disponibilidades, la protección de su calidad y la racionalidad en su uso a la armonía con el medio ambiente en base a criterios de sostenibilidad, gestión integrada y adaptación al cambio climático; del protagonismo institucional a la delegación de servicios a la comunidad rural; de la movilización sindical al auge de plataformas ciudadanas vinculadas al buen estado de los ríos y al desarrollo rural. 

De lo expuesto se desprende el vínculo existente entre la planificación hidrológica y el regadío: la evolución de la primera condiciona el desarrollo del segundo del mismo modo en que éste discute su dominio con el resto de usos que coinciden en la primera. Es decir, resulta difícil el querer planificar el recurso agua sin la implicación de su máximo usuario de la misma manera que parece obvio la necesidad de consensuar su protagonismo ante la búsqueda de un acuerdo con el resto de usos, consuntivos o no, del recurso agua. Éste es el papel que le corresponde a la planificación hidrológica: mediar entre recursos y demandas, entre protagonismos y necesidades, entre lo sectorial-individual y lo territorial-colectivo. El reto de la planificación hidrológica y, en consecuencia, de la sociedad, es el de lograr la complicidad entre los valores utilitarios (en general cuantificables o metrificables) y los intangibles (culturales, paisajísticos, patrimoniales) que son más difíciles de valorar numéricamente aunque cada vez más forman parte del discurso asociado a la preocupación por gestionar la disponibilidad antes de que prime la gestión de la escasez.

El reto de la planificación hidrológica y, en consecuencia, de la sociedad, es el de lograr la complicidad entre los valores utilitarios

Una distinción en donde el medio ambiente se mueve entre dos aguas, ya que si bien forma parte de los valores de reciente asociación al desarrollo de la nueva planificación hidrológica –transversal, multifuncional y alejada de la sectorialidad que exige la incorporación de la DMA− así como del discurso social de gestión de los bienes comunes, no es tarea fácil el transformarlo en valores monetarios para con ello convencer a buena parte de los defensores del modelo de gestión tradicional del regadío.
Superado el ecuador del primer ciclo de planificación hidrológica (2009-2015) y en paralelo al inicio del segundo (2015-2021) centrado en la revisión de los planes hidrológicos aprobados en el primero, temas como la privatización del agua, el balance de los procesos de participación o la confrontación entre los límites del discurso productivista y el protagonismo ambientalista dominan las negociaciones. Se trata pues de temas también vigentes en la consolidación de un Pacto Nacional del Agua anunciado recientemente como la panacea a las disputas entre recursos, usos y territorios y que, como todo pacto, exige renuncias y comprensión mutua. Ante esta situación, a veces resulta útil ensanchar miradas y ver cómo se gestiona la diversidad de intereses que confrontan los recursos hídricos puertas a fuera. Precisamente hace escasos días el Rin fue galardonado con el International River Foundation European River Prize el cual, desde 1999, otorga a los ríos europeos que priorizan la gestión sostenible de los ecosistemas fluviales en paralelo al desarrollo socioeconómico. En la edición de este año, el premio valoró los notables logros en materia de gestión integrada de una cuenca multifuncional capaz de superar numerosos desafíos (contaminación, pérdida de especies) a lo largo de los más de 1.300 km de longitud y los seis países que delimitan su recorrido. No deja de sorprender que una de las arterias fluviales más importantes en tráfico de navegación dentro y fuera de los límites europeos así como una de las cuencas fluviales más densamente pobladas, intensamente industrializadas y representativas de un modelo de agricultura intensivo a nivel mundial, haya sido capaz de superar los tópicos del pasado y afianzar un modelo de gestión integrado que priorice la complicidad a la competencia.

Referencias

  • BAÑOS, P. ET AL. (2009): Aportaciones desde la investigación social al debate sobre agua y regadío, Anduli: Revista Andaluza de Ciencias Sociales, nº 8, pp. 83-98.
  • BRUNSTAD, R. J. ET AL. (2005): Multifunctionality of agriculture: an inquiry into the complementarity between landscape preservation and food security, European Review of Agricultural Economics, vol. 32, nº 4, pp. 469-488.
  • DAVIES, E. G. R. Y SIMONOVIC, S. P. (2011): Global water resources modeling with an integrated model of the social-economic-environmental system, Advances in Water Resources, nº 34, pp. 684-700.
  • DUFOUR, A. ET AL. (2007): Multifunctionality in Agriculture and its Agents: Regional Comparisons, Sociologia Ruralis, vol. 47, nº 4, pp. 316-342.
  • HAMDY, A. ET AL. (2003): Coping with water scarcity: water saving and increasing productivity, Irrigation and Drainage, nº 52, pp. 3-20.
  • ORTEGA SANTOS, A. (2012): De aguas, tierras y políticas hidráulicas en la España contemporánea, Vínculos de Historia, nº 1, pp. 73-94.
     

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