Ya llega la Navidad. Las calles y nuestras casas se llenan de motivos invernales, rescatamos los abrigos y los paraguas del lugar al que los relegamos al acabar el invierno pasado y disfrutamos del encanto de estas fiestas.
Sin embargo, la Navidad es muy diferente en otros países. Kioni tiene apenas 10 años y vive en una pequeña aldea en Kenia. Hoy, como todos los días desde que cumplió 8 años, tendrá que caminar 10 km para ir a buscar agua limpia al pozo más cercano. No hay ni rastro de muñecos de nieve o regalos.
Durante los últimos meses, algunos voluntarios de una ONG han comenzado a interesarse por ellos y están siempre haciendo preguntas para aprender sobre su forma de vida. No obstante, a Kioni no le gusta responder, a ella lo que le apasiona es escuchar historias sobre el país lejanos del que vienen. La primera vez que habló con ellos, le explicaron que el agua llega directamente a sus casas mediante canalizaciones ¿Te imaginas no tener que ir a buscarla? ¡¡Parece magia!! Sin embargo, no es esa la historia que más le ha llamado la atención. Su preferida habla sobre un señor que el día 24 de diciembre reparte a los niños buenos de todo el mundo los regalos que le piden. Según dicen, tiene muchos nombres diferentes, pero su favorito es Papá Noel. ¿Cómo es que a su aldea nunca ha traído nada? ¿No son lo suficientemente buenos? Tras darle muchas vueltas, ha decidido escribirle una carta para pedirle que les regale una fuente de agua más cercana para así tener más tiempo para ir a la escuela. No tiene nada que perder -piensa- tal vez simplemente no sabe ni que existen. Así pues, con mucho trabajo, ilusión y ayuda de una voluntaria que hace las veces de maestra, termina la carta y la envía. Solo queda esperar.
Entre los voluntarios corre rápidamente la voz sobre el contenido de la carta y no les cuesta tomar una decisión. Aún faltan varias semanas así que se pondrán manos a la obra con un solo objetivo en mente: cumplir el deseo de Kioni. Parece imposible pero no descansarán hasta conseguirlo. Las semanas pasan y el proyecto está casi terminado, pero les falta una pieza y no va a llegar a tiempo. Les destroza romper las ilusiones de la niña, pero no quedaba más remedio que asumir la realidad: no terminarán antes de Navidad.
Por fin llega el 24 de diciembre y hay una gran fiesta a la que están invitados todos los habitantes de la aldea. Al terminar se van todos a dormir, los voluntarios están decepcionados y algo tristes; Kioni por el contrario, no podría estar más ansiosa.
Al despertar a la mañana siguiente, Kioni oye un gran silencio ¿Dónde está todo el mundo? Se levanta con cautela y al salir ve a todo a la gente a lo lejos apelotonada alrededor de algo. Al acercase descubre que… ¡Papá Noel les ha traído su regalo! Los voluntarios se miran unos a otros incrédulos. ¿Cuándo ha llegado la pieza? ¿Quién ha terminado el trabajo? No merece la pena darle vueltas. Rápidamente se contagian de la alegría que reina a su alrededor y deciden disfrutar del momento. ¡Es un milagro navideño!
En estas épocas tan felices para la mayoría de nosotros, no olvidemos que hay mucha gente que aún no tiene a su alcance algo que damos por hecho: agua limpia y accesible. Debemos seguir trabajando para conseguir un mundo justo para todos, no solo para unos pocos.