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¿Es un mal negocio la modernización de regadíos?

Sobre el blog

  • AUTORES: J. Berbel, Catedrático de la Universidad de Córdoba, E. Camacho, Catedrático de la Universidad de Córdoba; P. Montesinos, Profesora de la Universidad de Córdoba, J.A. Rodríguez, Contratado Ramón y Cajal de la Universidad de Córdoba; I. Fernández, Contratada de la Universidad de Córdoba.

Introducción

La modernización de regadíos es una de las principales actuaciones en materia de aguas que España ha acometido la última década y ha supuesto un gran esfuerzo presupuestario tanto con fondos públicos como privados. WWF1 ha publicado un informe recientemente en el que se cuestiona la modernización de regadíos desde el punto de vista ambiental y social. Lamentablemente, al analizar con detalle el trabajo de esta ONG que se basa supuestamente en datos ya disponibles en las modernizaciones ejecutadas, aparecen multitud de errores, omisiones y datos y frases sacadas de contexto y la realidad de las modernización de regadíos es, en muchos casos, diferente a la indicada en el citado informe. Por ello con este artículo pretendemos aclarar, resaltar e introducir ciertas repercusiones o impactos de los regadíos modernizados y además no queremos pasar la ocasión para solicitar a los responsables de las inversiones, es decir a la Administración, la evaluación de los resultados de la modernización.

La gestión de los recursos hídricos en las zonas semiáridas, como es el caso de España, es especialmente importante a la vez que conflictiva, desde un punto de vista económico, político, ambiental y social. La Directiva Marco del Agua (DMA) (2000/60/EC) condiciona la gestión de los recursos hídricos en los países de la Unión Europea.

La mejora del estado ecológico de las masas de agua ha obligado a reducir la brecha entre una oferta limitada y unas demandas crecientes

En España, el uso de agua en la agricultura supone en torno a un 70% de la demanda total de agua, la mayor parte destinada a la agricultura de regadío. A nivel nacional, la superficie de riego ocupa el 20 % de la superficie agraria útil (FAO-­AQUASTAT, 2013) y sin embargo aporta más del 50 % del producto bruto agrícola, ya que la productividad del riego como media multiplica por 6 la producción unitaria de secano. El regadío produce el 2% del PIB del conjunto de España y da empleo al 4% de la mano de obra ocupada. Además de esta influencia directa, el regadío también produce un claro impulso en la industria agroalimentaria, y al sector exportador al que se destina la mayoría de las producciones de riego, y es por tanto un sector fundamental en la economía nacional, y en ciertos factores sociales de gran importancia, como son la contribución a la fijación de la población, aumento de las rentas y consecuente aproximación de la renta agraria a la del resto de sectores, estabilización económica en tiempos de recesión y mayor crecimiento que la agricultura de secano en épocas de expansión.

El sector agroalimentario español ha logado alcanzar altas cotas de productividad y amplia representación en los mercados exteriores, con un valor de exportaciones que representa en la actualidad el 17% del comercio exterior, tal como se desprende de los informes sobre producción y comercio exterior elaborados por el MAGRAMA..

La mejora del estado ecológico de las masas de agua ha obligado a reducir la brecha entre una oferta limitada y unas demandas crecientes y el elevado coste social, económico y ambiental que tiene el aumento de la oferta ha aconsejado optar por una política de reducción de las extracciones, que se ha concretado en un proceso de modernización en los regadíos españoles. Además las ventajas políticas, financieras y de otra índole con las que cuenta el sector agrario reflejan el principio del artículo 130 de la Constitución Española por el que los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y en particular de la agricultura.

El gobierno español aprobó el Plan Nacional de Regadíos (PNR) hasta el horizonte 2005 por Real Orden del 14 de Marzo de 1996 (BOE, 1996), “como instrumento de consolidación del sistema agroalimentario español y factor básico para un uso eficiente de los recursos hídricos y de equilibrio interterritoral”. Posteriormente, fue aprobado el PNR horizonte 2008 en el Real Decreto 329/2002 (BOE, 2002). El objetivo principal de este PNR fue aumentar la competitividad de las explotaciones de regadío y el ahorro de agua. Este PNR fue reforzado con un Plan de Choque (PCH) de Modernización de Regadíos 2006-­‐2008 (BOE, 2006). El PCH tenía como objetivo “garantizar una mejor gestión de los recursos hídricos y a paliar los daños producidos por la sequía padecida en los años 2004 y 2005. Este Plan, refuerzo del PNR era aplicable a la mejora y consolidación de una superficie de 866.898 hectáreas y suponía un ahorro anual de 1.162 hm3 en el consumo de agua”.

En su conjunto, el proceso de modernización ha consistido en la mejora de la eficiencia técnica del riego mediante actuaciones sobre las infraestructuras y la gestión de las zonas regables. Las actuaciones más generalizadas consistieron principalmente en la sustitución de los canales abiertos por redes de riego a presión, construcción de balsas de regulación que flexibilicen el riego, adecuación de estaciones de bombeo y filtrado, así como la automatización y control del agua de riego, de forma que permitiera una mejora en la gestión sostenible de los recursos.

La modernización es una actuación más complejas pues implican cambios fundamentales tanto en la gestión del agua como en las infraestructuras. Por tanto, una modernización se puede definir como una actualización técnica y de manejo de las zonas regables que tiene como objetivos mejorar el uso de los recursos (agua, repartir el agua a los usuarios con criterios de calidad en el servicio.

Por tanto, las actuaciones ejecutadas dentro del PNR horizonte 2005 y PNR horizonte 2008, junto con el PCH, están marcando el presente y futuro del regadío, y sin duda mejorarán la competitividad de sus explotaciones.

Logros de la modernización

  • Uso del agua

El proceso de modernización ha consistido en la mejora de la eficiencia técnica del riego mediante actuaciones sobre las infraestructuras y la gestión de las zonas regables

Con la modernización se han implementado sistemas de riego a presión, incrementándose notablemente el uso de sistemas de riego localizado. Se ha pasado de un 17% de la superficie en 1996 a algo más de un 50 % en la actualidad y el riego por superficie ha pasado en el mismo periodo de un 60 % a menos del 30%. En este mismo periodo ha habido un incremento de la superficie de riego de 7 % y una reducción en el uso global del agua de riego de un 12 % (MAGRAMA, 2015). Hay que tener en cuenta que el riego por superficie pese a representar menos de un 30 % de la superficie de riego es el responsable de casi la mitad del consumo de agua. Sin embargo, con datos obtenidos en campo por nuestro equipo en las evaluaciones de 5 CCRR modernizadas en Andalucía reflejan una reducción en los usos del agua en torno a un 30 %, cifras similares han sido apuntadas por otros autores (Fernández García et al, 2014). Es cierto que la modernización al introducir como mejora los principios de fiabilidad, equidad y flexibilidad en los sistemas de riego ha favorecido la introducción de nuevos en cultivos y en algunos casos más intensidad de producción en los mismos. Esto también ha sido constatado por nuestros trabajos de campo y ha supuesto que los requerimientos para satisfacer la necesidades aumenten en dos de las CCRR analizadas, sin embargo los usos reales de agua han sido inferiores. Son varias las causas que explican este hecho, en primer lugar muchos de los cultivos introducidos son leñosos y se adaptan muy bien a un riego deficitario y en segundo lugar al alto coste energético que al repercutirse sobre el consumo promueve un mejor uso del agua. De hecho diversos trabajos en la zona muestran que en sistemas de riego a presión en la zona la aplicación del agua tiende a ser claramente deficitaria (inferior a las necesidades netas de los cultivos). Esto es ignorado en el informe realizado por WWF donde se ofrecen datos procedentes de estudios realizados por otros autores, entre ellos Fernández García et al. (2014), pero que pueden llevar a la confusión debido a malas interpretaciones:

  • En dicho informe se habla de agua consumida, cuando en realidad en el trabajo de Fernández García et al. (2014) se habla de evapotranspiración potencial del cultivo (ETc). Este efecto es especialmente importante, dado que parte de la ETc se satisface con el agua de lluvia (aproximadamente la mitad) mientras que la parte restante se aplica mediante riego, el cual tiende a ser deficitario.
  • Los mal llamados "consumos de agua tras las modernizaciones" han sido tomados de hipotéticos escenarios tendenciales para un horizonte 2020, que sólo se darían en determinadas situaciones, y no se corresponden con la situación actual. Otro trabajo más reciente (Berbel et al., 2015) muestra tras una exhaustiva revisión bibliográfica que no existen evidencias del denominado efecto rebote en el consumo de agua de riego
  • Por el contrario, se ignora que los datos reales muestran un uso del agua sensiblemente inferior al período pre‐modernización en todas las comunidades de regantes y menores requerimientos de riego en cuatro de las cinco comunidades de regantes estudiadas. Hay datos manifiestamente erróneos en varias de las Comunidades que aporta el informe de WWF ya sea por error humano u por alguna otra razón.
  • El suministro relativo de agua de riego, o relación entre el agua aplicada y las necesidades netas de los cultivos, se ha reducido significativamente en las cinco comunidades.

La evolución de las dotaciones en la cuenca del Guadalquivir muestra una disminución de las mismas en el periodo posterior a la modernización de un 25% de media, llegando a un 35% en algunas CCRR, lo que evita cualquier posible efecto rebote en el consumo de agua de riego (Fernández García et al. 2014). Con estos ahorros de agua se consiguen varios objetivos: aumentar la garantía de suministros, satisfacer las demandas ambientales, mitigar los efectos del cambio climático con un previsible aumento de las necesidades de los cultivos.

  • Productividad y costes

En todos los casos que hemos analizado (5 CCRR) la productividad tanto por unidad de volumen de agua usada como por unidad de superficie han aumentado después de la modernización. Sin embargo, hay que hacer constar que los costes después de la modernización se han incrementado notablemente, en algunos casos hasta 4 veces respecto a la situación previa a la modernización. La dependencia energética de las CCRR modernizadas y los costes de amortización de las inversiones realizadas son sin duda la causa de los elevados costes. La empleo generado con los nuevos cultivos después de modernización aumenta signifitivamente aunque es necesario un análisis detallado de estos datos.

  • Impactos ambientales

Hasta la fecha no hay estudios rigurosos que hayan evaluado las repercusiones ambientales de los regadíos modernizados. No obstante, y a la vista de las evidencias que son observables en una modernización, podemos afirmar de forma categórica lo siguiente:

  • Al reducirse de forma importante los flujos de retorno, habitualmente con una alta carga contaminante, y al tener un mayor control del agua que se aplica con los riegos a presión la calidad de las masas de agua es mejor.
  • Al reducirse la escorrentía superficial y al aplicar el riego con unos caudales menores los riesgos de erosión se reducen de forma notable.
  • La huella hídrica de los productos de regadío es sensiblemente inferior a los mismos productos en secano debido a las altas producciones que se obtienen con la técnica del riego.
  • Las emisiones de CO2 han aumentado al tener más dependencia energética. En este sentido el uso de energía renovables como fuente de suministro es una medida que en un futuro inmediato será usada en el sector

Atribuciones falsas a la modernización

Contrariamente a lo que se cree la modernización no ha sido el motor de aumento de la superficie de regadío. Justo cuando se aprobó el PNR en 1996 la superficie de riego en España rondaba 3.4 M ha, en la actualidad la superficie de riego es de 3.6 M ha y según se puede observar de la serie estadística de la superficie de riego en este periodo oscila entre estos valores.

La evolución de las dotaciones en la cuenca del Guadalquivir muestra una disminución de las mismas en el periodo posterior a la modernización de un 25% de media

También se le atribuye a la modernización la famosa paradoja de Jevons por la que una mejora en la eficiencia técnica incrementaría el uso del recurso. Como se ha comentado previamente de las evidencias medidas en las CCRR en las que hemos trabajado esto no ha sido así y a escala global de la estadística que anualmente realiza el INE tampoco se observa un incremento del uso del recurso agua sino todo lo contrario como anteriormente se ha mencionado.

Tareas pendientes en la modernización

La Administración debe vigilar, como financiadora parcial de muchos procesos de modernización, el cumplimento exacto de todo el proceso y velar para que las soluciones técnicas adoptadas estén en consonancia con las características económicas, sociales y de toda índole de la zona regable. Son frecuentes las situaciones en las que se proponen sistemas de telecontrol, sistemas de filtrado o sistemas de gestión que al cabo de un tiempo no funcionan o económicamente no resultan sostenibles por parte de la Comunidad de Regantes. Éstos y otros aspectos deben tenerse en cuenta en su momento y no dejarse llevar por modas o por cuestiones comerciales. Siempre debe considerarse la opinión de los usuarios que, a la larga, serán los que deben soportar los resultados de la modernización. Tampoco se deben instalar equipos sólo por aprovechar la financiación que concede la Administración independientemente de si se van a utilizar o no.

Ahora bien, la modernización debe finalizarse al igual que comenzó, es decir, evaluando, mediante técnicas apropiadas como los indicadores de gestión, la repercusión de la misma y el grado de cumplimiento de los objetivos fijados inicialmente y continuar haciendo el seguimiento.

Referencias

  • Berbel, J., Gutiérrez-­Martín, C., Rodríguez-­‐Díaz, J. A., Camacho, E., & Montesinos, P. (2015). Literature review on rebound effect of water saving measures and analysis of a Spanish case study. Water Resources Management, 29(3): 663-­678
  • Fernández García, I., Rodríguez Díaz, J. A., Camacho Poyato, E., Montesinos, P., & Berbel, J. (2014). Effects of modernization and medium term perspectives on water and energy use in irrigation districts. Agricultural Systems, 131, 56-­63.

1WWF. 2015. Modernización de regadíos. Un mal negocio para la naturaleza y la sociedad.