El río Cuyahoga, en Ohio, Estados Unidos, ardió en llamas varias veces a consecuencia de la acumulación de vertimientos urbanos e industriales, así como derrames de industrias. La indignación social y el liderazgo político condujeron a la aprobación de la ley nacional sobre agua limpia de 1972.
La ley marcó un hito para la recuperación de los ríos, logrando importantes avances. Destaco dos aportes de la norma: Creó un fondo para financiar a/con otros gobiernos subnacionales proyectos de tratamiento de aguas residuales, incluso para comprar áreas ribereñas que contribuyeran a la conservación del río; e, incorporó al monitoreo de calidad del agua el estado de la fauna y flora ribereña (criterio biológico), reconociendo la interrelación del río con el sistema ambiental y social. Esto último ayuda a comprender el impacto del agua en las cadenas productivas, la pobreza y la salud de la población.
¿Imaginan los resultados de una evaluación de calidad que considere la flora y la fauna en el Rímac? Desafortunadamente, en Perú el enfoque ecosistémico no ha calado aún en la gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH). Aunque nuestras normas señalan que la GIRH se orienta al desarrollo sostenible sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas, los monitoreos de calidad del agua registran parámetros químicos y no biológicos. El monitoreo químico obviamente es importante, pero los ríos no son tubos de agua, sino arterias que estructuran la vida en el territorio.
Aún nos falta reconocer los ríos en relación con su entorno, lo cual apenas se sugiere en la información oficial. Probablemente se debe, en parte, a que ANA, ente rector del agua, está adscrita al sector Agricultura y no a PCM o a Ambiente. La intersectorialidad de la gestión adolece así de serios límites.
Además, aunque cualquier intervención debe ir acompañada de fiscalización efectiva y mayor conciencia ciudadana, obviamente la inversión en infraestructura es fundamental para recuperar las fuentes de agua. Al respecto, por ejemplo, el Plan Nacional de Recursos Hídricos, estima la brecha para tratamiento de aguas residuales en el país en 25 778,99 millones de soles de inversión hasta el 2035.
Es necesaria una priorización de los ríos en estado crítico y un fondo nacional para su recuperación. Aunque es del sector saneamiento, el Fondo de Inversión de Agua Segura fue creado para atender el cierre de la brecha respondiendo a criterios técnicos de priorización y sostenibilidad. Lamentablemente no ha sido implementado. Podría crearse por ley un Fondo nacional cuya administración dependa de la ANA o el MINAM.
El Congreso que aprobó unánimemente la inclusión del acceso al agua como derecho fundamental, podría fácilmente coordinar reformas con el Ejecutivo para hacer ese derecho tangible. Recuperar las fuentes de agua más afectadas sería un enorme paso en esa dirección.
Publicado en Diario Gestión (Perú), 13 de noviembre del 2018.