Ya llevamos más de un mes de confinamiento en nuestros hogares y la apatía se ha convertido en nuestra peor enemiga. Cuesta activarse y hacer cosas en espacios de pocos metros cuadrados y cuando convives con más de una persona. En estos 30 días estamos viendo todo tipo de iniciativas para hacer más llevadero el encierro en nuestros hogares y para intentar mantener unas rutinas para alejar la apatía y la vida sedentaria.
En los 30 días de confinamiento que llevamos, la apatía es nuestra peor enemiga
Para aquellos que les encanta el deporte hay varias actividades que se pueden hacer, desde clases de baile, pilates hasta juegos para disfrutar con la familia. Incluso puedes correr por tu casa, aunque sea sin moverse ni un metro del mismo sitio, algo que he comprobado personalmente y que agota, incluso más que correr en el gimnasio o en algún lugar del campo.
También para los amantes de la música y de la cultura se puede disfrutar a través de las redes de conciertos y visitas virtuales por algunos de los museos más prestigiosos del mundo. Y para aquellos que les encanta conversar con sus amigos se dispone de aplicaciones para hacer videoconferencias con las personas que quieras.
Nadie ha sido capaz de inventar la molécula del agua. Sin este recurso, el impacto del coronavirus sería mucho mayor
En definitiva, aunque no sea lo mismo, la tecnología y las redes sociales nos brindan soluciones a las actividades que solíamos hacer antes del confinamiento provocado por el Covid-19.
¿El agua se puede replicar?
Si muchas de las actividades de nuestra vida cotidiana se pueden hacer en casa, aunque sea con limitaciones, ¿podemos hacer lo mismo con el agua? Todavía no se ha dado el caso que alguien haya conseguido inventar el agua de la nada, creando desde cero la molécula del líquido elemento. Por esta razón, el agua es un elemento esencial, insustituible e incapaz de ser inventado (hasta la fecha).
En países con escasez de agua, la incidencia del coronavirus puede ser más amplia y peor, al no poder garantizar las medidas de higiene necesarias
¿Qué pasaría si en el actual contexto provocado por el coronavirus no tuviéramos agua y las reservas disponibles estuvieran a niveles bajos? Desde luego nadie lo podría decir, pero seguro que la pandemia sería aún más virulenta y la población afectada mayor. La BBC publicó a principios de mes una interesante noticia sobre la escasez estructural de agua en África (sobre todo en zonas rurales) y de los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para almacenarla y disponer de este recurso para lavarse las manos y frenar la expansión del Covid-19. Una muestra que el agua, en cantidad y calidad, es esencial para afrontar la pandemia que vivimos.
La gran suerte que tenemos
Afortunadamente, disponemos de reservas de agua en gran parte de nuestro territorio y de administraciones, empresas y profesionales que se encargan de garantizar que este recurso llegue con las suficientes garantías a nuestros hogares. Incluso esta crisis está sirviendo para que muchos ciudadanos/as consuman agua del grifo y se den cuenta que es buena y de calidad, tal y como expone Rubén Olalla en su último post.
Aunque suene a tópico, detrás del gesto de abrir el grifo hay un largo y complejo proceso para hacer llegar el agua desde las fuentes de abastecimiento (embalses, acuíferos y desalinizadoras), pasando por las grandes conducciones, siendo tratada en las plantas potabilizadoras y llegando a nuestros hogares con todas las garantías. Las administraciones del agua y las empresas suministradoras se han organizado estableciendo turnos y aplicando medidas de seguridad e higiene con la finalidad de garantizar el suministro sin poner en riesgo la salud de los trabajadores/as.
Afortunadamente se dispone de reservas de agua y de personas que trabajan para garantizar que este recurso llegue a nuestros hogares
De este modo, tenemos agua para beber, para cocinar, para lavarnos y para muchas otras actividades que llevamos a cabo en nuestros hogares y que nos aportan un recurso que no podemos inventar ni duplicar.
El escenario post-covid19
Muchos y muchas nos preguntamos qué lecciones aprenderemos después de la pandemia del coronavirus, esta cura de humildad para toda la humanidad que nos ha demostrado que no somos intocables y que tenemos que respetar unas reglas por el bien de todos y todas.
Si aprendemos y rectificamos, la humanidad demostrará haber madurado y haberse vuelto más fuerte ante los retos que vengan.
Ahora que el planeta respira, será necesario ver si con la reactivación de las actividades humanas (tanto económicas como sociales) respetamos nuestro entorno o bien seguimos actuando sin responsabilidad y generando un mayor impacto en el medio. Para tener agua en condiciones, es imprescindible que preservemos el medio hídrico y que éste preserve y mejore su calidad.
Si aprendemos y rectificamos, la humanidad demostrará haber madurado y haberse vuelto más fuerte. Si por el contrario el camino a seguir es el mismo que antes de la llegada del coronavirus, las amenazas y peligros serán peores.