Port de la Selva es un municipio costero situado al nordeste de Cataluña, en la comarca del Alto Ampurdán. Con una extensión de 41 kilómetros cuadrados, el 90% de los cuales están dentro del Parque Natural del Cabo de Creus, esta bella localidad incrementa de manera notable su población durante los meses de verano. Según el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), su población fija no supera los 1.000 habitantes, pero en los meses de verano este número se puede llegar a multiplicar por 10, tal y como se asegura desde el propio ayuntamiento.
En verano, la población de esta localidad se multiplica por 10, pasando de los 1.000 a los 10.000 habitantes

El agua subterránea, principal fuente de suministro
Este municipio se abastece principalmente de una captación de agua subterránea, que está muy condicionada por los periodos largos de falta de lluvias. Al ser una captación muy local y limitada, en caso de que las precipitaciones no repercutan en la zona de recarga de esta masa de agua subterránea, se produce un descenso de su nivel. Esto comporta que las concentraciones de salinidad en el agua puedan aumentar, condicionando el abastecimiento de agua para la población.

Esta localidad costera, consciente de la vulnerabilidad de los recursos hídricos, hace años que trabaja en varias alternativas para garantizar las demandas. Si inicialmente ya recurrió al agua depurada para el riego de jardines o la limpieza de calles con aguas depuradas, en 2015 dio un paso más, a través del proyecto Demoware, infiltrando agua regenerada en el acuífero, lentamente y de manera natural. Se estima, a través de esta iniciativa, que el 15% del agua de consumo de los habitantes de Port de la Selva procedería de agua regenerada.
A pesar de utilizar agua depurada para usos no consumativos y recurrir a la regeneración para recargar su acuífero, la falta continuada de lluvias ha obligado a buscar otras soluciones
Medida insuficiente
Viviendo el peor periodo de sequía en 30 años, esta medida parece actualmente insuficiente (un municipio de menos de 1.000 habitantes genera un caudal de agua residual muy bajo), y más cuando la población pasa a multiplicarse por 10. El acuífero todavía hoy presenta límites tolerables de salinidad (alrededor de los 700 mg de sal por litro), pero en caso de llegar al límite de los 800 mg/litro se tendría que prohibir el consumo de agua.

Ante esta situación, el Ayuntamiento ha decidido recurrir a la instalación de una planta desalinizadora temporal, con el objetivo de garantizar el abastecimiento de agua durante los meses de verano. Se estima que se recurra a esta tecnología durante un periodo superior al mes, que presenta unos elevados costes: 16.000 euros a la semana. Hace unos meses, escribí un post sobre la desalinización móvil que te invito a leer de nuevo.

Paralelamente, se está trabajando en la posibilidad que el municipio se conecte a la red de abastecimiento que capta el agua del pantano de Darnius Boadella, incrementando así la garantía en el suministro y resolviendo de un modo casi definitivo el abastecimiento de agua en la localidad.
La desalinización móvil tiene un coste de 16.000 euros a la semana, por lo que se concibe como una medida de emergencia para adoptar durante un corto periodo de tiempo
Replantear el modelo
Con este caso nos encontramos con una cuestión que seguro que se repite en numerosos municipios costeros de Cataluña y del resto de España. ¿Es sostenible un modelo que implica pasar de 1.000 a 10.000 habitantes? ¿Se dispone de los recursos suficientes? ¿El entorno y el medio ambiente no se resienten ante un cambio tan radical en cuestión de semanas?
Soy una persona a la que le encanta viajar y, por supuesto, jamás pondré trabas a la posibilidad de conocer nuevos destinos. Sin embargo, entiendo que hay muchas zonas que no pueden asumir un elevado número de visitantes, en un determinado momento, y que se deben adoptar regulaciones para garantizar un modelo turístico sostenible y viable. En caso contrario, es muy probable que, dentro de unos años, haya lugares que no se puedan visitar por haber perdido todo su encanto y sus recursos.
Muchos municipios costeros multiplican hasta por 10 su población en verano. Este incremento es insostenible para garantizar todas las demandas en un contexto marcado por el cambio climático
El de Port de la Selva no es un caso aislado. Muchos municipios costeros de la Comunidad Valenciana también registran importantes incrementos de población durante los meses de verano. ABC publicó un interesante análisis sobre la repercusión del turismo en ciudades como Peñíscola, Cullera o Benidorm. La primera pasa de los 6.400 a los 100.000 habitantes en verano, la segunda se multiplica por ocho, pasando de los 24.000 a los 200.000 habitantes, mientras que Benidorm tiene 70.000 habitantes censados y en verano asciende hasta los 400.000. Un impacto que se tendría que analizar a fondo.