Casi llevamos un año con la Covid-19 en nuestras vidas y, sorprende que, en tan corto periodo de tiempo, ya se hayan producido varias vacunas para erradicar el virus. Con este rayo de luz esperanzador, sin embargo, todavía faltan meses para que la mayoría de la población mundial este inmunizada y, por lo tanto, se debe gestionar el día a día.
Un tema tan complejo y con tantas variables como la gestión de una pandemia provoca el eterno debate sobre si las medidas que se aplican para evitar la propagación de la Covid-19 son efectivas. Son muchos los que opinan al respecto, criticando, alabando y/o proponiendo las medidas que se aplican. Algo similar, y siempre guardando las distancias, pasa con la gestión del agua, con un debate bastante activa sobre los modelos de planificación y las actuaciones que se deben llevar a cabo. Ambos, pues, son temas que generan debate y en el que participan y actúan un importante número de actores.
Casi siempre, con la excepción de algunos casos, en los dos ámbitos la responsabilidad casi absoluta recae en las administraciones públicas, poniendo sobre el foco si las inversiones son adecuadas y si las medidas son suficientes.
Líneas paralelas...
Es evidente que las administraciones públicas, tal y como su nombre indica, son las garantes de administrar el bien común para toda la ciudadanía. Los gobiernos, por lo tanto, son los que tienen la llave sobre la gestión, tanto en lo que se refiere a la dotación de recursos financieros como las medidas a aplicar. Por lo tanto, el foco a la hora de buscar la responsabilidad y reclamar inversiones siempre apunta hacia lo que un profesor que tuve de historia contemporánea en la universidad llamaba "el papá estado".
En temas amplios y de interés común como una pandemia y la gestión del agua, se pueden cometer errores y siempre hay terreno de mejora. Por este motivo existen los canales para escuchar, e incluso adaptar, lo que la ciudadanía reclama. Por esta razón, las personas tienen todo el derecho de opinar, criticar e, incluso, ser constructivos y ayudar a mejorar la situación. Por lo tanto, en la gestión del agua y de las pandemias como la Covid-19, la ciudadanía puede aportar su grano de arena.
Líneas paralelas...
La administración es quien dictamina medidas para frenar los contagios de la Covid-19 (mascarillas, distancia social, desinfección de manos y evitar las aglomeraciones, entre otras), y si hacemos el paralelismo en lo que respecta a la gestión del agua, también lleva a cabo medidas para garantizar todas las demandas incentivando una gestión sostenible (consumo responsable, mejor gestión del saneamiento doméstico, evitar la contaminación del medio hídrico, entre otras).
De poco sirve, sin embargo, si hay personas que no cumplen con las medidas de seguridad al igual que tampoco es efectivo si alguien decide dejar un grifo abierto o a tirar residuos sólidos por el retrete. La corresponsabilidad es, por lo tanto, de todos/as, siempre que cada parte asuma su rol.
Líneas paralelas...
Hace unos días El País publicaba una entrevista con María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con un titular que muestra un claro nexo entre salud y medio ambiente. Neira asegura que el 70% de los últimos brotes epidémicos han empezado a través de la deforestación. Por lo tanto, aunque parezca que estén lejos, la gestión del agua y de las pandemias van juntas de la mano y con otro claro paralelismo, y es que, si no preservamos nuestros recursos y los gestionamos de un modo eficiente y sostenible, además de ir hacia la escasez y el agotamiento, también facilitaremos la transmisión de nuevas enfermedades.
En esta línea, un artículo publicado en la revista Science y del que La Vanguardia se ha hecho eco, destaca que el cambio climático ha sido un factor decisivo en la proliferación de la Covid-19. Por lo tanto, aunque parezcan esferas distintas, salud y medio ambiente son dos ejes de la misma cadena.
Líneas paralelas... hasta que se cruzan.
La comunidad científica ha descubierto, en tiempo récord, cómo combatir el coronavirus, tanto a través de vacunas como medicamentos que pueden paliar los efectos de la enfermedad. Una muestra que la innovación es vital para mejorar el bienestar de la sociedad.
Esta innovación, por lo tanto, debe producirse a todos los niveles y tanto en la sanidad como en la gestión del agua. En este último ámbito, invertir en investigación es también fundamental, tanto para mejorar la disponibilidad de agua, haciendo instalaciones cada vez más eficientes, adaptarnos al cambio climático y garantizando todas las demandas. Es evidente que este es el camino, líneas paralelas que en algún punto confluyen y se unen, para lograr objetivos con mayor fuerza.

Un ejemplo de la confluencia entre salud y gestión del agua es el proyecto Sarsaigua, que consiste en una red de seguimiento de la presencia de la Covid19 en las aguas residuales de Cataluña. Compuesta por 56 depuradoras, que sanean el 80% de las aguas residuales que se tratan en Cataluña, aporta un elemento indispensable para ver las tendencias y aportar a las autoridades una variable más en la lucha contra la pandemia. Cuando la innovación se potencia, por lo tanto, los beneficios se multiplican.