En las últimas semanas hemos visto, casi a diario, intensas lluvias en casi toda la península. El mes de octubre, según datos de la AEMET, ha sido húmedo, con una media de lluvias en España de 98 mm, un 26% más que el valor normal, si lo comparamos con el periodo de referencia 1981-2010. La parte positiva ha sido la recarga de las reservas de agua y la regeneración que han experimentado muchos ríos. Por contra, la parte negativa han sido los daños causados, tanto personales como materiales, a raíz de los efectos de las precipitaciones.

No entraré en valorar la responsabilidad sobre los daños, ya que es un tema demasiado complejo, multidisciplinar y que ocuparía muchas páginas, sin llegar a una conclusión clara. En este post, por lo tanto, me centraré en analizar los efectos medioambientales de estas lluvias, tanto positivos como negativos.
Regenerar el río
La aportación continuada y abundante de agua ha permitido que muchos ríos hayan recuperado un caudal de agua, en ocasiones más elevado de lo habitual. Este hecho es muy positivo desde mi punto de vista, ya que por un lado permite desplazar el aporte de sedimentos necesario, además de reperfilar el cauce del río y oxigenar el agua. Tengamos en cuenta que los años 2016 y 2017 han sido muy secos y han provocado que muchos ríos hayan visto reducido su caudal.
Las lluvias de las últimas semanas han incrementado las reservas de agua y han regenerado el medio hídrico, reperfilando los cauces, oxigenando el agua y transportando los sedimentos hasta la desembocadura
Quiero matizar, sin embargo, que no todas las avenidas son positivas, ya que en algunos tramos de río la fuerza del agua puede generar daños sobre el medio hídrico, además de incrementar la turbidez del agua y complicar su potabilización para su consumo.
Los plásticos no podían faltar
Otro de los aspectos negativos del elevado aporte de agua a raíz de las intensas lluvias es el arrastre de residuos no naturales y procedentes de la actividad humana. Durante la semana pasada, y a raíz de un episodio con intensas lluvias en el litoral catalán, ríos como el Ter o la Tordera nos mostraron el elevado caudal de agua, junto con la aportación de varios materiales en su desembocadura.

Además de áridos, cañas y restos de vegetación, entre los residuos se encontró una gran cantidad de plásticos. Incluso en algunas imágenes era complicado poder cuantificar el número exacto de plásticos, debido a su elevada densidad.
Las lluvias han arrastrado sedimentos, restos vegetales y una gran cantidad de plásticos, lo que evidencia que no gestionamos ni tratamos adecuadamente los residuos urbanos
Como es habitual, las tareas para limpiar estos residuos recaen en las administraciones públicas como ayuntamientos y organismos de cuenca. Es habitual, después de un fuerte episodio de lluvias, que proliferen en las redes sociales muchas imágenes con residuos en el cauce de los ríos y con la petición de los ciudadanos que la administración se haga cargo de la limpieza.

Es la hora de la ciudadanía
Hasta la fecha, hemos recurrido de un modo constante a reclamar a los demás lo que podría estar en nuestra mano. Por supuesto que las administraciones deben velar por el buen estado del medio y deben invertir el dinero que perciben de la ciudadanía a través de los impuestos o tasas. Sin embargo, la administración no es omnipotente y no puede llegar hasta todos los rincones.
Los restos de plástico que el río arrastra y desplaza hasta puntos visibles son residuos que parte de la ciudadanía no ha tratado del modo adecuado. Lo mismo pasa con las cosas que mucha gente echa por el retrete, pensando que al tirar de la cadena el problema se ha eliminado y, precisamente, es cuando empieza la pesadilla: obstrucciones de las conducciones de saneamiento doméstico, sobrecostes en depuración y presencia de residuos como las toallitas húmedas presentes en nuestro entorno.
Siempre se exige a las administraciones que se encarguen del buen estado del medio hídrico. Sin embargo, la ciudadanía, en la medida de sus posibilidades, puede aportar su grano de arena
Debemos dejar a un lado la idea preconcebida de que la limpieza de los cauces es cosa de otros y que al pagar los impuestos ya se nos libera de cualquier obligación. Cierto es que lo que pagamos en impuestos debe tener una repercusión real y transparente en el medio, pero como ciudadanos comprometidos, debemos actuar por nuestra cuenta y fomentar, en la medida de nuestras posibilidades, la retirada de residuos y la información acerca de malas prácticas. También hay otras iniciativas, como aplicaciones para móviles como Cercafonts o Riu Net, que permiten a los ciudadanos/as la posibilidad de aportar sus conocimientos sobre fuentes naturales y estado del medio, respectivamente.
En los últimos años se está incorporando a la ciudadanía para aportar datos e información de lugares donde la administración no puede llegar. Aplicaciones sobre las fuentes naturales o sobre el estado del medio son los dos ejemplos más sobresalientes
Durante el pasado verano estuve unos días en la zona del Cabo de Gata. Debo reconocer que este rincón de Andalucía me fascina y por esta razón llevo varios años yendo con mi familia. Un día, en la playa de los Genovenses, me dediqué a recoger residuos que había en la arena. Encontré desde restos de productos de higiene personal, colillas, tapones de plástico, toallitas húmedas y hasta un bote de cristal de un medicamento. Pienso que este tipo de acciones las debemos llevar a cabo, sin pensar que habrá otro que las llevará a cabo en nuestro lugar. En ningún momento pensé en culpar a la administración, y menos en un ecosistema vivo y dinámico, donde las cosas pueden cambiar en cuestión de minutos.

Lamentablemente, el problema es más grave y tiene unas raíces más profundas. La unión hace la fuerza y entre todos debemos sumar, sin entrar en debates estériles para definir a quién le toca actuar, sin evitar que cada parte implicada sea corresponsable en su justa medida.