Desde pequeño siempre me ha parecido fascinante ver la lluvia y admirar su poder regenerador, alumbrando vida a su paso. Cuando llueve, siempre tenemos la costumbre de mirar hacia arriba, al cielo, seguramente porqué identificamos el color y el espesor de las nubes con la cantidad de agua que va a caer. Si las nubes son muy negras siempre nos imaginamos que la precipitación será intensa y que lo mejor es encontrar un buen lugar para resguardarse.
El 97% del agua que hay en la Tierra es salada. Al evaporarse, lo hace el agua pero no los iones de sal, que no se evaporan
¿Cómo se forma la lluvia?
El sol, que nos proporciona calor y vida, provoca la evaporación de una gran cantidad de agua que se encuentra en las diversas masas de agua que hay repartidas por el mundo, haciendo que el agua líquida se convierta en vapor, iniciando así el ciclo del agua. También la vegetación que hay en la Tierra juega un papel importante en la formación de las nubes y la lluvia, ya que estos seres vivos absorben el agua del suelo y mediante sus hojas la liberan al aire.
La suma de estos dos factores -aire húmedo y caliente- se eleva hasta la atmósfera. A medida que va subiendo, el aire se va enfriando, acabando condensándose en pequeñas gotas, diminutas (en un centímetro cúbico podemos encontrar una media de 500 gotas), que son las que finalmente nos llegan a través de la lluvia.

Evaporación del agua de mar
El 70% de la superficie de la Tierra es agua. Sin embargo, la práctica totalidad del recurso azul disponible en nuestro planeta es agua del mar (97%), por lo tanto, salada. Es fácil deducir que la mayor parte del agua que se evapora, sube hasta la atmósfera y se precipita en forma de lluvia procede de los océanos. La duda que nos asalta, entonces, tiene una cierta lógica: ¿Por qué, entonces, el agua de la lluvia no es salada?
Todo se debe a que la evaporación es del agua, pero los iones de cloruro sódico (la sal) no se evaporan. Por lo tanto, la evaporación ya aplica, de un modo natural, la desalinización del agua.
Las trombas marinas
En muchas ocasiones, y sobre todo durante el registro de fenómenos tormentosos, se puede ver en el mar como una especie de tornados encima del agua, lo que se conoce como trombas marinas.
Las trombas marinas captan una parte del agua de mar y consiguen que una parte muy pequeña del recurso captado llegue hasta las nubes
Este fenómeno, también conocido como tornados sobre el agua o waterspout en inglés, son como unos torbellinos que giran en torno a sí mismos encima del agua y con una forma parecido a un embudo. La duda que siempre me ha surgido al ver estos fenómenos es saber si estas trombas absorben agua del mar para hacerla llegar a las nubes. De este modo, mi siguiente pregunta es: ¿Son las nubes las primeras desalinizadoras que existieron en el mundo?

Hice la consulta al meteorólogo catalán Francesc Mauri, con una larga trayectoria en los medios de comunicación públicos catalanes. Mauri me explicó que "la condensación del vapor de agua atmosférico en forma de pequeñas gotas de agua minúsculas y que componen una nube se forman, principalmente, por el enfriamiento de las masas de agua".
Sobre mi consulta de que las nubes puedan desalinizar el agua del mar, Mauri, descarta ese extremo, pero en relación con una tromba marina asegura que "sí puede chupar agua de mar, pero que ésta quedaría mezclada con la inmensidad de las gotas de agua que hay en las nubes, sin desalinizarla". Al tratarse de un proceso muy local, esta agua salada captada por el tornado se precipitará mezclada con el agua dulce, aunque teniendo en cuenta que la cantidad de agua salada que entra en la nube es muy pequeña.
Así que las nubes, más que hacer un proceso de osmosis inversa, en realidad absorben y mezclan la poca agua salada que puede llegar hasta las nubes.