Han pasado varios meses desde que escribí mi último post en iAgua. La inspiración, como el agua, no es una fuente inagotable que fluye continuamente. Pasa por sus periodos de abundancia, pero también tiene sus momentos de escasez y ni pidiendo ayuda a las musas, como hacía Homero, se consigue llegar a las ideas precisas.
Más tiempo hace que la sequía se ha convertido en algo cotidiano en nuestro día a día, sobre todo para los que trabajamos en el mundo del agua, y más concretamente, en Cataluña. Desde finales de 2020 hemos observado que las lluvias se han reducido a la mínima expresión y que hemos encadenado muchos meses sin aportaciones para incrementar las reservas de las que disponemos. Esto ha provocado que, desde octubre de 2020 hasta la actualidad, los embalses de las cuencas internas catalanas hayan perdido cerca de 55 puntos, pasando del 84 al 30%.
En casi 25 meses, el nivel de reservas de los embalses de las cuencas internas catalanas se ha reducido en cerca de 55 puntos, pasando del 84 al 30%
A nivel público, la falta de agua suele contrastarse, como suele pasar en los periodos de sequía prolongados, con el aumento de opiniones, propuestas y soluciones para hacer que el agua fluya de un modo casi mágico, cuando los recursos son los que son. Y, como es habitual, la responsabilidad siempre recae en las administraciones públicas, las cuales no han sido capaces de gestionar un recurso escaso, a pesar de que sin la adopción de medidas en los últimos 15 meses y sin la aportación de 160 hm³ de recursos no convencionales (el equivalente al embalse de Sau), hoy estaríamos en una situación crítica.
En 2022, la desalinización, la reutilización y los pozos de sequía han aportado al sistema más de 160 hm3, casi el equivalente del embalse de Sau lleno
La "gran cantera" de hidrólogos
Las redes, en muchas ocasiones con perfiles escondidos bajo el anonimato o bajo pseudónimos, elevan hasta los altares y repitiendo, como si de un mantra se tratara, las falsas noticias. Uno de los temas estrella es atribuir la sequía en Cataluña al vaciado de los embalses con el pretexto de generar energía de un modo más económico. Y más allá de las explicaciones aportadas por los expertos reales, que acostumbran a caer en saco roto, todo se puede verificar de un modo sencillo, con datos que están al alcance de todos y todas. Solo mirando las actas de las comisiones de desembalse (en este caso del Ter Llobregat), por poner un ejemplo, se puede comprobar cómo se reparte el agua y se puede corroborar que se gestiona del modo más ajustado posible.
Muchos expertos surgen de la nada, aportando contenidos y datos sin contrastar y provocando que ideas inconsistentes se acaben convirtiendo en certezas sin consistencia”
También en el panorama actual, observamos que surgen por doquier expertos en cualquier materia. Antes, solo había unos pocos atrevidos que, fuera de sus parcelas de conocimiento, se aventuraban a hacer de entrenador de fútbol de su equipo (desde el sofá de casa o desde la grada). Ahora, muchos y muchas se han animado a ponerse la gorra correspondiente con el tema que esté de moda y encontramos en las redes expertos en pandemias, vulcanólogos, criminólogos y, por descontado, expertos en la gestión del agua. Saben más que nadie, son capaces de gestionar un presupuesto de una administración pública consiguiendo superávit, llegando a todos los rincones del territorio y sin causar ninguna alteración del entorno. Solo ellos tienen la llave del éxito, pero, misteriosamente, no la comparten. Es incomprensible que con tanta experiencia que, supuestamente, se acredita en las redes, el mundo no se haya convertido en un lugar mejor.
Abogar por la simpleza
La cantautora Jewel, en su magnífico e intimista álbum Spirit (1998), nos permite disfrutar del tema "What's simple is true" (lo que es simple es verdadero). Las personas, en un gran número de ocasiones, nos empeñamos en observar el vaso medio vacío, hacer más complejos los procesos, cuando al final y en muchas ocasiones, lo más efectivo en la vida es hacer lo más simple.
En el agua, este gesto fácil es el ahorro, una medida que no cuesta, que no requiere horas de gimnasio para cerrar un grifo y que es una solución beneficiosa para todos y todas. Más allá de que se disponga de más agua, el riego 0 no existe y siempre es esencial, e indispensable, el ahorro. Lo que no consumas hoy será agua que tendrás mañana. Simple y verdadero.
Y tan simple y verdadero como que el agua, para la mayoría de la opinión pública, dejará de interesar cuando las lluvias regresen, llenen nuestros embalses y la ciudadanía tenga la tranquilidad que el problema está resuelto de por vida. Entonces, la disponibilidad de agua hará que las palabras se apaguen, se difuminen, a la espera de despertar en la siguiente crisis para opinar con más fuerza.