En España, desde hace unos 5 años, se han generado intensos y constantes movimientos para remunicipalizar el servicio de suministro de agua en varias ciudades, tal y como han informado algunos medios como El País. Las urbes más pobladas de Cataluña como Terrassa (215.121 habitantes), Badalona (215.634 habitantes), e incluso Barcelona (1,6 millones de habitantes), están estudiando la posibilidad de gestionar de manera directa el suministro de agua y abandonar la tendencia de que la explotación sea llevada a cabo por empresas privadas. En Terrassa, una vez finalizada la concesión de Mina Aigües de Terrassa (empresa que lleva gestionando el suministro desde hace 175 años), el ayuntamiento está estudiando el modo de llevar directamente el suministro, con el objetivo de reducir costes, llevas a cabo actuaciones de mejora en la red de suministro y que la tarifa salga más económica. En Barcelona pasa algo similar y se considera que gestionando el agua de manera directa también se pueden generar menores costes al ayuntamiento y reducir la factura del agua. También en otras ciudades españolas como Manacor, Arteixo y la Línea de la Concepción han decidido gestionar de manera directa el suministro. Sin embargo, detrás de este interés hay también una motivación política, que vincula la gestión privada con las fuerzas políticas de la derecha y el interés en la gestión pública para las fuerzas de la izquierda.
En España, el 50% del suministro de agua continúa en manos privadas, mientras que en Europa este porcentaje se reduce al 30%
Pero, ¿de dónde viene este interés en remunicipalizar el agua? Analizaremos el caso de París, que es el que se pone siempre de ejemplo como el inicio del interés por municipalizar el servicio del agua.
La decisión de Chirac
En 1985, el entonces alcalde de París, Jaques Chirac, tomó la decisión de privatizar la gestión del agua en la capital francesa. Se creó una sociedad mixta (similar a la que actualmente gestiona el suministro en Barcelona, constituída por Agbar y el Área Metropolitana de Barcelona) en la que tres empresas privadas se encargaban de la producción y distribución de agua en la ciudad. Además, se concedieron dos contratos adicionales (sin concurso público) para llevar la distribución del agua en cada uno de los márgenes del río Sena (margen derecho gestionado por Veolia y el izquierdo por Suez).
Falta de control del suministro
En 2001 hay cambios en la alcaldía de la ciudad (alternancía de la derecha hacía la izquierda) y se decide tomar el control en la gestión de los servicios públicos, entre ellos el agua. Al existir una gestión delegada en varias empresas privadas, al consistorio le costaba mucho definir las actuaciones para mejorar el suministro y el precio de la tarifa. Esto provoca que se hicieran estudios y encuestas para recuperar la gestión pública, teniendo en cuenta que en 2009 finalizaba la concesión.
A finales del siglo XX, la gestión del agua en París era llevada a cabo por un conglomerado de empresas privadas que dificultaban la gestión y el control por parte de las autoridades parisinas
2010, suministro de gestión pública
Desde comienzos de 2010, el suministro de agua se lleva a cabo a través de un único organismo conocido como Eau de Paris. Éste es la conversión pública de la antigua sociedad mixta y ofrece una mayor transparencia, una mayor accesibilidad. Además, todos los beneficios se revierten en mejoras del suministro, algo que anteriormente no pasaba. Además, su consejo de administración está compuesto por delegados elegidos de la alcaldía parisina, asociaciones de consumidores, protección del medio ambiente, entre otros.
¿Son todo beneficios?
Una de las consecuencias más inmediatas de la remunicipalización del servicio permitió rebajar un 8% tarifa del suministro en el primer año. Además, en caso de que familias en situación vulnerable no puedan pagar la factura, no se les corta el suministro. Además, al internalizar los costes, se obtienen mayores beneficios para mejorar las infraestructuras de suministro de agua.
Se ha escogido el caso de París como el paradigma de la gestión pública del agua, algo que muchos han utilizado para demonizar la gestión privada del agua. Desde mi punto de vista, considero que tanto desde un lado como del otro se puede hacer una gestión eficiente del servicio de agua, siempre que el objetivo sea dar un suministro de calidad, con unas tarifas acordes a los costes, a la transparencia de la gestión y a que sea la administración la que fije las directrices del suministro. Lo público y lo privado se pueden entender y complementar, siempre que el objetivo sea el mismo.