Tic Tac, Tic Tac… el reloj marca las horas, los minutos y segundos, es el tiempo que discurre, como discurre el agua. Existe la historia de un reloj singular que hoy corona una edificación de esas majestuosas de las que ya no se construyen. Este particular reloj no tiene una historia cualquiera pues posee una de esas historias vinculadas al agua. Aquí voy a relatar la crónica acontecida en torno al reloj del agua.
Todo comienza en la época de la conquista de las islas Canarias, en el sitio de Afurgac y Arehuc (Gran Canaria), donde habitaban los aborígenes, quienes según palabra de Antonio Sedeño "Tenían muchas acequias de agua y con grande admiración tienen una gran peña viva, agujereada por espacio de un cuarto de legua, que atraviesa un gran cerro por donde condujeron parte de buena cantidad de agua, por aprovechar con el riego buenas tierras, que llaman la Vega, y el principio nace de unos barrancos muy hondos y la subieron haciendo calcadas de donde llaman Tejeda".
Desde tiempos prehispánicos la población canaria supo aprovechar el agua
Tras la victoria hispana se produce un reparto de tierras y aguas mediante Real Cédula. A Tomás Rodríguez de Palenzuela le fueron asignados en los primeros repartos los nacientes de Las Madres donde brotaban aguas aptas para dar servicio de abasto y riego y fue él, quién ejecutó la primera acequia desde Las Madres hasta Alfurgac (Firgas) y luego hasta Arehuc (Arucas) tierra de bendición o prolifera para los cultivos. Los nacientes restantes fueron repartidos y esa primera acequia de tierra y piedra que más tarde se convertiría en acequia real sirvió de punto de conexión al resto de conducciones del entorno.
Tras la conquista de las Islas Canarias se produjo un reparto de las aguas
Con los repartos del agua también nacieron las Heredades de riego y el adulamiento. (def. Llámese adulamiento a la distribución o reparto que la Heredad realizaba entre sus partícipes o herederos del caudal o gruesa de las aguas). La dula o período de reparto del caudal de aguas constitutivo de la gruesa, era de 31 días. En cada día las aguas de la gruesa se reparten en 24 porciones de igual volumen, llamadas azadas; las que a su vez, se dividen en horas, minutos y segundos. Las azadas que se hacen o reparten antes del depósito o Albercón regulador, se entregan de hilo, y por tanto, durante veinticuatro horas, desde las seis de la tarde de un día, hasta igual hora del día siguiente.
Con la citada distribución temporal de las aguas nació la historia del reloj del agua, de manufactura inglesa John Moore & Sons, instalado en 1846 en torre de piedra y mampostería de la antigua Parroquia de San Juan Bautista. De esfera grande el reloj del agua estaba encargado de marcar los tiempos y turnos para el riego. Los herederos; que eran los trabajadores de las tierras entiéndase agricultores de aquella época, alzaban la mirada en busca de su tiempo de agua, de su azada tan preciada. El reloj acompasaba desde las alturas la vida del pueblo, pues era menester respetar lo fijado por sus manillas.
El reloj del agua marcaba los turnos del riego
Don Pedro Regalado Hernández se encargaba de cuidar, limpiar y dar cuerda a nuestro reloj del agua. Así, a la hora marcada se soltaban los albercones, presas y estanques; aunque estuvieran a casi dos kilómetros de distancia del mismo. Todo era un gran mecanismo hidráulico gobernado en cabecera por el reloj.
Por otra parte, la distribución espacial de las aguas dio lugar al nacimiento de infraestructuras hidráulicas singulares, exactas y únicas capaces de medir el agua como la Cantonera Real o del Reparto que a día de hoy se puede visitar en el parque de Gourié (Arucas) y a nuevas figuras como la de los acequieros, encargados de la regulación y el control, incluyendo el cumplimiento de los turnos de riego.
La Cantonera Real tallada en piedra es una infraestructura hidráulica de matemática exacta
Pasaron los años y un segundo reloj fue adquirido al relojero Arno Lucker con residencia cita en Las Palmas, por un importe de 1690 pesetas con montaje incluido. El 3 de noviembre de 1913 se instaló coronando la torre del local social de la Heredad de aguas de Firgas y Arucas. Siendo a la fecha, probablemente, el elemento más conocido de dicha entidad. Y es que, aunque su función hidráulica desapareciera con la irrupción de los relojes de cadena, pues cada agricultor consultaba su bolsillo. El reloj del agua sigue formando parte de la vida cotidiana de los aruquenses, iluminando su esfera dos noches al año.
Para saber a dónde vamos es necesario conocer de dónde venimos
A Rut Álamo Santana el amor de mi vida y a mi hija Suna que está a punto de nacer, quiere mucho a mamá.
El cultivo en Arucas
La historia del municipio de Arucas ha estado vinculada a diferentes cultivos agrícolas, desde la caña dulce en el siglo XVI, introducida a raíz del proceso de la conquista de la isla de Gran Canaria (1476 -1483), pasando en los siguientes siglos por otros cultivos, entre los que destacaban la cebada, el trigo, parras, el milo y las papas. En el siglo XIX, la tunera procedente de Centro América posibilita un importante auge en el cultivo de la cochinilla, y posteriormente el segundo ciclo de la caña de azúcar, la materia prima para la elaboración del ron que se produce en el municipio. Desde finales de este siglo comienza el cultivo de platanera, que mantendrá su protagonismo durante buena parte del siglo XX. En los alrededores de este entorno se puede observar una pequeña muestra de los mismos.