El agua es un recurso necesario, vital, renovable, frágil y muy desigualmente distribuido en el planeta lo que, a veces, lleva a que sea escaso en ciertas regiones y será el más escaso - en términos relativos - y preciado recurso de este milenio. Según la Organización de las Naciones Unidas, los conflictos (algunos hablan de guerras) del futuro serán por el agua y, aunque es muy discutible, se escribe que podrían ser más cruentas que las del petróleo. Que el tema tiene hoy una vigente y potente actualidad planetaria lo demuestra que, en el pasado año, el Papa Francisco consagró páginas de su encíclica Laudato Si(mayo 2015) a esta cuestión. Que en la Cumbre del Clima de París (COP21) en diciembre de 2015, también fue objeto de debate. Y que la FAO también lleva, desde su fundación, estudiando la cuestión del recurso y la alimentación.
Las preguntas cruciales aquí y ahora serían, por tanto: ¿Tiene hoy el agua el mismo sentido, en el mundo y en España, que en épocas anteriores? ¿Cómo debe enfocarse y bajo qué criterios el consumo de agua hoy en el mundo? ¿Podemos defender más tierras regadas en pro de la seguridad alimentaria mundial, con razones objetivas que avalen tal defensa? ¿Cuál es el enfoque adecuado del recurso frente a un mundo globalizado y perturbado por un cambio climático, hoy universalmente incuestionado?