Las pruebas piloto realizadas en el curso bajo del Ebro y en los canales de riego de su delta en el marco del proyecto europeo Life Ebro Admiclimdemuestran que hay una aportación suplementaria de sedimentos en el río de entre 1,2 y 3,5 millones de toneladas anuales. Esta es una de las conclusiones del proyecto, coordinado por el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), del Departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación; la Oficina Catalana del Cambio Climático (OCCC), la Agencia Catalana del Agua (ACA), y el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC), los tres del Departamento de Territorio y Sostenibilidad; la Universidad de Córdoba (UCO); el Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT); y la Comunidad de Regantes Sindicato Agrícola del Ebro, que se han presentado este viernes en Barcelona.
El Life Ebro Admiclim, que se ha desarrollado a lo largo de cuatro años, plantea diferentes acciones de mitigación y adaptación al cambio climático en el Delta del Ebro, una zona muy vulnerable a la subida del nivel del mar y la subsidencia. Y lo hace con un enfoque innovador a escala internacional a partir de la gestión integrada del agua, los sedimentos y los hábitats -arrossars y zonas húmedas- para optimizar la elevación del suelo, mediante la aportación de sedimento y de materia orgánica , reducir la erosión costera, aumentar la acumulación -segrest- de carbono en el suelo, disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), y mejorar la calidad del agua.
Retroceso de la costa de hasta 10 metros anuales
El Delta del Ebro es una zona húmeda de gran importancia internacional, considerada uno de los sistemas costeros más vulnerables al cambio climático del Mediterráneo y de toda la Unión Europea. Actualmente sufre una pérdida de zonas húmedas y de arrozales debido a la regresión de la costa por la falta de sedimentos fluviales, que quedan retenidos en los embalses de la cuenca.
El retroceso costero es superior a los 10 metros por año en la zona de la desembocadura, donde la pérdida de humedales se ha evaluado en 150 hectáreas entre los años 1957 y 2000
El retroceso costero es superior a los 10 metros por año en la zona de la desembocadura, donde la pérdida de humedales se ha evaluado en 150 hectáreas entre los años 1957 y 2000. Este problema se acentúa por la subida del nivel del mar como consecuencia del cambio climático, y por la subsidencia -enfonsament-de manera que casi un 50% de la superficie del Delta podrá quedar afectada por este fenómeno durante este siglo.
Mapa de zonificación de la subsidencia de la llanura deltaica
El ICGC ha elaborado un mapa del Delta que detalla las zonas más vulnerables al hundimiento, datos que permitirán priorizar las áreas de actuación para paliar este problema. Este mapa de zonificación de la subsidencia se ha elaborado gracias a un modelo geológico 3D del delta elaborado con la adquisición y procesado de datos del subsuelo y datos de movimiento a partir de imágenes de satélites.
La tasa de subsidencia de la llanura deltaica se ha determinado en 0,3 centímetros anuales de media, similar a la de otras zonas deltaicas del mundo, aunque localmente puede haber valores superiores. Las imágenes corresponden al periodo 1992-2010 y en información actual más detallada de los satélites Sentinel. También gracias a varios reflectores artificiales que retornan con gran intensidad la señal emitida por estos satélites para obtener una mejor estimación de la distribución espacial de la subsidencia.
De este modo, se ha comprobado que el interior se hunde prácticamente un milímetro por año mientras que la subsidencia va aumentando progresivamente hacia la desembocadura hasta los tres milímetros anuales aproximadamente. Si el fenómeno se le añade la subida del nivel del mar, la pérdida de elevación sería superior al metro durante el presente siglo, por lo que, si no se toman medidas, la mitad de su superficie quedará por debajo del nivel del mar en 2100.
Si la subida del nivel del mar fuera superior a los 53 centímetros estimados actualmente, las aportaciones deberían situarse entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas anuales
Frenar la regresión movilizando sedimentos
Tanto la regresión de la línea de costa como la pérdida de elevación sólo se pueden compensar con medidas de adaptación enfocadas a recuperar la llegada de sedimento a través del río y con la generación de materia orgánica en los humedales y los arrozales, unos procesos naturales que se pueden optimizar con técnicas innovadoras de ingeniería ecológica. Las soluciones habituales de protección de la costa mediante diques conllevarían la desecación de la llanura deltaica, un gran gasto económico y un impacto ambiental de gran magnitud.
El Life Ebro Admiclim plantea como solución movilizar a través del río los sedimentos que quedan retenidos en los embalses, por un lado, y los lodos resultantes del proceso de potabilización del agua en la planta del CAT situada en L'Ampolla, transportant- los e inyectando a la red de canales, por la otra. Las pruebas piloto de inyección de sedimento realizadas en Mora de Ebro y Benifallet, con posos provenientes de terrazas fluviales de aguas arriba, han permitido calcular, con un modelo de simulación, como sería la distribución de los sedimentos hasta el Delta y afinar la aportación suplementaria que hay en el río para que lleguen lo suficiente a la costa para afrontar la amenaza combinada de la subsidencia y el aumento del nivel del mar: una aportación mínima de 1,2 millones de toneladas anuales hasta el año 2100.
Si la subida del nivel del mar fuera superior a los 53 centímetros estimados actualmente, las aportaciones deberían situarse entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas anuales. Hay que tener en cuenta que los cálculos estiman que el embalse de Mequinenza recibe anualmente unos 2 millones de toneladas de sedimentos. Y, sobre todo, que, a día de hoy, tan sólo llegan a la desembocadura 100.000 toneladas, menos de un 10% de la aportación necesaria para frenar la subsidencia y la regresión.
Reducir las emisiones de los arrozales
El proyecto cuantifica que un 70% del metano que se produce en los campos de arroz es en la poscosecha, producido por los procesos de metabolización y fermentación de la paja
Los lodos de la potabilizadora de la Ampolla del CAT que, de hecho, no son sino sedimentos procedentes de los caudales del río captados en Campredó, y movilizados a través de los canales, ayudan al fenómeno de acreción, aportando grosor al suelo de los arrozales. Según constató el IRTA, la producción de arroz no se ve influenciada por la aportación de estos lodos, si bien contribuyen a mitigar las emisiones de los arrozales gracias al aumento de capacidad de secuestro de carbono de la materia orgánica proveniente de estos lodos.
Justamente en los campos con más profundidad de suelo se puede realizar un riego intermitente que, en comparación con el sistema de inundación permanente de los arrozales, puede llegar a reducir las emisiones de metano -uno de los principales gases de efecto invernadero- hasta un 90% durante la temporada de crecimiento del cereal. El riego intermitente también permite una reducción en las aportaciones de agua en comparación con la inundación.
Otras medidas de mitigación que se pueden tomar en la gestión de los arrozales pasan para retirar los restos vegetales que quedan en el agua después de la siega. El proyecto cuantifica que un 70% del metano que se produce en los campos de arroz es en la poscosecha, producido por los procesos de metabolización y fermentación de la paja. Es por ello que el equipo investigador recomienda incorporar la paja en noviembre o en diciembre, ya que se ha observado que se produce menos emisiones que si es octubre.
Estos datos son de gran interés internacional de cara a establecer medidas para reducir las emisiones si se tiene en cuenta que los sistemas predictivos actuales estiman que el cultivo de arroz es el responsable de una cuarta parte de las emisiones de metano de la agricultura a nivel mundial.
Lagunas que hacen de filtros verdes
En el marco del proyecto se han puesto en funcionamiento y monitorizado dos humedales, uno en cada hemidelta, para mejorar su eficacia como filtros biológicos. Estas lagunas han permitido mejorar la calidad del agua, reduciendo la cantidad de nutrientes -entre el 70 y el 80% de nitrógeno y fòsfor- y de contaminantes.
Gracias a la vegetación acuática que han favorecido, han actuado a la vez como grandes almacenes de carbono. El rápido crecimiento de las plantas y algas provoca la absorción de dióxido de carbono (CO 2 ) del aire que necesitan para hacer la fotosíntesis y termina acumulándose en el suelo de la zona húmeda en forma de carbono orgánico. Por lo tanto, esta vegetación termina actuando como sumidero de uno de los gases responsables del efecto invernadero y de la subida de las temperaturas a nivel global.
Finalmente los humedales han convertido también en una buena herramienta para retener los sedimentos y ganar elevación del terreno -acreció vertical- para compensar la subida del nivel del mar y la subsidencia.
Acción Climática para el Delta del Ebro
Tanto la Estrategia de Adaptación al Cambio Climático de la Unión Europea como la Estrategia Catalana de Adaptación al Cambio Climático (ESCACC) consideran el Pirineo y el Delta del Ebro como los dos territorios más vulnerables a los impactos del cambio climático en Cataluña. Es por ello que plantean la elaboración de documentos de trabajo específicos de adaptación para cada uno de ellos.
Desde el Life Ebro Admiclim ha redactado el documento "Acciones para el Clima en el Delta del Ebro" (ACDE), que identifica los cuatro grandes retos que debe afrontar para convertirse en menos vulnerable a los impactos del cambio climático en particular, y del cambio global, en general. Mediante cinco medidas y 44 acciones, el ACDE -elaborado con la participación no sólo de los socios del proyecto, sino también con la de los actores del Delta- tiene como objetivo que la segunda zona húmeda más importante del Mediterráneo Occidental no desaparezca, y hace un llamamiento a hacer posible un río de calidad, con más caudal y más sedimentos, y un modelo de adaptación dinámica a la cambiante morfología de la línea de costa. El ACDE propone como primera medida la implicación activa de todos los actores sociales y económicos, y de todas las administraciones involucradas.