De hecho, estudia los factores que explicarían que actualmente el consumo doméstico per cápita es sensiblemente inferior a los mínimos que se alcanzaron en la última gran sequía de 1992 a 1995. Años en los que las reservas de agua llegaron a estar en torno a un más que alarmante 7% y donde los cortes de agua condicionaban un obligado menor consumo.
Este trabajo ha sido desarrollado por los profesores Castillo Manzano, López Valpuesta y Marchena Gómez de la Universidad de Sevilla y Pedregal Tercero de la Universidad de Castilla-La-Mancha. Según la profesora López Valpuesta, “a diferencia de lo que pudiera parecer a priori, estos resultados, con unos cambios de hábitos tan sorprendentes, poco tienen que ver con las frecuentes sequías o problemas de abastecimiento que ha sufrido nuestra ciudad”.
Un claro sistema de incentivos que responsabilice a cada familia de su propio consumo es la forma más barata de garantizar un suministro sostenible
Este trabajo, publicado por la revista de referencia internacional Applied Economics, afirma que los sevillanos son bastante insensibles en su consumo a la disminución de las reservas de agua y que sólo cuando el Ayuntamiento toma medidas drásticas, dictando, por ejemplo, el Bando de Sequía, es cuando empiezan a bajar su consumo. Aunque, la experiencia de la citada sequia o de los problemas que tuvo la ciudad en la década pasada (2000, 2005-2006 y 2009) muestran que el consumo se vuelve a disparar rápidamente al pasar la situación de alarma.
En cambio, comenta la investigadora, este análisis muestra que la sociedad sevillana sí responde de forma eficiente, y con carácter más permanente, a un buen sistema de incentivos, como la política de individualización de contadores, que se ha mantenido fuera de la pugna política, y que, por tanto ha conseguido la necesaria estabilidad a largo plazo. De hecho la política de individualización de contadores, tanto en vivienda nueva como ya construida, se inició en los últimos años de la alcaldesa Soledad Becerril, teniendo su posterior desarrollo con el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín, durante cuyos mandatos se complementó con cambios en las políticas tarifarias. Con estos cambios se mejoró la progresividad, implantando la facturación según el número de personas que realmente están empadronadas en la vivienda. De acuerdo con los resultados del estudio, esta segunda medida mejoró el efecto singular que obtenía la individualización de contadores.
Según la investigadora López Valpuesta, “la clave está en responsabilizar a cada ciudadano de su consumo”. Se trata del mismo principio que todo hostelero conoce bien, que un grupo de personas consume de media significativamente más de lo que consumiría cada uno de los individuos que lo conforma, si estuviera sólo. “La explicación no es compleja, en un grupo de seis amigos que pagan de forma conjunta, el incentivo a pedir, por ejemplo, una bebida adicional podría estar influido por el hecho del que la pide sólo tendrá que pagar al final la sexta parte del precio de la misma, al resto le invitan sus amigos”.
Para los autores, un claro sistema de incentivos que responsabilice a cada familia de su propio consumo es la forma más barata de garantizar un suministro sostenible de la ciudad, lo cual podría ser compatible con el objetivo de equidad, a través de determinados bonos sociales para aquellas personas con rentas más bajas. Además, en conjunto, los resultados ofrecen una evidencia empírica sólida de la necesidad de políticas consensuadas entre los distintos partidos políticos en relación a los grandes temas de la ciudad.
Para llevar a cabo esta investigación, los investigadores han trabajado con diferentes modelos de series temporales avanzados, concretamente de componentes no observables, que incluyen un exhaustivo elenco de variables explicativas necesarias en el análisis. De esta forma, se consigue tener en cuenta, entre otros, el efecto del ciclo económico, de la Semana Santa y Feria o del número de días laborables que haya en un mes. De los mismos se concluye que los hábitos de consumo de los sevillanos, de media, son bastante estables independientemente del carácter laborable o festivo que tenga el día.