Cuando se pasea por las rutas del norte de Argentina, los grandes farallones bermejos y las mil y un formas de roca talladas por la erosión nos avisan que llegamos a la provincia de La Rioja. El clima árido y seco ha logrado perpetuar este paisaje pero a su vez plantea a la población muchos desafíos. Uno de ellos, disponer de agua en el territorio que muchos expertos catalogan como el más seco de la Argentina.
Recursos hídricos escasos, una precipitación media anual de 385 mm - el promedio nacional según el Banco Mundial se encuentra en 591 mm, y una elevada tasa de evaporación como consecuencia de las altas temperaturas hacen del terreno de La Rioja una zona donde el agua no abunda para sus pobladores.
El problema no afecta de igual manera a todos los riojanos. Por un lado, las localidades del interior sufren, desde hace ya varios años, una severa crisis hídrica, provocada por la falta de lluvias y una gran cantidad de agua subterránea salina, no apta para consumo.
La capital provincial sufre innumerables cortes de agua, no solo por la escasez del recurso sino también por otros problemas de la red
Por otro, la capital provincial sufre innumerables cortes de agua, no solo por la escasez del recurso sino también por otros problemas de la red.
“La ciudad se expandió y hubo un crecimiento no planificado, lo que significó que no había infraestructura para brindar agua para todos”, cuenta Victoria Alvarez, ingeniera química que forma parte del área de desarrollo operacional de Aguas Riojanas.
Además, se estima que en la ciudad hay un 80% de pérdidas por el deterioro de las tuberías y la falta de mantenimiento.
La importancia de los datos
“Ante esta situación optamos por sectorizar la ciudad de La Rioja e instalar lo que llamamos macro medidores, que sirven para saber cuánta agua entra y sale de una zona”, explica Alvarez. En la actualidad hay instalados 70 medidores, que pueden detectar las pérdidas y mejorar la gestión de red.
De acuerdo a los cálculos de Aguas Riojanas, “la mayor parte de las pérdidas son de tipo comercial”, lo que implica que existen conexiones que no están dentro del sistema formal, y por lo tanto, el usuario no paga por el servicio. Justamente, estos medidores permiten detectar ese desfasaje.
Por otra parte, se instalaron más de 21.000 medidores domiciliarios, llevando el parque medido a un 55%. A este se le suma el uso de una aplicación móvil que permite a los operadores sacar fotos de las mediciones domiciliarias y grabar cada lectura. Dicha imagen se almacena con el fin de poder cobrar a los usuarios lo que efectivamente han consumido.
“Ante esta situación optamos por sectorizar la ciudad de La Rioja e instalar lo que llamamos macro medidores"
“Esto permite una lectura más rápida y con menos errores”, dice Alvarez. Además, este nuevo sistema de medición para los usuarios trajo una mayor conciencia del uso de los recursos hídricos. Desde que se instaló el sistema, “la gente cuida más el agua”, concluye Alvarez.
Las iniciativas se llevaron adelante con apoyo del Banco Mundial, a través del proyecto de Servicios Municipales Básicos. “Es fundamental llevar a las comunidades un servicio de calidad -continuidad, calidad del agua – y que además sea sostenible en el tiempo”, explica Catalina Ramírez, especialista de agua y saneamiento del Banco Mundial. “Lo primero se logra con inversiones en infraestructura, pero lo segundo es algo muy difícil de lograr y con iniciativas como las que lleva adelante Aguas Riojanas, que hacen que haya un uso eficiente del recurso, se puede alcanzar”, dice.
Todo esto implica no solo una mejor gestión de un recurso que de por sí es escaso, sino que también evita las pérdidas. Sin embargo, aún falta mucho por hacer. Para dar una idea de la magnitud del problema, en septiembre pasado se suministraron más de 4 millones de m3 a la ciudad de La Rioja pero solo se facturaron 2 millones, lo que implicó una pérdida mensual de más de USD327.000.
De hecho, para Alvarez estos son tan solo los primeros pasos de un plan que tomará su tiempo. “Tenemos que reducir las pérdidas superficiales – las fugas que se ven – y las perdidas comerciales, o sea las conexiones clandestinas”, dice. Por otro lado, se espera poder trasladar y adaptar este modelo a otras zonas de la provincia.