La familia del biólogo español defensor del medio ambiente y asesinado en Brasil, Gonzalo Alonso Hernández, espera que su muerte "sirva para algo" y cesen los delitos ecológicos en la zona donde apareció el cadáver y en la que el fallecido, de 49 años, venía trabajando.
Así se lo ha trasladado a Europa Press Jesús Alonso, uno de los hermanos de la víctima, cuya familia materna es de Santander, donde el fallecido, nacido en Madrid, vivió cerca de 20 años y donde residen en la actualidad la madre y otro de los cinco hermanos. Este último se ha trasladado, en compañía de uno más, hasta el estado brasileño de Río de Janeiro, donde ocurrieron los hechos, para encargarse allí de las gestiones.
Entre las mismas figuran la entrega del cuerpo y entierro, que tendrá lugar en un cementerio cercano a la zona donde murió. Y es que las autoridades brasileñas, con motivo de la investigación, no permiten la incineración, como deseaba el fallecido, que quería que sus cenizas se esparcieran en el lugar donde vivía y trabajaba.
Jesús Alonso ha explicado a esta agencia que, de acuerdo con los primeros datos de la autopsia, su hermano -conocido por su activismo en defensa del medio ambiente frente a los cazadores clandestinos y los ganaderos- habría muerto de un tiro en la nuca, aunque la información definitiva la tendrán a lo largo de las próximas horas.
De momento, se han abierto varías líneas de investigación en torno a lo sucedido, y se han recabado pruebas y pistas, aunque está todo "muy reciente" para extraer conclusiones e informaciones precisas, ha señalado el hermano del biólogo fallecido.
No obstante, todo apunta a que su muerte tuvo que ver con la investigación que estaba llevando a cabo en la zona en la que residía desde hace diez años. De hecho, el cadáver se localizó el martes (había desaparecido el pasado domingo) cerca de una cascada en el Parque Estatal de Cunhambebe, en la localidad de Rio Claro.
Además, y según ha precisado Jesús Alonso a Europa Press, de la casa de su hermano se llevaron el ordenador en el que guardaba los controles que había realizado sobre vertidos al río en el área en el que vivía.
La familia del biólogo, que veranea en Santander, no va a iniciar ninguna acción particular en torno a lo sucedido y desea que la pérdida de Gonzalo Alonso "sirva para algo", ya que su muerte supone "el medio" para perpetrar otros delitos, de carácter ecológico y contra el medio ambiente, tras los cuales hay, además, "intereses económicos".
Así, les gustaría que "los asesinos no se salieran con la suya", y lo ocurrido sirva para que cese la contaminación al río y para fomentar la protección de la zona, extremos que dependerán, como puntualizan, de las autoridades brasileñas y de la presión que se ejerza sobre ellas.
Jesús Alonso ha señalado para finalizar que el Gobierno de Canarias, donde él reside, se ha puesto a disposición de la familia, que también está recibiendo apoyo a través del consulado.
El biólogo fallecido pertenecía al Instituto Terra y al Consejo Municipal de Medio Ambiente. Su esposa, Maria de Lurdes Pena Campos, brasileña, había informado a las autoridades de que su marido había tenido problemas con los cazadores furtivos, con los extractores ilegales de palmito y con los ganaderos que provocan incendios para ganar espacio en el citado parque nacional.