Por segundo año consecutivo, la conmemoración del año nuevo tuvo un significado especial para Itaipu Binacional. Ya en la víspera, el día 30 de diciembre, a las 15h38, la central superaba su propio récord mundial de producción de energía, alcanzando los 98,28 millones de megavatios-hora (MWh). El año 2013 concluyó con un nuevo tope de 98,63 millones de MWh.
Con 14.000 MW de potencia instalada, distribuida por 20 unidades generadoras de 700 MW cada una con capacidad para abastecer una ciudad de 2,5 millones de habitantes- la central de Itaipu perdió, hace algunos años, el título de mayor central del mundo en favor de la infraestructura china de las Tres Gargantas, que alcanza los 22.400 MW. Sin embargo, la binacional brasileño-paraguaya mantiene el título de mayor generadora de energía del planeta, gracias a distintos factores.
En primer lugar, se encuentra la disponibilidad de agua y la regularidad del Paraná, uno de los 10 mayores ríos del mundo. Este río mantiene un caudal medio de unos 12.000 metros cúbicos por segundo, con poca variabilidad entre las estaciones del año.
Paraguay no utiliza toda la mitad de la producción que le corresponde: Brasil le compra el 40% de la energía producida
En segundo lugar cabe destacar la demanda de electricidad en ambos países. Paraguay fue, en 2013, una de las economías que más creció en el mundo (con dun incremento del 14,1%). Brasil, por su parte, aun con un 2,2%, ha vivido en los últimos años un fenómeno de crecimiento de la renta disponible junto con un aumento del consumo de bienes duraderos (principalmente electrodomésticos, frigoríficos, aire acondicionado y otros bienes que impactan directamente en la demanda de energía).
En palabras del director general brasileño de la Itaipu, Jorge Samek, la buena gestión de los recursos disponibles y el compromiso de los socios es fundamental: “Itaipu va a continuar empeñada en atender las necesidades del sector eléctrico de Brasil y Paraguay y, así, ayudar a garantizar el desarrollo económico de estos dos países hermanos”.
Por último, aunque no menos importante, la adopción de una serie de medidas internas ha sido decisiva para que Itaipu estableciese un nuevo máximo de producción en el último bienio. Estas decisiones han sido tomadas siempre tratando de coordinar principalmente las áreas de producción, mantenimiento e hidrología.
Así, por ejemplo, si está previsto el mantenimiento de una máquina y este coincide con un boletín hidrológico favorable, el mantenimiento es postpuesto para que las turbinas puedan sacer el máximo provecho de los recursos hídricos.
“Hemos aprendido mucho a lo largo de estos casi 30 años de producción. Además de la gestión interna, mejoramos la coordinación y la optimización de los trabajos entre Itaipu y las diferentes empresas colaboradoras” afirma el superintendente de Operación, Celso Torino. Y añade: “El resultado final es energía en cantidad suficiente y a la hora correcta”.
La combinación de estos factores, permitió establecer una media anual de producción 7 millones de MWh superior a la de los últimos diez años. Este incremento es equivalente al 50% del consumo anual de la ciudad de Rio de Janeiro, la segunda mayor de Brasil.
Este nivel de producción pone de manifiesto la importancia estratégica de Itaipu para los dos países socios en este proyecto. El volumen generado en 2013 fue suficiente para abastecer el 17% del mercado brasileño y el 75% del paraguayo.
En 2003 la empresa incorporó la responsabilidad social y ambiental como uno de los pilares básicos de funcionamiento
En Brasil, la energía de Itaipu es distribuida por Furnas, una subsidiaria de Eletrobras, empresa de economía mixta y capital abierto que responsable también de la parte brasileña de la binacional. En Paraguay, la transmisión queda a cargo de la Administración Nacional de Electricidad (Ande), que también responde por el 50% paraguayo de la central.
Una curiosidad en relación a la producción y transmisión de energía de Itaipu reside en el hecho de que la frecuencia del sistema eléctrico brasileño es de 60 Hz, mientras que la de Paraguay es de 50 Hz. Por eso, de las 20 unidades generadoras de Itaipu, la mitad produce en 60 Hz y la otra mitad en 50 Hz.
No obstante, Paraguay no utiliza toda la producción que le corresponde. Basta con el 10% de la energía de Itaipu para abastecer las necesidades del país. Por ello, Brasil compra el 40% restante que Paraguay no utiliza, rectifica esa electricidad a 60 Hz y paga a su socio una tasa extra conocida como Cesión de Energía. En 2012, por ejemplo, Paraguay recibió 378 millones de dólares por ese concepto.
Ingeniería financiera y administrativa
Como se puede percibir, Itaipu no es solo una gran obra de ingeniería civil y lectromecánica. Para concretar el proyecto fue necesaria, también, una buena dosis de ingeniería financiera y diplomática.
La empresa está regida por el Tratado de Itaipu, firmado en 1973 por los dos países y que, además de establecer las reglas para el aprovechamiento de los recursos hídricos del Rio Paraná, regula todo el funcionamiento de la organización, así como las condiciones para el pago de la financiación requerida para la construcción de la hidroeléctrica. Esta deuda se paga con la energía generada y su liquidación concluirá en enero de 2023.
El documento también establece una serie de medidas que sirven para garantizar una relación equilibrada entre Brasil y Paraguay, a pesar de las asimetrías económicas entre los dos países. Buena muestra de ello es que la empresa está organizada de forma simétrica, es decir, todas las direcciones, departamentos y gerencias que componen la infraestructura en Brasil tienen sus pares equivalentes en Paraguay.
Así, la empresa cuenta con dos directores generales (uno brasileño y uno paraguayo) que comandan Itaipu con el mismo poder de decisión. La binacional mantiene otras cinco departamentos (Técnico, Jurídico, Administrativo, Financiero y de Coordinación) que siguen ese mismo principio. La dirección de la empresa se completa con el Consejo de Administración, que cuenta también con representantes de los gobiernos de los dos países.
En 2012, Itaipu facturó unos 3.700 millones de dólares por la venta de electricidad. De ese total, aproximadamente un 54% se destina al pago de la deuda; otro 13% corresponde al pago de royalties (compensaciones financieras que reciben los gobiernos brasileño y paraguayo por la utilización del potencial hidráulico del río Paraná); los gastos de explotación (personal, materiales y servicios de terceros) absorben otro 23% de los ingresos; y el 10% restante se destina al pago por la Cesión de Energía.
Itaipú no es solo una infraestructura
Actualmente, el alcance de la central se extiende más allá de la producción energética de calidad. Desde el inicio de su operación, la empresa ya ha pagado en royalties más de 8 mil millones de dólares (la mitad para cada país). Esta cantidad se calcula en base a la energía generada, y la mayor parte se destina a los ayuntamientos con áreas inundadas por el embalse, que tiene una extensión de 1.350 kilómetros cuadrados.
A partir de 2003, la misión de la empresa incorporó la responsabilidad social y ambiental, lo que se tradujo en incontables programas orientados al medio ambiente y a las comunidades localizadas en el entorno de la central, como el programa Cultivando Água Boa.
Asimismo, Itaipú también es firmante de diversos compromisos nacionales e internacionales, como el Pacto Global, la Carta de la Tierra y el Protocolo de Kioto, entre otros. Esos compromisos se traducen en acciones que convierten a la mayor generadora hidroeléctrica del mundo en un modelo para nuevos proyectos en este sector.
Itaipu integra, por ejemplo, el GTSaúde, que reúne instituciones brasileñas, paraguayas y argentinas y que lleva a cabo acciones coordinadas para mejorar las condiciones de salud de las poblaciones que viven en la región de la Triple Frontera entre esos países. Otro frente es el Programa de Combate a la Explotación Sexual de Niños y Adolescentes.
Itaipu también lidera una serie de iniciativas para promover el turismo, como la campaña que ayudó a elegir las Cataratas de Iguazú, una de las Nuevas 7 Maravillas de la Naturaleza, además de colaborar en diversos proyectos que contribuyen a la divulgación y mejora de la infraestructura turística de este enclave.
Para apoyar la ejecución de estos proyectos y servir como centro educacional y de producción de nuevas tecnologías, Itaipu creó el Parque Tecnológico Itaipu, que hoy alberga el campus de ciencias exactas de la Universidad Estatal del Oeste de Paraná (Unioeste), el campus provisional de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana, además de laboratorios y centros de referencia en el estudio de las energías renovables, las tecnologías de la artesanía, la seguridad de presas y muchos otros.
Esta nueva misión institucional también se ha reflejado internamente con la adopción de una política de género que hoy es referencia para el gobierno brasileño en el sector eléctrico, además de innumerables prácticas recogidas en el Sistema de Gestión de la Sostenibilidad, que hoy permea todas las áreas de la empresa.
Entrevista a José Miguel Samek, director general braseleño de Itaipú Binacional
¿Cuáles son los mayores logros obtenidos por Itaipu?
Este proyecto, por su gran dimensión e importancia para ambos países, ha logrado establecerse como referencia en muchos aspectos, no sólo en los de operación y mantenimiento. Basta con observar el Canal de Piracema, por ejemplo, que permite la migración de los peces por el Río Paraná, o incluso el programa Cultivando Água Boa, que se ha convertido en una metodología de gobernanza y de diálogo con las comunidades. Y toda esa experiencia que Itaipu acumula en 30 años de operación, ahora también se pone a disposición de la sociedad en proyectos como el Parque Tecnológico Itaipu, la investigación de vehículos eléctricos y la generación de energía a partir del biogás de las actividades agropecuarias.
¿Qué retos afronta la compañía?
Itaipu ha establecido que, hasta el 2020, ‘se consolidará como la generadora de energía limpia y renovable con el mejor desempeño operativo y las mejores prácticas de sustentabilidad del mundo, impulsando la integración regional’. Este es nuestro gran desafío, y alcanzarlo requiere disponer de un equipo comprometido y motivado. El reto es grande, pero estamos convencidos de que seguimos el rumbo correcto.
¿Cuál cree usted que es el camino para la correcta gestión del binomio aguaenergía?
La clave reside en la sostenibilidad. Tomando nuestro caso como ejemplo, Itaipu no sólo considera su embalse como ‘energía almacenada’, sino que también tiene en cuenta los múltiples usos del agua, que son, más allá de la generación de energía, el abastecimientode áreas urbanas y agrícolas, el turismo y el ocio. De esta manera, es necesario tomar las medidas oportunas para preservar esos usos.
Itaipú y el medio ambiente
A partir del cambio de la misión institucional de Itaipu Binacional, en el año 2003, la actuación socio-ambiental se amplió tanto en términos geográficos como en el número de acciones. Al tener una entidad propia y significativa estas iniciativas han pasado a estar gestionadas por el programa Cultivando Água Boa. Água Boa es un amplio programa de desarrollo territorial que, al mismo tiempo, configura una estrategia local de lucha frente al cambio climático y otros desequilibrios. El área de ejecución, de aproximadamente 8.000 kilómetros cuadrados, cuenta con un millón de habitantes y 35.000 propiedades rurales.
La región posee una fuerte vocación agroindustrial, con los consecuentes impactos de estas actividades económicas. Para combatir esos problemas, el programa Cultivando Água Boa lleva a cabo un conjunto de 20 programas y 65 acciones ejecutados por Itaipu con más de 2.000 aparceros, desde asociaciones de residentes hasta órganos de los gobiernos estatales y federal, además de los ayuntamientos. En cada microcuenca y cada municipio existe un comité gestor que cuenta con representantes de diversos ámbitos, sumando así más de 28.000 actores sociales involucrados.
En ese contexto, Itaipu trata de actuar como un agente inductor del desarrollo sostenible en toda su área de influencia y en diversos sectores, como la educación ambiental, la conservación de la biodiversidad, el fomento de la agricultura orgánica, el cultivo de plantas medicinales, la adopción de técnicas de conservación, la capacitación para el turismo rural,la organización y la capacitación de recolectores de materiales reciclables y el estímulo a la recolección selectiva y al reciclaje.
La iniciativa ya ha conquistado más de 20 premios de reconocimiento de las mejores prácticas socio-ambientales en Brasil y en elextranjero y está respaldada por la Unesco como un modelo de gestión de cuencas hidrográficas.