Hasta finales del siglo XIX, la única forma para pasar de una orilla a otra del río Ebro a su paso por Aragón (y estamos hablando de un trayecto de casi 300 kilómetros de longitud) eran dos puentes, el de Piedra y el de Tablas, ambos en Zaragoza y multitud barcas de paso cuya finalidad era exclusivamente enlazar las dos orillas.
En los más de 130 kilómetros de recorrido del Ebro por Cataluña, tampoco existía ningún viaducto hasta 1868. En esos tiempos levantar un puente, sin hormigón armado, era una empresa que podemos calificar como "faraónica".
Los pasos de barca sirvieron, desde la más remota antigüedad (...) para que los vecinos de pueblos ribereños cruzaran de una orilla a otra con sus vehículos y animales
¿Cómo resolvieron los habitantes de ambas riberas la división geográfica que les imponía el río Ebro?
Con los pasos de barca (bueno, y también algún puente flotante sustentado por embarcaciones) que sirvieron, desde la más remota antigüedad hasta el último tercio del siglo XX, para que los vecinos de los pueblos ribereños del Ebro cruzaran de una orilla a otra con sus vehículos y animales, así como comerciantes, tropas o viajeros.
Eso sí, había que contar (y hay que seguir haciéndolo) con el beneplácito de los elementos, puesto que los pasos de barcas quedaban en muchas ocasiones inutilizables con las avenidas o sequías, o en días especialmente ventosos, como nosotros mismos pudimos comprobar en Miravet.
Del esplendor al abandono
En sus tiempos de esplendor se llegaron a contabilizar más de 300 barcas de paso, pero a medida que se iban construyendo puentes, se abandonaban las barcazas disponibles.
En la provincia de Zaragoza, tan sólo quedan tres prestando servicio regularmente: Torres de Berrellén, Sobradiel y Gelsa y en la provincia de Tarragona, siguen activas la barcas en Flix y Miravet y la recuperada recientemente en García
De toda aquella eclosión de transporte fluvial queda ya muy poco y aunque hasta fechas relativamente recientes, en Aragón se contabilizaban más de 60, de las numerosas barcas de paso que han comunicado durante siglos las orillas del ancho y tranquilo cauce del río Ebro en la provincia de Zaragoza, tan sólo quedan tres prestando servicio regularmente: Torres de Berrellén, Sobradiel y Gelsa.
Eso sí, desde el año 2003 y durante el periodo estival, entre Boquiñeni y Pradilla de Ebro, encontramos en activo una reproducción de una de las antiguas barcas de la zona, recuperada para uso lúdico.
En cuanto al último tramo del Ebro, en la provincia de Tarragona, siguen activas sendas barcas en Flix y Miravet y otra recuperada recientemente en García.
Tal como nos cuenta la etnóloga Rufi Mullor, que ha recibido el Premio de Investigación Ramón Pignatelli del Gobierno de Aragón por su trabajo "Al pasar la barca... Historias particulares de las barcas de paso en Aragón"... cuya lectura recomendamos para los interesados en conocer más sobre estas infraestructuras hidráulicas: "En tiempos, todas las poblaciones ribereñas del Ebro tenían una o más barcas para cruzar al otro lado, y lo mismo pasaba en algunas localidades del Cinca, del Gállego y del Aragón".
¿Cómo eran los pasos de barca?
En casi todos los casos que aún conservamos, tal y como se utilizaban, se trata de plataformas flotantes de gran capacidad que, además de personas, trasladan coches y maquinaria agrícola. Son estructuras de madera que realizan el paso sujetas a un cable metálico que une la orilla del río de lado a lado, lo que facilita su estabilidad para combatir la corriente del río. La ruta es fija y más bien corta, y el desembarque se hace mediante una pasarela que se adapta al movimiento del agua y permite que los viajeros puedan acceder a la barca.
EL APUNTE: Su difícil Existencia
Los pasos de barca eran destruidas en las guerras para impedir que cayeran en manos enemigas y a menudo, las riadas las arrastraban río abajo. Los accidentes tampoco eran escasos. Por ejemplo, la rotura por el continuo desgaste como resultado de la fricción de las maromas de cáñamo, puesto que las sirgas de acero no llegaron hasta el siglo XX.
Los supervivientes
En Sobradiel y Torres de Berrellén cuentan con un sistema motorizado de arrastre y son utilizados por los labradores que se embarcan con sus tractores y aperos para acceder a los sotos situados en la margen opuesta del río. Además, es el único medio para acceder en romería dos veces al año a la ermita de El Castellar, aislada sobre un cerro.
El paso de barcas de Gelsa es de un grupo de particulares con propiedades en la isla de la Mejana, situada en el cauce del Ebro, aunque más bien es un pontón o balsa, ya que consta de un tablero sobre varios flotadores de forma cilíndrica, con sirga manual para su arrastre, a la que se accede desde una plataforma.
Una noticia sobre esta barca la encontramos en el Itinerario de Labaña (1610-1611) donde se cita «Gelsa es Lugar del señor de Quinto, que era gran población de moriscos. Aquí hay barca para pasar el Ebro, que es del señor y le rendía cuando estaba poblada Gelsa 50 escudos cada mes porque es de mucho pasaje.».
En cuanto a la barca de Boquiñeni, es un caso diferente. Aquí un grupo de vecinos, unidos en la asociación Adabar, decidió en el año 2001 recuperar la tradición fluvial del pueblo y garantizar además el enlace entre Boquiñeni y Pradilla. Con la idea de restaurarla, se desenterró la barca hundida, pero las condiciones en que se encontraba lo hicieron imposible y finalmente se optó por construir una nueva que recordara la antigua. Fue botada en el antiguo paso de la barca de Pradilla el día 27 de septiembre de 2003.
En Miravet (Tarragona) encontramos otro de los últimos transbordadores del río Ebro, sin motor, sólo empujado por la fuerza de la corriente y con la maestría del barquero. Se puede cruzar en coche y en apenas 10 minutos, de lunes a sábado (de 8 a 13 horas, y de 15 a 19 h) y domingos y festivos (de 9 a 13 horas y de 15 a 19 horas).
En casi todos los casos que aún conservamos, tal y como se utilizaban, se trata de plataformas flotantes de gran capacidad que, además de personas, trasladan coches y maquinaria agrícola
Aquí, podemos disfrutar además del imponente paisaje , con el castillo templario coronando la población. Esta barcaza, construida a principios del siglo XX, fue restaurada de forma integral, tras detectarse en 2014 varias vías de agua, cambiando la quilla y la sobrequilla y se aprovechó para introducir algunas mejoras que garantizaran una mejor conservación de los dos laúdes que la forman.
Sus orígenes hay que buscarlos en el siglo XII, ligados a la historia del castillo de Miravet. Inicialmente estaba situado junto al castillo y era estratégico para tener bajo control el acceso a la fortificación. En la guerra civil española fue bombardeado y cuando se puso de nuevo en funcionamiento, casi 20 años después, se reubicó.
También en la localidad de García (Tarragona) encontramos otro paso de barcas similar al de Miravet, aunque en este caso no es un transbordador original. sino uno restaurado, pero sí comparte con el anterior su construcción de madera y sin motor, formado por dos laúdes unidos por una plataforma de madera y que se mueve aprovechando la corriente del agua.