El conseller de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat, Santi Vila, ha abierto la puerta a una posible privatización de la gestión de depuradoras catalanas: "Lo estamos estudiando", ha dicho.
En la conferencia 'Catalunya: una visión optimista' que ha pronunciado este martes en el ciclo 'Dinars Cambra' de la Cámara de Comercio de Barcelona, Vila ha indicado que algunos activos vinculados al saneamiento de aguas están siendo objeto de estudio para ver si se podrían concesionar.
La titularidad de estas depuradoras puede suponer un problema añadido, porque en algunos casos está compartida con la administración local.
Ha añadido que la titularidad de estas depuradoras puede suponer un problema añadido, porque en algunos casos está compartida con la administración local: "Es discutible la titularidad de estos equipamientos. El mundo local tendrá mucho que ver. Será un tema que hará de aficionados lo que hicimos con Aigües-Ter Llobregat (ATLL)".
Ha asegurado que los presupuestos catalanes para 2014, que este martes se han entregado al Parlament de Catalunya tienen "un talón de Aquiles muy delicado", ya que el Govern, según ha dicho, no puede reducir más el gasto, así que lo confía todo al aumento de ingresos.
Estos ingresos irán motivados por la expectativa de recuperación económica, conversaciones fructíferas con el Estado y la culminación de la venta de algunos activos: "Ahora ha empezado y continuará el año que viene".
En las cuentas catalanas se prevé una partida de 2.000 millones de euros entre venta de activos y privatizaciones, y dentro de esta partida se enmarcarían los ingresos generados por esta posible privatización de las depuradoras catalanas.
Trasvase
El conseller ha sostenido que el Gobierno central está estudiando el trasvase del Roine como alternativa al conflicto que supone la oposición de Catalunya al Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro, que prevé limitar el caudal del tramo final del río a 3.200 hectómetros cúbicos anuales.
El Govern siempre ha considerado que este caudal pone en riesgo la preservación del delta del Ebro y fomenta la salinización del tramo bajo del río, un fenómeno que ya ha empezado a afectar el agua que abastece a Tortosa y otros municipios de la zona.