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Carrera contrarreloj para proteger a los rohingyas de las inundaciones ocasionadas por el monzón

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Las agencias humanitarias internacionales y las autoridades de Bangladesh están haciendo todo lo posible para proteger a los cientos de miles de refugiados rohingya que hay en el país contra los corrimientos de tierra y las inundaciones ocasionadas por el monzón antes de que este se recrudezca previsiblemente en julio.

Las primeras lluvias monzónicas caídas a principios de junio ya ocasionaron deslizamientos e inundaciones que dejaron dos refugiados muertos y varios heridos, además de provocar daños en miles de chozas de bambú y plástico construidas en las laderas de las colinas.

Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), actualmente hay en Bangladesh 720.000 refugiados rohingya llegados desde el pasado agosto a raíz de la ola de represión por parte de las fuerzas de seguridad tras una ola de ataques de milicianos. En su mayoría viven en congestionados campos de refugiados en torno a la localidad de Cox's Bazar, en la bahía de Bengala, una zona que suele registrar precipitaciones récord y que es proclive a ciclones.

Las agencias humanitarias y las autoridades llevan semanas trabajando para ayudar a construir sistemas de drenaje, reforzar los refugios y crear mejores rutas de acceso, pero se están encontrando con retos a la hora de trasladar a los refugiados a zonas más seguras y con el monzón ya iniciado, se está convirtiendo en una carrera contrarreloj.

Las primeras lluvias monzónicas caídas a principios de junio ya ocasionaron deslizamientos e inundaciones que dejaron dos refugiados muertos y varios heridos

"La posibilidad de reasentar a toda la población rohingya 'en riesgo' es muy limitada y desafiante", reconoce Caroline Gluck, representante de ACNUR en Cox's Bazar, cifrando en 200.000 a las personas en mayor riesgo. "No somos capaces de trasladar a la gente lo rápido que queremos", añade.

El Grupo de Coordinación Intersector (ISCG), que representa el trabajo de las ONG en el terreno, indica que hay 45.000 refugiados viviendo en las zonas de mayor riesgo pero solo unos 15.000 de ellos habían sido reasentados hasta el 10 de junio. Algunos refugiados más han sido trasladados desde entonces pero muchos siguen viviendo en sus chozas de plástico y bambú instaladas de forma precaria en las laderas.

Para finales de junio, se espera haber conseguido trasladar a otros 7.000 más, según el ISCG, pero eso no supondría completar el traslado al tiempo antes de que se produzca el punto álgido de lluvias, que normalmente tiene lugar a principios de julio.

Parte del problema ha sido encontrar terrenos aptos y construir refugios e instalaciones en ellos, reconocen las autoridades. "Lleva mucho tiempo y hace falta personal para intentar trasladar a tal cantidad de personas (...) allanar las colinas y hacerlas aptas para el reasentamiento", subraya Gluck.

Un pequeño milagro

Minaroo, de 25 años, cuenta que su bebé de 40 días estaba dormido en su tienda de campaña cuando las lluvias torrenciales caídas una tarde de la semana pasada provocaron un deslizamiento, aplastando su refugio situado en una ladera en el campo de refugiados de Balukhali.

"Es un milagro que mi bebé sobreviviera", asegura, abrazando a su hijo junto a la colina en la que antes estaba su vivienda. Ahora, cuenta, duerme en una escuela temporal en el campo, hasta que las ONG le ayuden a encontrar un refugio en una zona más segura. "No quiero vivir ahí otra vez, es muy peligroso", asegura. Un niño de dos años y medio y un hombre murieron la semana pasada.

El Gobierno de Bangladesh ha ofrecido unos 2.000 metros cuadrados de tierra para el reasentamiento, pero solo unos 400 metros han sido preparados hasta ahora para instalar refugios en ellos. El controvertido plan para trasladar a los refugiados a la remota isla de Bhasan Char ha sido aplazado a septiembre, después del monzón, según responsables bangladeshíes.

El Gobierno de Bangladesh ha ofrecido unos 2.000 metros cuadrados de tierra para el reasentamiento, pero solo unos 400 metros han sido preparados hasta ahora para instalar refugios en ellos

Las autoridades también afirman que el reasentamiento ha sido lento porque ha resultado complicado convencer a los refugiados de trasladarse de nuevo, apenas diez meses después de escapar de Birmania. "Mucha gente no siente que está en peligro o quieren estar cerca de su familia y comunidades", explica Abul Kalam, comisario de refugiados y rehabilitación de Bangladesh, precisando que el Gobierno no les forzará a trasladarse.

"Estas personas se han visto desplazadas a la fuerza de sus hogares y muchos de ellos están traumatizados (...) es comprensible si no quieren trasladarse tan rápido de nuevo", afirma por su parte George Gigauri, jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La OIM, junto con ACNUR, es una de las agencias que están trabajando en los campos junto con las ONG locales. "Creo que están intentando hacer las cosas lo más rápido posible", resalta Gigauri.

Pese a los meses de preparativos y los planes de contingencia, los daños causados por las primeras lluvias este mes han preocupado a muchos por el impacto de las precipitaciones mucho más fuertes que se esperan en las próximas semanas.

El ISCG también ha señalado que hay una falta de estructuras a las que los refugiados pueden trasladarse cuando haya fuertes vientos o ciclones, muy frecuentes en la región. "Fue realmente una sorpresa cómo muchas cosas se deterioraron en un breve espacio de tiempo", reconoce Gluck, subrayando que la coordinación entre el Gobierno y las agencias humanitarias ha demostrado ser clave.

Los recursos en los campos siguen siendo limitados, habida cuenta de que los refugiados siguen llegando desde Birmania, lo cual supone un reto, comenta la responsable de ACNUR. Al menos 9.286 refugiados han llegado a Bangladesh desde enero, según los últimos datos de ACNUR.

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