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Los ciclones extremos en el Mar Arábigo son resultado del calentamiento global

  • ciclones extremos Mar Arábigo son resultado calentamiento global

Los ciclones extremos que se formaron en el Mar Arábigo por primera vez en 2014 son el resultado del calentamiento global y probablemente aumentarán en frecuencia.

Un modelo climático desarrollado en Princeton y la NOAA demostró que la quema de combustibles fósiles desde 1860 a nivel global conduciría a un aumento en las destructivas tormentas en el Mar Arábigo para 2015, marcando una de las primeras veces que las proyecciones modeladas se sincronizaron con las observaciones reales de la actividad de tormentas, según indican los investigadores. El estudio ha sido publicado en 'Nature Climate Change'.

En octubre de 2014, el ciclón Nilofar se formó en la costa occidental de la India. El sistema inusual fue la primera tormenta ciclónica extremadamente severa (ESCS), definida por vientos de más de 170 kilómetros por hora, que apareció en el Mar Arábigo después de la temporada del monzón en el sur de Asia. Los ciclones se desarrollan comúnmente en el Mar Arábigo después de la temporada de los monzones, pero ninguno tan feroz como Nilofar, que produjo vientos de hasta 190 kilómetros por hora y condujo a la evacuación de 30.000 personas en la India.

Los ciclones extremos que se formaron en el Mar Arábigo por primera vez en 2014 son el resultado del calentamiento global y probablemente aumentarán en frecuencia

Luego, en 2015, dos ciclones extremos aún más fuertes llegaron desde el mar Arábigo, en una semana. Desde el 28 de octubre hasta el 4 de noviembre, el ciclón Chapala, el segundo ciclón más fuerte jamás registrado en el mar Arábigo, trajo vientos de hasta 220 kilómetros por hora y arrojó el equivalente a varios años de lluvia en las áridas naciones de Yemen, Omán y Somalia. Cyclone Megh lanzó una segunda ola de destrucción solo unos días después. Las tormentas mataron a 27 personas y devastaron las ya frágiles economías e infraestructuras de las naciones afectadas. La isla yemenita de Socotra fue destruida por inundaciones y daños por el viento.

Poco después los investigadores analizaron simulaciones de ciclos de ciclones globales y de tormentas de 2015 para ayudar a determinar su causa.

Especialmente notable es que su modelo proyectó un aumento en los ciclones extremos después del monzón en el Mar Arábigo para 2015 que fue similar a lo que realmente sucedió, según afirma el primer autor Hiro Murakami, un investigador asociado del Programa de Princeton para las Ciencias Atmosféricas y Oceánicas. Es difícil para un modelo climático proyectar con precisión para una ubicación definida en un momento determinado.

"Esta puede ser la primera vez que vemos la sincronicidad entre una proyección modelada y las observaciones reales de la actividad de la tormenta en una región específica durante una temporada específica --apunta Murakami--. Todavía es un reto predecir el año en que ocurrirá un ESCS en el futuro. Lo que destacamos es que la probabilidad de ocurrencia está aumentando en relación con la de las condiciones preindustriales. No sería sorprendente que veamos un nuevo ESCS generado a fines de la temporada en los próximos años".

Este año, el ciclón Ockhi, que se formó el 29 de noviembre y se disipó el 6 de diciembre, dejó al menos 39 muertos en Sri Lanka y la India. Perteneciente a la clasificación más baja de una tormenta ciclónica muy severa, Ockhi fue sin embargo el ciclón más intenso del Mar Arábigo desde Megh con velocidades de viento que alcanzan los 160 kilómetros por hora.

Estas poderosas nuevas tormentas azotan áreas del mundo vulnerables debido a la pobreza, el conflicto y la falta de experiencia con el fuerte viento y la lluvia de un ciclón, dijo Murakami.

"Cabe esperar grandes pérdidas económicas en África, Medio Oriente y el sur de Asia a lo largo del Mar Arábigo", señala el investigador, que comenta que estos países son muy sensibles a los riesgos e impactos de las tormentas debido a la falta de estrategias de adaptación. "Estas regiones experimentan una exposición climática climatológica comparativamente baja", añade.

La fuerza motriz detrás de la aparición de los ESCS fue una temperatura más alta de lo normal. Murakami, Vecchi y Underwood utilizaron un modelo de alta resolución en GFDL conocido como HiFLOR para simular la actividad ciclónica en el Mar Arábigo en dos escenarios. El primero fue la variabilidad natural, como algunos años más calientes que otros. HiFLOR puede reproducir las variaciones observadas en la frecuencia de huracanes de categoría 4 y 5 en el Océano Índico Norte, luego proyecta esa fluctuación en otras regiones y sistemas de tormentas. Esto resulta en una simulación realista de la variabilidad natural.

La segunda simulación tuvo en cuenta el aumento de las concentraciones atmosféricas de sulfato, carbono orgánico, carbón negro y otros compuestos que resultan de actividades humanas. El carbón negro y los sulfatos son especialmente el resultado de la quema de combustibles fósiles y biomasa, como la madera, un combustible popular en el sur de Asia. Los investigadores realizaron simulaciones con los niveles de estas sustancias tal como estaban en los años 1860, 1940, 1990 y 2015.

Encontraron aumentos significativos en la aparición de ESCS post-monzón en el Mar Arábigo en 1990 y 2015, el último de los cuales coincidió con las tormentas recientes. (Las observaciones reales de la actividad ciclónica extrema en el Mar Arábigo son limitadas debido a que no hubo una cobertura completa de satélites meteorológicos en esta área antes de 1998).

Se están desarrollando nuevos modelos para explicar con mayor precisión la influencia de los aerosoles fabricados por el hombre en la creación de ciclones extremos sobre el Mar Arábigo, según concluye Murakami.

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