El 16 de abril de 2007 entró en vigor el decreto de sequía que daba inicio a la peor sequía vivida en Cataluña de la que se tiene recuerdo. Un periodo que se prolongó hasta el mes de enero de 2009, cuando la última cuenca que estaba en excepcionalidad, la del río Muga, salía de este escenario después de intensas lluvias que recargaron el embalse de Darnius Boadella.
Durante este periodo, que encadenó más de 17 meses sin lluvias cuantiosas en las cabeceras de los ríos, y que mostró un lento pero constante descenso de las reservas embalsadas, llegó a su punto más crítico el 31 de marzo de 2008, cuando los embalses del Ter Llobregat bordearon el 20% de su capacidad y acercándose la sombra de los cortes de suministro a la ciudadanía. Afortunadamente, la lluvia hizo acto de presencia e incrementó las reservas de los embalses, dejando atrás una situación que no se ha vuelto a repetir.
Después de pasar esta situación crítica, ¿qué hemos aprendido?
- La cultura del ahorro. Fruto de las medidas de contingencia contempladas en el decreto de sequía y de la concienciación de la ciudadanía, se produjo un importante ahorro en el consumo de agua. Este, en los momentos más críticos de la sequía, fue del 21% respecto a la demanda de referencia. Actualmente, el consumo responsable de agua aún continúa vigente entre la ciudadanía, lo que queda demostrado en zonas del área metropolitana de Barcelona, donde los consumos por habitante y día oscilan alrededor de los 102 litros. Por lo tanto, la sequía fue un elemento clave para concienciar que el agua es un recurso frágil, escaso y finito que hay que preservar, y más en un ámbito condicionado por el clima mediterráneo, que alterna largos periodos de falta de lluvias con episodios de cortas precipitaciones pero intensas.
- La desalinización. Esta tecnología no depende del clima y, por tanto, es una solución estructural muy viable en periodos de falta de recursos naturales. En el 2009 se puso en servicio la desalinizadora del Llobregat, una planta con capacidad para producir hasta 60 hm3 de agua. Dos años más tarde, se amplió la desalinizadora del Tordera, duplicando su capacidad y pasando de los 10 a los 20 hm3 de capacidad. En total, la desalinización en Cataluña equivale a un embalse lleno, ya que las dos plantas activas, con una producción de 80 hm3, equivalen al embalse de la Llosa del Cavall.
Uso modulable y silencioso
La desalinización debe concebirse como un recurso de garantía, es decir, destinado a estar más presente en las diversas fuentes de abastecimiento cuando los recursos naturales comienzan a tener un volumen más bajo. Si cogiéramos una balanza clásica, la desalinización incrementaría producción cuando los recursos ordinarios naturales (agua de los embalses y acuíferos) comenzaran a bajar, y viceversa.
Precisamente la desalinización ha servido para amortiguar los efectos de una posible sequía. En los años 2012 y 2016, las lluvias han sido inferiores a la media y esto ha provocado que los embalses estuvieran alrededor del 50% en ambos casos. El incremento de producción de la desalinizadora del Llobregat, pasando del 10 al 30%, ha permitido ralentizar la disminución de las reservas embalsadas y alejar la aplicación de medidas habituales de un período de sequía.
- Recuperación de pozos y captaciones en desuso. Durante la sequía vivida entre 2007 y 2008, se llevó a cabo una importante campaña de recuperación de pozos y captaciones en desuso, que durante muchos años habían dejado de utilizar por estar agotados o por presentar niveles cualitativos no aptos para el consumo. Se recuperaron cerca de 280 pozos, con una capacidad para aportar 37 hm3 de agua.
- Mejoras en tratamientos de potabilización. La cuenca del Llobregat presenta una elevada salinidad debido a las características naturales de la cuenca y también a raíz de la actividad minera. Esto provoca que el agua potabilizada en esta cuenca requiera de tratamientos más avanzados para, sobre todo, mejorar su sabor y olor. Las potabilizadoras de Abrera y Sant Joan Despí, esta última de Agbar, incorporaron tratamientos de electrodiálisis reversible y ósmosis inversa, respectivamente, para mejorar la calidad del agua suministrada. Estas mejoras permiten disponer de 15 hm3 de agua adicionales.
En total, después de la sequía, se ha incrementado en un 30% la garantía de suministro en la zona más poblada de Cataluña, que se concretan en 122 hm3. También cabe destacar la gestión cuidadosa de los recursos disponibles como el agua de los embalses, haciendo posible la laminación de avenidas con la optimización del recurso.
Los retos futuros
Todas estas actuaciones, además del conocimiento y la experiencia adquirida durante estos años, han reducido de manera considerable el déficit hídrico en las cuencas internas, pero aún se necesitan actuaciones para incrementar más la garantía. La reutilización se erige como una solución importante en el futuro, y más cuando ya se dispone de las instalaciones necesarias para llevarla a cabo. Durante 2017 se harán diversas actuaciones para comprobar la viabilidad de aportar agua regenerada en el tramo final del Llobregat, que pueda ser posteriormente potabilizada. Esto servirá para incrementar el volumen de agua del Llobregat y disponer de más recurso de proximidad, de kilómetro 0.
La sed de la zona más poblada de Cataluña ha podido calmar, pero ahora el reto es resolver los problemas de suministro en las zonas del país sin acceso a grandes redes supramunicipales de agua y que dependen de captaciones vulnerables. La ACA, entre 2016 y 2018, tiene previsto destinar 30 millones en ayudas para los municipios que tienen esta problemática, complementadas con ayudas de cofinanciación el suministro de urgencia de agua con camiones cisterna y pequeñas obras asociadas.
En más de una ocasión se había asegurado que la sequía había sido una buena oportunidad para mejorar la garantía de abastecimiento en Cataluña. 10 años de la peor vivida en nuestro país, se han hecho muchas actuaciones, se ha consolidado la cultura del ahorro y se tienen en cuenta soluciones que pueden incrementar más la garantía. Se ha hecho mucho trabajo, pero no hay que bajar la guardia y seguir adelante, ya que cada día que pasa queda un día menos para la próxima sequía.