La evacuación de aceites y grasas procedentes de restos de alimentos o procesos industriales, a través de los sistemas de desagüe de nuestros hogares o industrias, pueden provocar daños innecesarios y serios, no solamente a las propias redes de saneamiento sino también a nuestro medio ambiente.
Los aceites de uso doméstico e industrial una vez usados, no deben verterse a través de los sistemas de saneamiento ya que, dichos desagües llegan a las estaciones de depuración de aguas residuales en las que, además de encarecer los procedimientos de depuración, impiden que éstos se realicen correctamente ya que son difíciles de metabolizar por las bacterias.
El aceite al tener menos densidad que el agua flota en ella, creando una película de grasa que impide su contacto con el aire. Esta capa de grasa, imposibilita la generación de oxígeno con el consecuente perjuicio para la flora y fauna fluviales. Las aguas superficiales limpias suelen estar saturadas de oxígeno, lo que es fundamental para la vida. Si el nivel de oxígeno disuelto es bajo indica contaminación, mala calidad del agua e incapacidad para mantener determinadas formas de vida.
Por todo esto, es importante que los aceites usados se desechen en los puntos de recogida preparados para ello, para que reciban el tratamiento que menos afecte a nuestro medio ambiente.