El Grupo de Geología Marina y Ambiental (Geoma) de la Universidade de Vigo (UVigo) ha confirmado la llegada periódica de masas de agua dulce a la cuenca interior gallega desde hace 80.000 años, lo que, entiende, "pone de manifiesto la importancia de esta zona" para comprender las consecuencias del calentamiento global originado por la actividad humana.
Según ha informado la universidad, el equipo, que ha publicado su trabajo en la revista científica 'Earth and Planetary Science Letters', ha corroborado, a partir del estudio de los restos dejados por la fusión de icebergs en la cuenca interior de Galicia, la hipótesis de que la fusión de las masas de hielo noratlánticas son "resultado de un cambio climático brusco, más que su causa".
Han confirmado la llegada periódica de masas de agua dulce a la cuenca interior gallega desde hace 80.000 años
Con ello, ha resaltado la importancia de esta zona para "desentrañar uno de los grandes enigmas de la climatología de la era Cuaternaria: Qué causa y cómo se produce la desintegración del casquete norpolar", y para comprender mejor "cuáles serían las consecuencias y cómo se desarrollaría el cambio climático que tendría lugar si prosigue la tendencia de calentamiento global".
Así, el trabajo revela la "singularidad" de los registros sedimentarios de la Cuenca Interior de Galicia --que se encuentra a entre 2.800 y 4.000 metros de profundidad y que forma un amplio valle de 100 kilómetros de ancho por 400 de largo--, por su situación geográfica "idónea para estudiar los drásticos cambios en la circulación oceánica que tienen lugar durante los ciclos glaciar/interglaciar".
En este marco, los investigadores han reparado en que durante la última glaciación se produjo la coalescencia de masas de hielo que ocuparon la Cuenca del Mar del Norte, lo que derivó en una reorganización de los sistemas fluviales que originó "descargas muy importantes de agua dulce en el Golfo de Vizcaya".
"Lo que no se sabía hasta ahora es que el caudal de estas descargas era tan importante como para alcanzar el noroeste peninsular, lo que demuestra su capacidad para perturbar la circulación oceánica profunda", ha explicado la co-autora e investigadora de doctorado Maider Plaza-Morlote.