Se estima que en España entre 3 y 4 millones de habitantes, radicados en aglomeraciones urbanas de menos de 2.000 habitantes equivalentes, carecen aún del adecuado tratamiento de las aguas residuales que generan.
Aunque en términos de carga contaminante, cuantitativamente la depuración de las pequeñas aglomeraciones pueda parecer un problema menor, no lo es desde un punto de vista estructural, ya que la dispersión de la población, la falta de economía de escala y otra serie de factores, condicionan sobremanera los esfuerzos que deben realizarse para dotar a estas aglomeraciones de las infraestructuras para el tratamiento de sus aguas residuales.
No parece razonable que en la Europa del siglo XXI haya poblaciones que viertan sus aguas sin ningún tipo de tratamiento
Al margen del estricto cumplimiento de la normativa, no parece razonable que en la Europa del siglo XXI haya poblaciones que viertan sus aguas sin ningún tipo de tratamiento. Tampoco parece admisible, que la brecha en cuanto a cobertura de infraestructuras y servicios entre el medio rural y el medio urbano sea cada vez más marcada.
Por ello, tanto de desde la perspectiva del respeto a nuestro medio hídrico, como desde la del estricto cumplimiento de la normativa, la depuración de los vertidos en las pequeñas aglomeraciones es un reto al que se le debe dar respuesta, aportando las mejores soluciones técnicas y los más adecuados modelos de gestión.
Las dimensiones del problema: algunas cifras
Para abordar con rigor las magnitudes del problema, es preciso en primer lugar concretar qué entendemos por pequeña aglomeración. Tomando como base la Directiva 91/271/CEE, englobamos bajo este concepto a las aglomeraciones urbanas de menos de 2.000 habitantes equivalentes, quedando excluidas las viviendas aisladas y poblaciones muy pequeñas, que no dispongan de sistemas colectores para las aguas residuales y que no constituyen, por tanto, una aglomeración.
Para abordar la depuración en las pequeñas aglomeraciones urbanas es preciso hacer frente a retos económicos, técnicos y de gestión
De los más de 8.000 municipios existentes en España, unos 5.800 cuentan con una población censada inferior a los 2.000 habitantes. Estos municipios, que representan el 72% del total, concentran únicamente el 6% de la población nacional, poco más de 2,8 millones de habitantes.
Estimaciones realizadas en 2010, cuantificaban la población equivalente total en unos 72 millones, que se concentraban en 2.381 aglomeraciones urbanas. Si bien el 80% de esta población se encontraba en situación de conformidad con la Directiva 91/271/CEE, únicamente el 53% de las aglomeraciones eran conformes.
En un análisis simplificado de estas cifras, podemos concluir que para tratar el 20% de la carga contaminante restante, será preciso realizar prácticamente el mismo número de infraestructuras que las realizadas hasta ahora.
De los 14,4 millones de habitantes equivalentes no conformes contabilizados en 2010, se estimó que entre 3 y 4 millones se correspondían con poblaciones de menos de 2.000 habitantes equivalentes.
Todo ello nos hace tomar conciencia de la complejidad que supone abordar la depuración de las pequeñas aglomeraciones en España, no solo por gran número de actuaciones que se deben llevar a cabo, sino también, por que las tecnologías a implantar deben adecuarse a las singularidades de este tipo de población.
Las aguas residuales de las pequeñas aglomeraciones y su tratamiento adecuado
Desde el 1 de enero de 2006, las aglomeraciones urbanas de menos de 2.000 habitantes equivalentes que vierten a aguas continentales, o estuarios, y que cuentan con red de saneamiento, están obligadas a someter sus aguas residuales a un tratamiento adecuado (RDL 11/1995).
Si bien en otros países europeos, como es el caso de Francia, se ha desarrollado el concepto de tratamiento adecuado que recoge dicha Directiva, en España, lo habitual es que se exija en las pequeñas aglomeraciones los mismos requisitos de vertido que para las poblaciones mayores de 2.000 habitantes equivalentes, lo cual no siempre es la opción más adecuada.
Con el tratamiento adecuado se debe cumplir con los objetivos de calidad de los cuerpos receptores de agua, tal y cómo define la Directiva Marco del Agua y otras directivas sectoriales. Por tanto, hay que considerar que en vertidos de pequeña entidad, pueden ser admisibles unos límites menos estrictos, dependiendo de las características del medio receptor (zona menos sensible o normal) y del grado de dilución.
Sin embargo, para los vertidos en masas de agua con alto valor ecológico, zonas con fuerte presión antropogénica, o donde el grado de dilución del vertido así lo aconseje, deben exigirse límites de vertido más estrictos, para lo cual es preciso emplear tecnologías apropiadas.
Para el tratamiento de las aguas residuales de las pequeñas poblaciones, se precisan actuaciones que compatibilicen las condiciones exigidas a los efluentes con los principales condicionantes que se dan en este contexto. La mayoría de las tecnologías de depuración existentes son aplicables en las pequeñas aglomeraciones, si bien deben primarse aquellas que mejor se ajusten a los siguientes requisitos: Procesos que requieran un tiempo mínimo de operador; equipos que requieran un mínimo mantenimiento y cuyos posibles fallos influyan lo menos posible en la calidad del efluente; Procesos que requieran un consumo mínimo de energía; y procesos con funcionamiento eficaz y robusto antes las fuertes variaciones de caudal y carga.
La problemática del tratamiento de los vertidos de las pequeñas aglomeraciones se ha abordado en España de distinta manera a lo largo del tiempo. Las primeras depuradoras, fundamentalmente aireaciones prolongadas, se basaban en los mismos principios de las plantas que se instalaban en las grandes aglomeraciones, sin tener en cuenta las singularidades propias de este tipo de poblaciones. Esto provocó que la mayoría de las depuradoras implantadas quedaran fuera de servicio o no cumpliesen con las expectativas.
Posteriormente, irrumpen con fuerza las entonces denominadas tecnologías de bajo coste (lagunajes y filtros de turba, fundamentalmente), que a los pocos años cosecharon un rechazo generalizado por su deficiente funcionamiento. Deficiencia achacable, principalmente, a diseños inadecuados y a la mala elección de su rango de aplicación.
En la actualidad, se comienza a tomar conciencia de que la depuración en pequeñas aglomeraciones requiere otro enfoque más exigente, tanto desde el plano técnico como desde la gestión, que dé respuesta a las causas que provocaron los anteriores fracasos, planteándose todo un abanico de posibles tecnologías (intensivas, extensivas y mixtas), todas ellas válidas en función de las características concretas de la aglomeración cuyas aguas residuales se vayan a tratar, y de las exigencias impuestas de vertido.
En resumen, para abordar con eficacia el tratamiento de las aguas residuales generadas en las pequeñas aglomeraciones urbanas, es preciso hacer frente a retos de diversa índole:
- Económicos: las pequeñas aglomeraciones no se benefician de las ventajas que supone la economía de escala, lo que conduce a unos costes de implantación y de explotación por habitante cada vez más elevados, según disminuye su tamaño.
- Técnicos: a nivel general, el grado de conocimiento de los técnicos de las administraciones y del sector privado, en relación a las singularidades de la pequeña población y las tecnologías más apropiadas para el tratamiento de sus vertidos, no es tan amplio como en el caso de las grandes infraestructuras, especialmente en lo que a las tecnologías extensivas se refiere.
- De gestión: un modelo apropiado para la gestión y explotación de las infraestructuras de depuración es más necesario en las pequeñas poblaciones. La escasez de recursos económicos y técnicos, comúnmente conduce a unos malos resultados cuando la explotación la realiza el propio municipio. La gestión supramunicipal (Andalucía, Extremadura, País Vasco), o la gestión a través de entidades públicas de saneamiento a nivel autonómico (NILSA-Navarra, Canal de Isabel II) o provincial (Córdoba, Málaga) han evidenciado mejores resultados. Por otra parte, cabe destacar el interés creciente por parte de los operadores y empresas privadas por dar servicio en este rango poblacional, que hasta ahora no ha constituido un nicho de mercado de interés.
Experiencias de referencia
En España, a lo largo de las últimas dos décadas se han llevado a cabo experiencias de relevancia, orientadas a proporcionar las soluciones más adecuadas para la depuración de las aguas residuales generadas en las pequeñas aglomeraciones. Entre todas ellas, destaca la promovida por la Junta de Andalucía, que en 1989 impulsó un plan de I+D+i sobre Tecnologías de Bajo Coste para la Depuración de las Pequeñas Poblaciones. En el marco de este Plan se llevó a cabo un extenso y detallado estudio sobre el terreno, para determinar las características y singularidades de la depuración en los pequeños núcleos, y se construyó, en 1990, el Centro Experimental de Tratamiento de Aguas Residuales de Carrión de los Céspedes (Sevilla). La diversidad del pool tecnológico implantado, en el que tienen cabida tanto los sistemas más naturales, como las tecnologías más sofisticadas e innovadoras, su escala y su versatilidad, hacen de este Centro Experimental una plataforma tecnológica de características únicas, que ha demostrado, a lo largo del tiempo, su enorme potencial para la promoción de soluciones sostenibles en el tratamiento de las aguas residuales.
El Centro de las Nuevas Tecnologías del Agua (CENTA), ha sabido potenciar todo el “know how” acumulado a lo largo de los 25 años de andadura del Centro, transformando esta experiencia en excelencia, y consolidándolo como uno de los centros de investigación más relevantes a nivel internacional en esta materia.