Durante los meses de abril y mayo OCU ha desarrollado un estudio sobre el tratamiento que se hace en España a las aguas residuales urbanas, visitando hasta una veintena de depuradoras de grandes ciudades y de otras más pequeñas como Mérida o Calatayud. Para la realización de este estudio OCU ha contado con la colaboración de los responsables de las depuradoras, aunque en el caso Zaragoza (EDAR La Cartuja) u Oviedo (EDAR Villapérez) se denegó a OCU el acceso para instalar dispositivos que permitiesen tomar muestras del agua a la entrada y salida de la planta durante un día completo. Este estudio se publica en OCU Compra Maestra de julio/agosto.
De este estudio se deriva como principal conclusión que si bien se da un tratamiento básico suficiente a las aguas residuales de los grandes núcleos urbanos para eliminar los riesgos para la salud, este resultado no es extrapolable a las poblaciones más pequeñas, pues como señala el Centro de Nuevas Tecnologías del Agua, hasta tres millones de españoles en la actualidad no cuentan con sistemas adecuados de tratamiento de aguas residuales.
Si bien se da un tratamiento básico suficiente a las aguas residuales de los grandes núcleos urbanos para eliminar los riesgos para la salud, este resultado no es extrapolable a las poblaciones más pequeña
El vertido de las aguas depuradas analizadas no amenaza a la salud de la población, sin embargo OCU advierte de que pueden provocar daños en la fauna y la flora de las zonas afectadas. Como se destaca en el estudio, las aguas vertidas por muchas depuradoras siguen conteniendo altas cantidades de nitratos y fosfatos, que una vez vertidos en los ríos actúan favoreciendo la proliferación de algas que consumen el oxígeno del agua y pueden terminar con el resto de la vida acuática. Aunque la normativa vigente únicamente obliga a eliminar estas sustancias cuando se vierten en zonas declaradas sensibles, desde OCU se denuncia que la norma en este sentido es insuficiente y que en algunos casos depuradoras con capacidad para eliminar este tipo de residuos, como la visitada en Málaga (EDAR Guadalhorce), no impiden altas concentraciones en las aguas vertidas, mientras que otras como la de Calatayud o Toledo (EDAR Estiviel), sin contar con este tratamiento, consiguen reducir sus concentraciones de forma sobresaliente.
En las muestras del agua del agua depurada, justo a la salida de la planta, OCU también quiso comprobar los niveles de otras sustancias químicas consideradas tóxicas para el ecosistema o dañinas para la salud que aún no es obligatorio eliminar por las depuradoras según la legislación vigente. Encontramos residuos de alquifenoles en la mitad de las depuradoras, que pueden venir de detergentes o de la fabricación plásticos y textiles. También se detectaron plaguicidas, aunque en cantidades muy bajas, en las depuradoras visitadas en Murcia, Bilbao, Calatayud, Madrid o Barcelona. Lo que sí se ha detectado en la mayoría de las depuradoras y en cantidades significativas son residuos de medicamentos, fundamentalmente antibióticos como la azitromicina, que en el caso de Tarragona superaba 34 veces la cantidad que se considera normal, o antiinflamatorios como el diclofenaco.
En cualquier caso desde OCU se resalta que no existe ningún problema sanitario y en lo referido a los contaminantes básicos, como sólidos en suspensión o presencia de materia orgánica, los resultados son en general positivos. Así se dan ejemplos de eliminación total de los primeros en el caso de las depuradoras de Toledo o Mérida, mientras que es posible encontrar algunas excepciones a la regla como el caso de la depuradora de Cádiz (EDAR Cádiz y San Fernando), con exceso de materia orgánica en sus vertidos aunque manteniéndose siempre dentro de las condiciones que les permite la normativa.