Los días con precipitaciones de más de 45 litros por metro cuadrado se han multiplicado por cinco desde 1960. Ante este panorama, los sistemas de drenaje urbano sostenible (SUDS) son clave para el control de escorrentía. Las cubiertas vegetales permiten controlar las aguas de escorrentía en las ciudades cuando se producen precipitaciones de lluvias localmente fuertes.
Según relata Ana Llopis, técnico de Projar Group, en una “fuerte tormenta en Copenague, el 2 de julio de 2011 cayeron 150 litros por metro cuadrado en 2 horas lo que equivale a una bañera llena. La red de alcantarillado de Copenague se reveló antigua, desgastada y estrecha lo que provocó que el Plan de Adaptación que se redactó posteriormente se interesara por el problema de las repentinas y extremas aguas de lluvia en las ciudades”. Según revela el magazine Lloyd’s Emerging Risk Team and the Climate Change Risk Management cada vez son más frecuentes los días lluviosos de más de 45 litros por metros cuadrado. Según recoge este informe “antes de 1960, un día con 45 litros por metro cuadrado tenía un retorno en cuanto a aparición de 30 años y ahora esa repetición se produce en menos de 6 años”
Las cubiertas ajardinadas o pavimentadas ayudan a reducir el impacto de las escorrentías en estos casos ya que consiguen retener y almacenar el agua de lluvia e ir drenándola de manera paulatina, sin que se produzca una precipitación violenta. Así, son una herramienta complementaria al sistema de alcantarillado y permiten compensar la absorción de los desagües.
Con ciudades extremadamente impermeables, con grandes áreas pavimentadas y pocas zonas verdes, un sistema de láminas instaladas bajo el pavimento (o el sustrato) donde el agua va fluyendo poco a poco parece tener sentido.
Para Ana Llopis, “la situación actual con precipitaciones más intensas hace necesario ofrecer soluciones que impidan las inundaciones, encharcamientos y otros problemas que vemos cada año”.