Dos cuestiones principales han provocado que el agua sea de nuevo un asunto de interés político y mediático: el cambio climático y las privatizaciones. Así lo ha resumido Pedro Arrojo, profesor emérito del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza, en el arranque del X Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua, que se celebra estos días en Coímbra (Portugal).
Cofundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), Arrojo ha participado en la mesa redonda inaugural, ‘Flujos de agua, flujos de vida. 20 años de Nueva Cultura del Agua ibérica’, en la que, moderados por Helena Freitas, de la Universidad de Coímbra, cuatro voces expertas han debatido sobre los logros alcanzados por la Fundación, así como sobre los retos pendientes.
“Vivimos una crisis de agua, pero también financiera, económica, social, energética, alimentaria… Estamos en tiempos de cambio y la nueva cultura del agua es parte de las respuestas que necesitamos”, ha apuntado por su parte João Bau, investigador-coordinador del Laboratorio Nacional de Ingeniería Civil. El que fuera presidente de la Empresa Portuguesa das Águas Livres ha corroborado la importancia que está teniendo en los últimos tiempos el vital elemento en Portugal. “El año 2017 fue muy seco, con muchos incendios que barrieron el interior del país y que provocaron 130 muertos. Durante el verano fue necesario transportar agua no tratada mediante camiones cisterna. Y eso entró por las televisiones a las casas de la gente. La población ha visto cómo las cuestiones climáticas afectan a su vida”, ha resumido.
Bau ha lamentado, por otro lado, que las cuestiones del agua no centren la atención política ni tampoco se debatan en las negociaciones de los presupuestos nacionales: “¿Qué podemos hacer para que no nos falte agua en los grifos? Aunque no hay conciencia política, sí la hay social”. En su repaso, ha recordado que el agua es un derecho humano desde 2010, algo que se implementa en Portugal a través de las tarifas sociales del agua para las personas más vulnerables que, de momento, han tenido poco recorrido. “Es una batalla de las ideas, ideológica, tenemos que aceptarlo y usar nuestros propios valores, los de la nueva cultura del agua”, ha finalizado.
Racionalidad y sostenibilidad
La nueva cultura del agua lleva 20 años trabajando por un cambio de paradigma en la gestión de las aguas, para así conseguir actuaciones más racionales y sostenibles. Apuesta por recuperar tanto los ecosistemas acuáticos (fuentes, ríos, riberas, lagos, humedales…), que son la máxima expresión de la vida en nuestro planeta, como el valor patrimonial, cultural, emocional, estético y lúdico de los ríos de la península ibérica.
Entre los logros de estas dos décadas de trayectoria, Narcís Prat, catedrático del Departamento de Ecología y director del Grupo de Investigación Freshwater Ecology and Management de la Universidad de Barcelona, ha destacado la aprobación de la Directiva Marco de Agua de la Unión Europea, que ofrece indicadores sobre los estados de los ríos y determina una serie de metodologías: “Se han estandarizado y cambiado algunas cosas”.
Por ejemplo, ha recordado que se han solucionado aspectos respecto a la calidad de las aguas, se han restaurado algunos ríos y se han protegido acuíferos. En cambio, en el lado negativo, Prat ha situado las diferentes tipologías de los ríos que se determinan a uno y otro lado de la frontera, así como las políticas agrarias, “que siguen siendo las mismas, siguen con los trasvases”. De hecho, ha apuntado que la paralización del Plan Hidrológico Nacional ha sido uno de los grandes éxitos.
Por su parte, Susana Neto, investigadora de la Universidad de Lisboa, ha incidido en la importancia de la transversalidad y del diálogo interdisciplinar para afrontar las políticas de agua. “Necesitamos integrar cada vez más nuevos agentes y actores, crear un aprendizaje colectivo para cambiar las cosas”, ha afirmado la presidenta de la Asociación Portuguesa de Recursos Hídricos (APRH).
En su balance, Pedro Arrojo ha destacado la importancia de unir el trabajo universitario de investigación con las luchas ciudadanas, como sucede desde los primeros años de trabajo de la FNCA. Ante la importancia de un cambio de paradigma en la gestión del agua, ha recordado que “los cambios no se decretan, sino que se cuecen a fuego lento”. Finalmente, ha urgido a relanzar el concepto ‘ibérico’, por ejemplo, trabajando en torno al Convenio de Albufeira, que define desde 1998 las relaciones hispano-portuguesas en materia de agua y que está centrado en las cuatro demarcaciones hidrográficas ibéricas: Miño-Limia, Duero, Tajo y Guadiana.