“La ocupación humana y las actividades económicas han aumentado la vulnerabilidad de la península ibérica frente a inundaciones y sequías”. Con esta tesis de partida, el presidente de la Asociación de Geógrafos Españoles, Jorge Olcina, ha explicado la importancia de modificar los paisajes y espacios para reducir el riesgo de las situaciones extremas hidrológicas, que se están viendo acentuadas con el cambio climático.
“España tiene que modificar el uso de su territorio para reducir el riesgo de inundaciones”, ha afirmado durante la segunda jornada del X Congreso Ibérico de Gestión y Planificación del Agua, que celebra estos días en la Universidad de Coímbra la Fundación Nueva Cultura del Agua.
El catedrático de Análisis Geográfico ha afirmado que en España se han generado paisajes de riesgo, lo que ha aumentado la vulnerabilidad frente a las inundaciones y las sequías: “Se achaca el problema a la naturaleza, pero debemos asumir que hemos actuado mal el territorio”. Por ello, ha criticado que las que se continúe apostando por obras e infraestructuras en los ríos, en lugar de por un cambio en la planificación del territorio.
“La ordenación del territorio es una medida para reducir las inundaciones. Hay que desocupar áreas y apostar por la recuperación fluvial”, ha afirmado, a la vez que ha insistido en la importancia de cumplir las leyes. Y es que, ha denunciado que muchos municipios no incluyen mapas de riesgo ni cartografía adecuada en sus planes de ordenación urbanística, por lo que ha solicitado más control al respecto.
Olcina ha apuntado también que ha variado la forma de llover: cada vez hay más lluvias fuertes en cortos espacios de tiempo, que generan graves daños. Las inundaciones han provocado 526 fallecimientos en España y daños por un valor de 17.000 millones de euros, en los últimos años. Mientras que, en el ámbito europeo, se estima que habrá unos 23.500 millones de euros anuales en pérdidas en el año 2050.
Menos transferencias de aguas
Respecto a los impactos de las sequías, la ordenación territorial también es una herramienta para reducir la vulnerabilidad. “Las transferencias de agua han llegado a su fin”, ha afirmado el director del Instituto de Climatología de la Universidad de Alicante y evaluador del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas. “Hay otra manera de planificar el agua. La gestión de la oferta se acabó, hay que gestionar la demanda”, ha finalizado.
En la misma línea que Olcina, Filipe Duarte Santos, de la Universidad de Lisboa, ha destacado en su intervención que la mayor intensidad de fenómenos atmosféricos extremos debido al cambio climático implica una mayor vulnerabilidad. Y ha recordado que la necesidad de agua aumentará un 30 % hasta 2050, aproximadamente el mismo porcentaje que el aumento de la población global.
El caso de Lisboa
La sesión de la mañana del congreso ha contado también con la participación de José Sá Fernandes, concejal de Lisboa responsable de la llamada estructura verde y energía, quien ha explicado las actuaciones que se están realizando en la capital portuguesa para adaptarse al cambio climático bajo la idea de “crecimiento verde, sin comprometer lo azul”.
Por ejemplo, de 2009 a 2020 se habrán logrado más de 300 hectáreas de áreas verdes nuevas, mientras que se va a reciclar más del 25 % de agua (entre 2017 y 2021) y se consumirá un 17 % menos de la misma. Entre otras cosas, se ha logrado reducir la pérdida de agua en las redes de un 23,5 % en 2005 al 7,9 % actual. Estas medidas, junto con otras actuaciones que están suponiendo una inversión de 5,8 millones de euros hasta 2020, han logrado que Lisboa se declarada Capital Verde Europea 2020. Un hito importante para el edil porque, ha dicho, que hasta ahora este título sólo lo lograban ciudades del norte europeo.