El jueves 12 de diciembre de 2024, la Fundación Botín celebra la entrega de los X Premios a la Gestión Sostenible del Agua, reconociendo iniciativas que destacan por su innovación y compromiso con la sostenibilidad hídrica. Entre los galardonados de esta edición, en la modalidad «Proyecto educativo o de divulgación sobre el agua», se encuentra la Alianza por el Agua de Ibiza y Formentera, premiada por su proyecto “El Agua en la Escuela”.
Este reconocimiento pone de relieve la trascendencia de la educación ambiental para enfrentar los retos relacionados con el agua, un recurso escaso y esencial para la vida. En esta entrevista, Marina Moheno, responsable del Proyecto «El Agua en la escuela», comparte cómo ha logrado transformar la conciencia colectiva sobre el agua en las islas, involucrar a estudiantes y comunidades en soluciones innovadoras y generar un impacto duradero en la gestión sostenible de este recurso.
Pregunta: ¿Qué representa para ustedes ganar un premio en la categoría de divulgación y educación, y cómo refuerza esto la importancia de la educación ambiental en el sector del agua?
Respuesta: Sin duda para nosotros en un hito, que una asociación que representa a la comunidad ibicenca, haya logrado poner en marcha un proyecto de educación ambiental a nivel insular que además se desarrolla a lo largo del ciclo escolar, dando visibilidad a la problemática del agua a la que nos enfrentamos y al mismo tiempo dotado de herramientas a los estudiantes, para que en un futuro sean ellos mismos los que puedan lidiar y resolver las problemáticas ambientales del agua y de otros servicios ecosistémicos relacionados con este escaso recurso.
P.- Desde su experiencia, ¿cómo pueden los proyectos educativos como “El Agua en la Escuela” transformar la relación de las comunidades con el recurso hídrico?
El Agua en la Escuela, ha servido para que los estudiantes creen una conciencia colectiva sobre las problemáticas del agua en Ibiza y un espíritu crítico y creativo para dar soluciones a temas como abastecimiento del agua en tiempos de sequía, nuevas modelos de gestión del agua que pasan por la reutilización de las aguas residuales, impactos ambientales sobre ecosistemas de agua dulce y su restauración. En sí, este programa educativo está revolucionando la forma de concebir el agua y creando por así decirlo una “nueva cultura del agua”.
P.- El proyecto ha involucrado a estudiantes en el diagnóstico de la gestión del agua. ¿Qué impacto ha tenido esta experiencia en los participantes y en sus comunidades?
Para los estudiantes es sorprendente la cantidad de agua que puede salir en un minuto por un grifo (que va desde los 3 litros si cuenta con sistemas de ahorro de agua hasta los 12 litros en los casos en los que no se utilizan este tipo de sistemas). El proyecto se realiza en niños de entre 10 y 12 años, una edad en la que su desarrollo cognitivo hace que se cuestionen todo, y cuando se encuentran que alguno de los grifos de su escuela no funciona bien, hacen todo lo posible para que los demás niños lo dejen de utilizar, además que, en todos los centros, los resultados de la ecoauditoría del agua, los presentan los mismos alumnos a los directores y a todo el centro mediante una campaña de ahorro de agua. En el caso del CEIP Labritja, que tiene al ayuntamiento enfrente, hemos ido a presentar estos resultados a la alcaldesa, y no solo con las propuestas de mejora para su centro educativo, sino con propuestas de mejora para todo el pueblo que beneficien a la comunidad.
Estamos dando visibilidad a la problemática del agua y al mismo tiempo dotado de herramientas a los estudiantes, para que en un futuro sean ellos mismos los que puedan lidiar y resolver las problemáticas ambientales del agua
P.- ¿Cómo ha evolucionado el proyecto desde su inicio en 2022 y qué aprendizajes clave han obtenido en el proceso?
El primer ciclo escolar en el que pusimos en marcha el proyecto fue la prueba piloto y únicamente convocamos a estudiantes de primaria. Los dos años siguientes, hemos convocado a los institutos a participar, y nos hemos dado cuenta de que es en las primarias en donde los mensajes que queremos transmitir se reciben mejor y que en los institutos los estudiantes han de ser más autónomos y la intervención del proyecto más corta. Sobre los aprendizajes claves, creemos que el éxito del proyecto está dado por la vocación de enseñar, el respeto, el amor y la conexión que tenemos las educadoras a nuestra isla. Es esta vocación, lo que hace que podamos conectar con los niños y sobre todo con los directores de los centros que son los que autorizan hacer o no el Proyecto. Al principio posicionarse y ganar la confianza de los directores no fue fácil, sin embargo, tras tres años de tocar puertas, son ahora los colegios los que nos piden que hagamos el Proyecto en sus centros.
P.- ¿Qué estrategias han utilizado para garantizar la sostenibilidad y continuidad del proyecto en los nuevos centros educativos?
El Agua en la escuela está basado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, en particular ODS 4, Educación de calidad, el ODS 6, Agua limpia y saneamiento para todos y el ODS 17, Alianzas para cumplir los objetivos. En este sentido, el proyecto está completamente financiado por El Fondo de Sostenibilidad de Six Senses, una cadena hotelera, que es pionera en la creación de fondos para financiar proyectos que beneficien a la comunidad local, por ello desde el 2021 hemos optado a esta financiación que se realiza mediante un concurso, logrando llegar a diferentes centros públicos de la isla, a la fecha hemos creado una red de 12 centros educativos a nivel primaria y dos centros de Educación Secundaria.
P.- ¿Qué mensaje les gustaría transmitir a otras comunidades educativas interesadas en replicar iniciativas similares?
Para otras comunidades educativas que quieran implementar un programa educativo a este nivel, el consejo es que hay que tener mucha paciencia y perseverancia para lograr, que los centros educativos quieran ceder una hora semanalmente a lo largo del ciclo escolar para llevar a cabo este proyecto, por lo que hay que tener un programa y calendarios, bien definido, con materiales didácticos, objetivos y metas a alcanzar sesión tras sesión y sobre todo tener pasión con lo que se hace, porque cuando las actividades se hacen con amor, los alumnos y los profesores lo agradecen y es cuando se va afianzando la confianza.